¡Ay, patata! Aquí seguimos con el tema de si vamos o no al Mundial, y créeme que no es solo echarle ganas en la cancha. Esto tiene tela, mándale, afecta hasta nuestro cafecito diario. La Tricolor se enfrenta a Haití y Honduras en duelos que definirán si nos vemos bailando frente a la tele en 2026 o si nos quedamos viendo los partidos desde la comodidad de nuestra casa. La presión está que arde, compa.
La situación es clara: necesitamos ganar o empatar contra Haití para mantener vivas nuestras esperanzas. Luego, enfrentaremos a Honduras en casa, un partido que promete ser un verdadero nudo en la garganta. Recordemos que estamos peleando el segundo puesto en el octogonal final, con seis puntos, escoltando a Honduras, que tiene ocho. Haití suma cinco y Nicaragua anda raspando fondo con apenas una unidad. Una victoria nos acercaría mucho, pero ojo, los catrachos también tienen sus propios compromisos y podrían sumar más puntos.
Pero no todo es fútbol, diay. Según un estudio del Cinpe de la UCR, clasificar o no al Mundial puede tener un impacto considerable en la economía del país. El académico Leiner Vargas pintó un panorama bastante claro: si no llegamos, la Federación perdería entre nueve y doce millones de dólares en premios de la FIFA. Sumándole los apoyos de preparación, derechos televisivos y mercadeo, hablamos de una pérdida potencial de entre catorce y veinticinco millones de dólares. ¡Una vara bien pesada!
Y eso es solo la punta del iceberg, chunche. Vargas también advierte que el gasto del pueblo se resentiría. Se estima una disminución en el consumo en comercios, publicidad, medios y turismo, rondando los cincuenta a setenta millones de dólares. Imagínate, menos gente comprando pantallas nuevas para ver los partidos, menos reuniones familiares con gaseosas y frituras… ¡Qué despiche!, mándele.
Lo interesante es cómo el académico explica este fenómeno. Dice que la participación de Costa Rica en un Mundial es como una “bola de nieve”. Nos anima a gastar más, a celebrar, a sentirnos orgullosos de nuestra selección. Las familias se reúnen, los bares se llenan, la venta de camisetas explota… Todo esto contribuye al crecimiento económico. Así que, en cierto modo, llegar al Mundial no solo es un logro deportivo, sino también económico.
Sin embargo, no todo es color de rosa, brete. Onésimo Rodríguez, del Idespo, señala que hay un lado social que también debemos considerar. Aunque reconoce que la ausencia de La Tricolor no significaría el fin de la cultura ni la identidad nacional –“la cultura no se va a morir, vamos a tener que seguir trabajando al siguiente día”, afirmó–, tampoco podemos ignorar el aumento de conductas violentas asociadas a los partidos. Según datos del PNUD, las alertas por agresiones en el hogar aumentan un 45% durante los partidos, y el consumo de alcohol suele disparar los accidentes de tráfico.
Ahora, allá por el estadio, el jueves nos toca sudar la gota gorda contra Haití a las 8:00 p.m., y luego recibir a Honduras el domingo a las 7:00 p.m. en el Nacional. La tensión está a flor de piel, y toda la nación estará pegada al televisor esperando un milagro. Los muchachos necesitan nuestro apoyo incondicional, aunque a veces les hagamos unas cosquillas sanas cuando la cosa se pone difícil. Que corran, que luchen, que den el alma, ¡y que la suerte esté de nuestra parte!
Después de analizar todos estos datos, tanto económicos como sociales, y con el corazón en la boca esperando los resultados de los próximos partidos, me pregunto: ¿crees que el impacto económico de clasificar al Mundial justifica los riesgos asociados al aumento de violencia y consumo excesivo de alcohol durante los partidos? ¿O deberíamos enfocarnos más en promover un deporte sano y responsable, independientemente del resultado?
La situación es clara: necesitamos ganar o empatar contra Haití para mantener vivas nuestras esperanzas. Luego, enfrentaremos a Honduras en casa, un partido que promete ser un verdadero nudo en la garganta. Recordemos que estamos peleando el segundo puesto en el octogonal final, con seis puntos, escoltando a Honduras, que tiene ocho. Haití suma cinco y Nicaragua anda raspando fondo con apenas una unidad. Una victoria nos acercaría mucho, pero ojo, los catrachos también tienen sus propios compromisos y podrían sumar más puntos.
Pero no todo es fútbol, diay. Según un estudio del Cinpe de la UCR, clasificar o no al Mundial puede tener un impacto considerable en la economía del país. El académico Leiner Vargas pintó un panorama bastante claro: si no llegamos, la Federación perdería entre nueve y doce millones de dólares en premios de la FIFA. Sumándole los apoyos de preparación, derechos televisivos y mercadeo, hablamos de una pérdida potencial de entre catorce y veinticinco millones de dólares. ¡Una vara bien pesada!
Y eso es solo la punta del iceberg, chunche. Vargas también advierte que el gasto del pueblo se resentiría. Se estima una disminución en el consumo en comercios, publicidad, medios y turismo, rondando los cincuenta a setenta millones de dólares. Imagínate, menos gente comprando pantallas nuevas para ver los partidos, menos reuniones familiares con gaseosas y frituras… ¡Qué despiche!, mándele.
Lo interesante es cómo el académico explica este fenómeno. Dice que la participación de Costa Rica en un Mundial es como una “bola de nieve”. Nos anima a gastar más, a celebrar, a sentirnos orgullosos de nuestra selección. Las familias se reúnen, los bares se llenan, la venta de camisetas explota… Todo esto contribuye al crecimiento económico. Así que, en cierto modo, llegar al Mundial no solo es un logro deportivo, sino también económico.
Sin embargo, no todo es color de rosa, brete. Onésimo Rodríguez, del Idespo, señala que hay un lado social que también debemos considerar. Aunque reconoce que la ausencia de La Tricolor no significaría el fin de la cultura ni la identidad nacional –“la cultura no se va a morir, vamos a tener que seguir trabajando al siguiente día”, afirmó–, tampoco podemos ignorar el aumento de conductas violentas asociadas a los partidos. Según datos del PNUD, las alertas por agresiones en el hogar aumentan un 45% durante los partidos, y el consumo de alcohol suele disparar los accidentes de tráfico.
Ahora, allá por el estadio, el jueves nos toca sudar la gota gorda contra Haití a las 8:00 p.m., y luego recibir a Honduras el domingo a las 7:00 p.m. en el Nacional. La tensión está a flor de piel, y toda la nación estará pegada al televisor esperando un milagro. Los muchachos necesitan nuestro apoyo incondicional, aunque a veces les hagamos unas cosquillas sanas cuando la cosa se pone difícil. Que corran, que luchen, que den el alma, ¡y que la suerte esté de nuestra parte!
Después de analizar todos estos datos, tanto económicos como sociales, y con el corazón en la boca esperando los resultados de los próximos partidos, me pregunto: ¿crees que el impacto económico de clasificar al Mundial justifica los riesgos asociados al aumento de violencia y consumo excesivo de alcohol durante los partidos? ¿O deberíamos enfocarnos más en promover un deporte sano y responsable, independientemente del resultado?