¡Ay, Dios mío! Esto sí que es un bronco. Resulta que nuestro sistema de seguridad aérea le dio un susto tremendo a la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), tanto que nos pegamos un reprobado de campeonato. Un 61,7%, ¡idiay!, ni siquiera llegamos a la nota mínima que exigen, que son 75. Luis Diego Saborío Soto, el subdirector de la DGAC, ya echó agua arriba, presentando su dimisión apenas se corrió la voz de la mala nota.
Para ponerle pausa, la OACI es el órgano de las Naciones Unidas que vigila cómo volamos los países del mundo, asegurándose de que todo esté en orden y que nadie se vaya al traste por descuidos. Es como el inspector técnico, pero a nivel global. Así que que te digan que no estamos cumpliendo con los estándares es bastante serio, y no precisamente un chiste para contar en casa.
Y ojo que esto no es solo una simple calificación baja; la OACI ha señalado directamente que nuestra supervisión sobre temas clave –licencias de pilotos, si las avionetas están en buen estado, cómo operan las aerolíneas, investigar accidentes, proteger al usuario y vigilar si todo sigue funcionando bien– es… pues, digamos que deja mucho que desear. Lo cual, a todas luces, da muchísimo que pensar y me pone nerviositos imaginarme volando en cualquier avión de acá.
Pero no todo quedó en silencio. Eliécer Feinzaig, exdiputado y otrora viceministro de Transportes, sacó pecho y no se mordió la lengua. Le soltó una descarga al gobierno, acusándolos de ser “los más incompetentes en la historia de Costa Rica”. Dijo que el país había sido advertido, pero que nadie hizo nada para evitar esta debacle. Ya saben, Feinzaig siempre metido en la polémica, pero en este caso, la crítica tiene bastante fundamento, ¡qué torta!
Lo que más preocupa es que este fallo no es menor. Estamos hablando de la seguridad de miles de pasajeros, de turistas que visitan nuestro hermoso país, de familias que viajan por trabajo o placer. Que haya una falla en la supervisión y control puede tener consecuencias graves y difíciles de asumir. Además, afectará la imagen de Costa Rica como destino turístico seguro, eso sí que es un brete.
Expertos en el área consultados señalan que la falta de inversión en tecnología y capacitación para el personal de la DGAC han contribuido a esta situación. También mencionan la politización de algunos cargos dentro de la institución, donde los méritos técnicos parecen pasar a segundo plano. Parece que más allá de la renuncia de Saborío, hay un problema estructural profundo que necesita soluciones urgentes. No podemos seguir jugando con la seguridad de la gente por conveniencias políticas.
Recordemos que este tipo de evaluaciones de la OACI son fundamentales para mantener la confianza internacional en nuestras aerolíneas y en el sistema de aviación en general. Una calificación baja puede significar restricciones a nuestros vuelos internacionales, mayores costos operativos y, lo peor de todo, comprometer la seguridad de todos los que utilizamos el transporte aéreo. La verdad, ¡qué sal!
Ahora, después de escuchar todas estas noticias, me pregunto: ¿cree usted que la renuncia de Luis Diego Saborío es suficiente para solucionar el problema de fondo en la Dirección General de Aviación Civil, o necesitamos medidas más drásticas para garantizar la seguridad aérea de Costa Rica?
Para ponerle pausa, la OACI es el órgano de las Naciones Unidas que vigila cómo volamos los países del mundo, asegurándose de que todo esté en orden y que nadie se vaya al traste por descuidos. Es como el inspector técnico, pero a nivel global. Así que que te digan que no estamos cumpliendo con los estándares es bastante serio, y no precisamente un chiste para contar en casa.
Y ojo que esto no es solo una simple calificación baja; la OACI ha señalado directamente que nuestra supervisión sobre temas clave –licencias de pilotos, si las avionetas están en buen estado, cómo operan las aerolíneas, investigar accidentes, proteger al usuario y vigilar si todo sigue funcionando bien– es… pues, digamos que deja mucho que desear. Lo cual, a todas luces, da muchísimo que pensar y me pone nerviositos imaginarme volando en cualquier avión de acá.
Pero no todo quedó en silencio. Eliécer Feinzaig, exdiputado y otrora viceministro de Transportes, sacó pecho y no se mordió la lengua. Le soltó una descarga al gobierno, acusándolos de ser “los más incompetentes en la historia de Costa Rica”. Dijo que el país había sido advertido, pero que nadie hizo nada para evitar esta debacle. Ya saben, Feinzaig siempre metido en la polémica, pero en este caso, la crítica tiene bastante fundamento, ¡qué torta!
Lo que más preocupa es que este fallo no es menor. Estamos hablando de la seguridad de miles de pasajeros, de turistas que visitan nuestro hermoso país, de familias que viajan por trabajo o placer. Que haya una falla en la supervisión y control puede tener consecuencias graves y difíciles de asumir. Además, afectará la imagen de Costa Rica como destino turístico seguro, eso sí que es un brete.
Expertos en el área consultados señalan que la falta de inversión en tecnología y capacitación para el personal de la DGAC han contribuido a esta situación. También mencionan la politización de algunos cargos dentro de la institución, donde los méritos técnicos parecen pasar a segundo plano. Parece que más allá de la renuncia de Saborío, hay un problema estructural profundo que necesita soluciones urgentes. No podemos seguir jugando con la seguridad de la gente por conveniencias políticas.
Recordemos que este tipo de evaluaciones de la OACI son fundamentales para mantener la confianza internacional en nuestras aerolíneas y en el sistema de aviación en general. Una calificación baja puede significar restricciones a nuestros vuelos internacionales, mayores costos operativos y, lo peor de todo, comprometer la seguridad de todos los que utilizamos el transporte aéreo. La verdad, ¡qué sal!
Ahora, después de escuchar todas estas noticias, me pregunto: ¿cree usted que la renuncia de Luis Diego Saborío es suficiente para solucionar el problema de fondo en la Dirección General de Aviación Civil, o necesitamos medidas más drásticas para garantizar la seguridad aérea de Costa Rica?