¡Ay, Dios mío! Esto sí que está feo. El OIJ anda buscando gente para echarle una mano en el caso del señor Navarrete, aquel que apareció convertido en cenizas junto con su carro en Carrillo. Un panorama deprimente, vamos.
Como bien saben, el hecho ocurrió allá por el mes de julio, hace ya varios meses. Se encontraron los restos del pobre hombre y el vehículo totalmente chamuscado en Santo Domingo de Belén, en Guanacaste. La Policía Judicial dice que necesitan que la ciudadanía aporte información, cualquier cosita que pueda ayudar a aclarar este maje. ¡Pero qué se espera, si ya pasó tanto tiempo!
Se han habilitado líneas directas – el 800-8000645 y el WhatsApp al 8800-0645 – para que la gente reporte cualquier dato que tenga. Dice el OIJ que la información será tratada de forma confidencial, así que eso es bueno, aunque uno siempre se queda con la mosca detrás de la oreja, ¿verdad? Uno nunca sabe quién puede estar escuchando.
Lo que más me preocupa es la poca información que hay. No han soltado mucho sobre posibles móviles ni nombres de sospechosos. ¿Será porque todavía están muy verdes en la investigación o porque quieren mantener todo bajo siete llaves? El silencio, a veces, da más miedo que el escándalo mismo.
Este caso reaviva la preocupación por la inseguridad en zonas rurales, especialmente en Guanacaste. Ya hemos visto casos similares en otras partes del país, y parece que la violencia se va extendiendo como maleza. Una vara preocupante, porque ahí la gente vive tranquila, trabajadora, y de repente aparece algo así… ¡Un bajón tremendo!
Y hablando de Guanacaste, hay que recordar que es una zona turística importante, y estos hechos, obviamente, no ayudan a proyectar una imagen segura. Claro, el turismo es fundamental para la economía del país, pero no podemos poner en riesgo la seguridad de nadie, ni turistas ni nacionales.
Me pregunto si realmente la ayuda ciudadana será suficiente para resolver este caso. Con toda la desconfianza que hay hoy en día, ¿cuánta gente estará dispuesta a colaborar? Y aún si lo hacen, ¿será que la información que aporten sea realmente útil? A veces uno siente que estamos nadando a contracorriente, tratando de hacer lo correcto en medio de tanta oscuridad.
En fin, esperamos que el OIJ logre esclarecer este lamentable hecho y llevar a los responsables ante la justicia. Pero la verdad, viendo cómo van las cosas, uno se queda pensando: ¿Realmente tenemos las herramientas necesarias para combatir la creciente ola de violencia que nos azota? ¿Deberíamos enfocarnos más en programas preventivos que en reaccionar una vez que ya ha pasado lo irreparable?
Como bien saben, el hecho ocurrió allá por el mes de julio, hace ya varios meses. Se encontraron los restos del pobre hombre y el vehículo totalmente chamuscado en Santo Domingo de Belén, en Guanacaste. La Policía Judicial dice que necesitan que la ciudadanía aporte información, cualquier cosita que pueda ayudar a aclarar este maje. ¡Pero qué se espera, si ya pasó tanto tiempo!
Se han habilitado líneas directas – el 800-8000645 y el WhatsApp al 8800-0645 – para que la gente reporte cualquier dato que tenga. Dice el OIJ que la información será tratada de forma confidencial, así que eso es bueno, aunque uno siempre se queda con la mosca detrás de la oreja, ¿verdad? Uno nunca sabe quién puede estar escuchando.
Lo que más me preocupa es la poca información que hay. No han soltado mucho sobre posibles móviles ni nombres de sospechosos. ¿Será porque todavía están muy verdes en la investigación o porque quieren mantener todo bajo siete llaves? El silencio, a veces, da más miedo que el escándalo mismo.
Este caso reaviva la preocupación por la inseguridad en zonas rurales, especialmente en Guanacaste. Ya hemos visto casos similares en otras partes del país, y parece que la violencia se va extendiendo como maleza. Una vara preocupante, porque ahí la gente vive tranquila, trabajadora, y de repente aparece algo así… ¡Un bajón tremendo!
Y hablando de Guanacaste, hay que recordar que es una zona turística importante, y estos hechos, obviamente, no ayudan a proyectar una imagen segura. Claro, el turismo es fundamental para la economía del país, pero no podemos poner en riesgo la seguridad de nadie, ni turistas ni nacionales.
Me pregunto si realmente la ayuda ciudadana será suficiente para resolver este caso. Con toda la desconfianza que hay hoy en día, ¿cuánta gente estará dispuesta a colaborar? Y aún si lo hacen, ¿será que la información que aporten sea realmente útil? A veces uno siente que estamos nadando a contracorriente, tratando de hacer lo correcto en medio de tanta oscuridad.
En fin, esperamos que el OIJ logre esclarecer este lamentable hecho y llevar a los responsables ante la justicia. Pero la verdad, viendo cómo van las cosas, uno se queda pensando: ¿Realmente tenemos las herramientas necesarias para combatir la creciente ola de violencia que nos azota? ¿Deberíamos enfocarnos más en programas preventivos que en reaccionar una vez que ya ha pasado lo irreparable?