¡Ay, Dios mío, qué torta! Resulta que la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), nuestra querida Caja, firmó un contrato por casi medio millón de dólares –$677 mil, pa’ que se hagan una idea– para recibir alertas sobre fallas en su sistema informático. Lo curioso, o más bien, lo preocupante, es que parece que nadie se molestó en leer esas alertas. ¡Imagínate la bronca!
Según reveló la Contralora General de la República, Marta Acosta, la contratación de PwC fue precisamente para detectar esos problemas y prevenir desastres. Pero ahí va la vaina: el sistema ERP-SAP, ese que tanto nos vendieron como revolucionario, se implementó a pesar de las advertencias. ¡Un brete el que se armó!
Y no solo fueron las alertas de PwC, diay. Acosta recalcó que también hubo voces internas, gerentes de logística, finanzas, ¡hasta la gerencia médica! Incluso la Auditoría Interna levantó banderas rojas. Parecía que estaban gritando a gritos, pero nadie les hacía caso. Esto demuestra, chunche, que la comunicación interna en la CCSS necesita urgentemente una repasada.
Carolina Retana, del Área de Fiscalización, soltó la bomba: desde que pusieron el SAP, la CCSS ha estado funcionando prácticamente a ciegas, sin saber cómo anda realmente económicamente. ¡Eso sí que es irse al traste! Como si administrar el país fuera un juego de azar, ¿verdad?
Lo más risible, aunque no debería serlo, es que la presidenta ejecutiva de la CCSS, Mónica Taylor, y el gerente médico, Alexander Sánchez, juraban que el sistema era “todo un éxito”. ¡Pero qué tonterías! Acosta dejó claro que la Contraloría piensa diferente y hasta mostró oficios donde el propio gerente médico expresaba su preocupación y pedía refuerzo de personal. ¡Vaya contradicción, mae!
La Contraloría General de la República (CGR) está investigando a fondo este maje, y han emitido varias órdenes a raíz de denuncias ciudadanas. Parece que se eliminaron componentes técnicos importantes, se ignoraron las advertencias y, para colmo, el sistema se puso en marcha sin cumplir ni siquiera las condiciones mínimas. Esto me da pena ajena, porque a final de cuentas, nosotros, los ciudadanos, somos quienes pagamos la factura.
Además, descubrieron que debilitaron el modelo de gobernanza, centralizando el control del sistema en la Presidencia Ejecutiva. ¡Una barbaridad! Imaginen las consecuencias: seis meses sin estados financieros, problemas de abastecimiento, pagos atrasados a proveedores… ¡Todo pegado! Incluso, llegó un momento en que 27 centros de salud estuvieron a punto de quedarse sin medicamentos. ¡Qué sal!
En fin, este rollo nos deja pensando: ¿Cómo es posible que una institución tan importante como la CCSS pueda cometer estos errores? ¿Quién lleva la responsabilidad última de este desastre? ¿Será que necesitamos una reforma profunda en la gestión pública para evitar que estas situaciones se repitan? ¡Dime tú, qué opinas de todo este brete?
Según reveló la Contralora General de la República, Marta Acosta, la contratación de PwC fue precisamente para detectar esos problemas y prevenir desastres. Pero ahí va la vaina: el sistema ERP-SAP, ese que tanto nos vendieron como revolucionario, se implementó a pesar de las advertencias. ¡Un brete el que se armó!
Y no solo fueron las alertas de PwC, diay. Acosta recalcó que también hubo voces internas, gerentes de logística, finanzas, ¡hasta la gerencia médica! Incluso la Auditoría Interna levantó banderas rojas. Parecía que estaban gritando a gritos, pero nadie les hacía caso. Esto demuestra, chunche, que la comunicación interna en la CCSS necesita urgentemente una repasada.
Carolina Retana, del Área de Fiscalización, soltó la bomba: desde que pusieron el SAP, la CCSS ha estado funcionando prácticamente a ciegas, sin saber cómo anda realmente económicamente. ¡Eso sí que es irse al traste! Como si administrar el país fuera un juego de azar, ¿verdad?
Lo más risible, aunque no debería serlo, es que la presidenta ejecutiva de la CCSS, Mónica Taylor, y el gerente médico, Alexander Sánchez, juraban que el sistema era “todo un éxito”. ¡Pero qué tonterías! Acosta dejó claro que la Contraloría piensa diferente y hasta mostró oficios donde el propio gerente médico expresaba su preocupación y pedía refuerzo de personal. ¡Vaya contradicción, mae!
La Contraloría General de la República (CGR) está investigando a fondo este maje, y han emitido varias órdenes a raíz de denuncias ciudadanas. Parece que se eliminaron componentes técnicos importantes, se ignoraron las advertencias y, para colmo, el sistema se puso en marcha sin cumplir ni siquiera las condiciones mínimas. Esto me da pena ajena, porque a final de cuentas, nosotros, los ciudadanos, somos quienes pagamos la factura.
Además, descubrieron que debilitaron el modelo de gobernanza, centralizando el control del sistema en la Presidencia Ejecutiva. ¡Una barbaridad! Imaginen las consecuencias: seis meses sin estados financieros, problemas de abastecimiento, pagos atrasados a proveedores… ¡Todo pegado! Incluso, llegó un momento en que 27 centros de salud estuvieron a punto de quedarse sin medicamentos. ¡Qué sal!
En fin, este rollo nos deja pensando: ¿Cómo es posible que una institución tan importante como la CCSS pueda cometer estos errores? ¿Quién lleva la responsabilidad última de este desastre? ¿Será que necesitamos una reforma profunda en la gestión pública para evitar que estas situaciones se repitan? ¡Dime tú, qué opinas de todo este brete?