¡Aguántense, pura vida! Resulta que el Gobierno, esos mismos que nos prometieron carreteras como la seda y trenes voladores, andan chambeando a medio camino en varios proyectos de transporte. Mideplan, que no es precisamente el departamento de las buenas noticias, soltó la bomba: tres de cada cinco metas planteadas en el Plan Nacional de Desarrollo e Inversión Pública andan más atascadas que un carro en hora pico en la Ruta 27.
Estos proyectos, que se presentaron hace unos tres años con bombos y platillos, tenían fechas límite ambiciosas. Pero parece que entre papeleos, créditos que no llegan y un poquito de chapucería, la cosa se les fue al traste. De las 24 metas sectoriales, quince están en estado crítico, color rojo intenso, para que se hagan una idea del desmadre.
Y pa' ponernos las pilas, la parte del Gobierno es la que más rezagada anda. Vamos a ver algunos ejemplos que dan ganas de tirarle piedras al mar: la Carretera San José–San Ramón, que debería estar al 61,49% y anda moviéndose a paso de tortuga con apenas un 12,37%. El Proyecto Ciudad Gobierno, que es como si le hubieran puesto hielo seco, ni siquiera ha arrancado; debió estar en 62,25% y está en cero. Y la Carretera San José–Caldera, otra que no pinta nada bueno, se quedó clavada en el punto de partida, también cero.
No nos olvidemos de otras linduras: la carretera a Cartago apenas lleva 7% de avance, cuando debería haber llegado al 50%; el proyecto de la marina de cruceros está más muerto que bola de billar con solo 6,38% contra una meta del 20%; y el puente de acceso a la terminal de Puntarenas, que milagrosamente llegó al 100% – ¡ojo!, luego bajó a un triste 34%! Ah, y el Tren Eléctrico Limonense, ese que nos prometieron desde antes que naciera mi abuela, va apenas a 5,88% de avance, cuando debía estar al 52%... ¡Una torta!
¿Y qué pasa con el Tren al Pacífico Central? Nada, absolutamente nada. Ni siquiera se molestaron en mover el dedo, siguen estancados en el 0%. El Tren Rápido de Pasajeros tampoco está dando razones de alegría, con un ridículo 6,60% frente a una meta del 78%. En fin, una lista larga de decepciones que nos dejan pensando si alguien realmente sabe qué está pasando con nuestro dinero. ¡Qué desilusión!
Las excusas, como siempre, abundan. Dicen que la falta de fondos, los problemas con créditos internacionales, la inflación, las disputas legales y hasta el clima inclemente han contribuido a estos retrasos. Lo que me da pena es que todo esto suena a disco rayado, a la misma canción que escuchamos año tras año. Parece que nadie aprende la lección y seguimos pagando las consecuencias de la mala planificación y la corrupción.
Guillermo Carazo, del Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos, nos pone la gotera diciendo que desarrollar una obra pública en Costa Rica toma más tiempo del debido. Dice que los diseños y construcciones tardan porque no saben qué van a encontrar una vez que empiezan el brete, encima sumándole los temas burocráticos y políticos. Como si fuera novedad. A estas alturas ya sabemos que la frase clave es: esperen lo inesperado.
Así que ahí estamos, con proyectos a medio hacer, carreteras llenas de baches y un futuro incierto en materia de transporte. Me pregunto, ¿creen ustedes que alguna vez vamos a tener un sistema de transporte eficiente y confiable en Costa Rica, o esto seguirá siendo una telenovela sin fin? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensan mis panas sobre este asunto!
Estos proyectos, que se presentaron hace unos tres años con bombos y platillos, tenían fechas límite ambiciosas. Pero parece que entre papeleos, créditos que no llegan y un poquito de chapucería, la cosa se les fue al traste. De las 24 metas sectoriales, quince están en estado crítico, color rojo intenso, para que se hagan una idea del desmadre.
Y pa' ponernos las pilas, la parte del Gobierno es la que más rezagada anda. Vamos a ver algunos ejemplos que dan ganas de tirarle piedras al mar: la Carretera San José–San Ramón, que debería estar al 61,49% y anda moviéndose a paso de tortuga con apenas un 12,37%. El Proyecto Ciudad Gobierno, que es como si le hubieran puesto hielo seco, ni siquiera ha arrancado; debió estar en 62,25% y está en cero. Y la Carretera San José–Caldera, otra que no pinta nada bueno, se quedó clavada en el punto de partida, también cero.
No nos olvidemos de otras linduras: la carretera a Cartago apenas lleva 7% de avance, cuando debería haber llegado al 50%; el proyecto de la marina de cruceros está más muerto que bola de billar con solo 6,38% contra una meta del 20%; y el puente de acceso a la terminal de Puntarenas, que milagrosamente llegó al 100% – ¡ojo!, luego bajó a un triste 34%! Ah, y el Tren Eléctrico Limonense, ese que nos prometieron desde antes que naciera mi abuela, va apenas a 5,88% de avance, cuando debía estar al 52%... ¡Una torta!
¿Y qué pasa con el Tren al Pacífico Central? Nada, absolutamente nada. Ni siquiera se molestaron en mover el dedo, siguen estancados en el 0%. El Tren Rápido de Pasajeros tampoco está dando razones de alegría, con un ridículo 6,60% frente a una meta del 78%. En fin, una lista larga de decepciones que nos dejan pensando si alguien realmente sabe qué está pasando con nuestro dinero. ¡Qué desilusión!
Las excusas, como siempre, abundan. Dicen que la falta de fondos, los problemas con créditos internacionales, la inflación, las disputas legales y hasta el clima inclemente han contribuido a estos retrasos. Lo que me da pena es que todo esto suena a disco rayado, a la misma canción que escuchamos año tras año. Parece que nadie aprende la lección y seguimos pagando las consecuencias de la mala planificación y la corrupción.
Guillermo Carazo, del Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos, nos pone la gotera diciendo que desarrollar una obra pública en Costa Rica toma más tiempo del debido. Dice que los diseños y construcciones tardan porque no saben qué van a encontrar una vez que empiezan el brete, encima sumándole los temas burocráticos y políticos. Como si fuera novedad. A estas alturas ya sabemos que la frase clave es: esperen lo inesperado.
Así que ahí estamos, con proyectos a medio hacer, carreteras llenas de baches y un futuro incierto en materia de transporte. Me pregunto, ¿creen ustedes que alguna vez vamos a tener un sistema de transporte eficiente y confiable en Costa Rica, o esto seguirá siendo una telenovela sin fin? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensan mis panas sobre este asunto!