¡Aguas, panas! La semana pasada nos sacamos de onda con el rumor de que Costa Rica estaba reprobada por la OACI y que los pasajes iban a volar como las langostas. Pues resulta que todo fue un mamuche, como dicen por acá. La Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) salió al frente para aclarar que el informe que circulaba por internet no era oficial y que la evaluación todavía está en curso. Un alivio, porque ya me veía vendiendo empanadas para pagar el próximo viaje a Jacó.
Para ponerle pausa a la cosa, el Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) lanzó un comunicado de prensa este lunes confirmando la aclaración de la OACI. Según el jerarca Efraín Zeledón, “es incorrecto decir que los tiquetes aéreos y las pólizas van a subir de precio o que las operaciones aeroportuarias se verán afectadas”. ¡Eso sí que es buena noticia para los que andamos buscando ofertas para irnos de vacaciones!
Pero vamos por partes. La vaina empezó cuando apareció un documento en la página web de la OACI que parecía indicar que Costa Rica había obtenido un 61,7% en la última evaluación de seguridad aérea, muy por debajo del mínimo exigido del 75%. Esto provocó un revuelo tremendo, tanto que hasta Luis Diego Saborío, exsubdirector de la DGAC, tuvo que renunciar. ¡Qué pena pa’ él, se le jaló una torta ahí!
Sin embargo, ahora la OACI dice que esos números son pura invención. Explican que su programa de auditorías USOAP es un proceso largo y complejo que implica varias etapas para recopilar y validar información. Julio César Siu, el director regional de la OACI, enfatizó que el documento que circuló es solamente una parte del proceso y que los resultados finales se darán a conocer una vez completada la auditoría. Eso sí que es respirar tranquilo, aunque uno siempre anda con el corazón en la boca con estas cosas.
Recordemos que la OACI es el brazo derecho de la ONU encargado de vigilar la seguridad en el transporte aéreo a nivel mundial. Por eso, cualquier advertencia de esta organización merece atención. Pero en este caso, parece que hubo una confusión monumental que generó pánico innecesario. Aunque claro, con la forma en que íbamos, cualquiera hubiera pensado que íbamos a tener que empezar a andar en caballo otra vez para salir del país.
La renuncia de Saborío sigue siendo un tema polémico. Algunos dicen que fue un sacrificio político, otros que simplemente asumió la responsabilidad por lo que pudo haber pasado. Lo cierto es que la Dirección General de Aviación Civil ahora tiene que demostrar que está tomando cartas en el asunto y trabajando duro para garantizar la seguridad de nuestros cielos. Porque, díganlo conmigo, ¡nadie quiere perder la vida en un avión!
Más allá de este incidente, la situación nos obliga a reflexionar sobre la importancia de la transparencia y la comunicación clara por parte de las autoridades. En la era digital, donde la información viaja a la velocidad de la luz, es crucial evitar rumores y especulaciones que pueden afectar la confianza pública. Además, nos hace pensar si realmente estamos invirtiendo lo suficiente en mejorar nuestra infraestructura y capacitación aeronáutica. Después de todo, la seguridad no es negociable, y mantenerla requiere esfuerzo constante y recursos adecuados.
En fin, parece que el susto quedó atrás, pero la incógnita persiste: ¿Qué tan lejos estuvimos realmente de una posible sanción por parte de la OACI? ¿Crees que las autoridades deberían implementar medidas más estrictas para prevenir falsas alarmas como ésta y asegurar la credibilidad de la información que comparten? Déjanos tu opinión en los comentarios – ¡queremos saber qué piensas!
Para ponerle pausa a la cosa, el Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) lanzó un comunicado de prensa este lunes confirmando la aclaración de la OACI. Según el jerarca Efraín Zeledón, “es incorrecto decir que los tiquetes aéreos y las pólizas van a subir de precio o que las operaciones aeroportuarias se verán afectadas”. ¡Eso sí que es buena noticia para los que andamos buscando ofertas para irnos de vacaciones!
Pero vamos por partes. La vaina empezó cuando apareció un documento en la página web de la OACI que parecía indicar que Costa Rica había obtenido un 61,7% en la última evaluación de seguridad aérea, muy por debajo del mínimo exigido del 75%. Esto provocó un revuelo tremendo, tanto que hasta Luis Diego Saborío, exsubdirector de la DGAC, tuvo que renunciar. ¡Qué pena pa’ él, se le jaló una torta ahí!
Sin embargo, ahora la OACI dice que esos números son pura invención. Explican que su programa de auditorías USOAP es un proceso largo y complejo que implica varias etapas para recopilar y validar información. Julio César Siu, el director regional de la OACI, enfatizó que el documento que circuló es solamente una parte del proceso y que los resultados finales se darán a conocer una vez completada la auditoría. Eso sí que es respirar tranquilo, aunque uno siempre anda con el corazón en la boca con estas cosas.
Recordemos que la OACI es el brazo derecho de la ONU encargado de vigilar la seguridad en el transporte aéreo a nivel mundial. Por eso, cualquier advertencia de esta organización merece atención. Pero en este caso, parece que hubo una confusión monumental que generó pánico innecesario. Aunque claro, con la forma en que íbamos, cualquiera hubiera pensado que íbamos a tener que empezar a andar en caballo otra vez para salir del país.
La renuncia de Saborío sigue siendo un tema polémico. Algunos dicen que fue un sacrificio político, otros que simplemente asumió la responsabilidad por lo que pudo haber pasado. Lo cierto es que la Dirección General de Aviación Civil ahora tiene que demostrar que está tomando cartas en el asunto y trabajando duro para garantizar la seguridad de nuestros cielos. Porque, díganlo conmigo, ¡nadie quiere perder la vida en un avión!
Más allá de este incidente, la situación nos obliga a reflexionar sobre la importancia de la transparencia y la comunicación clara por parte de las autoridades. En la era digital, donde la información viaja a la velocidad de la luz, es crucial evitar rumores y especulaciones que pueden afectar la confianza pública. Además, nos hace pensar si realmente estamos invirtiendo lo suficiente en mejorar nuestra infraestructura y capacitación aeronáutica. Después de todo, la seguridad no es negociable, y mantenerla requiere esfuerzo constante y recursos adecuados.
En fin, parece que el susto quedó atrás, pero la incógnita persiste: ¿Qué tan lejos estuvimos realmente de una posible sanción por parte de la OACI? ¿Crees que las autoridades deberían implementar medidas más estrictas para prevenir falsas alarmas como ésta y asegurar la credibilidad de la información que comparten? Déjanos tu opinión en los comentarios – ¡queremos saber qué piensas!