Mae, a veces uno lee una noticia y de verdad no sabe si reír, llorar o simplemente apagar y vámonos. La trama que se destapó con el caso de Celso Gamboa y su conexión con el actual viceministro de Seguridad, Manuel Jiménez Steller, es de esas que superan cualquier guion. Es un enredo tan, pero tan monumental, que parece sacado de una serie de narcos mal escrita. Estamos hablando de un abogado extraditable que defendía a miembros de "La H", quienes quedaron libres por una decisión del que hoy es, irónicamente, el segundo al mando de la seguridad del país. ¡Qué despiche más monumental!
Vamos por partes para no perdernos en esta telaraña. La vara es así: Celso Gamboa, antes de ser detenido a petición de la DEA, era el abogado de dos fichas, Emir Núñez y Kevin Reyes, ligados al decomiso de 2.5 toneladas de cocaína. Lo curioso es que estos maes, junto a otros cuatro, habían sido sobreseídos (o sea, les archivaron la causa) por una solicitud directa de Manuel Jiménez, cuando era fiscal en Limón. O sea, el mae que hoy nos debe cuidar, en su momento dijo "aquí no hay suficiente para seguir". ¿El resultado? Los imputados para la casa. Que alguien se jaló una torta en ese momento es poco decir.
Lo que le pone la cereza a este pastel de caos es el giro del destino. Los mismos clientes de Gamboa, al enterarse de que su defensor ahora estaba en la misma situación que ellos —privado de libertad—, tuvieron que pedir un defensor público. Más salados, imposible. Literalmente le dijeron al juez: "mi defensor Celso Gamboa Sánchez se encuentra privado de libertad y no cuento con recursos económicos para seguir pagando". Es una ironía tan perfecta que duele. El defensor de supuestos narcos, caído por la DEA. Mientras tanto, el caso que se había cerrado, se reabrió gracias a una revisión que consideró que las pruebas ¡SÍ eran suficientes! y ahora la vara está en la Fiscalía de Delincuencia Organizada.
Diay, como era de esperarse, el ahora viceministro Jiménez salió a defender su brete de aquel entonces. En un video, dice que la vinculación con Gamboa es "enfermiza" e "incorrecta", y que él solo actuó con "objetividad y análisis de las pruebas". Pero, ¿cómo se explica que con las mismas pruebas, otro fiscal sí pudiera montar una acusación sólida? Todo el plan de archivar el caso se fue al traste y ahora las preguntas llueven. No se trata de una vinculación "enfermiza", se trata de una coincidencia demasiado grande y de una decisión que, a la luz de los hechos, parece, como mínimo, un error garrafal que dejó a presuntos narcos de alto perfil en la calle.
Al final del día, mae, esta historia deja un sinsabor terrible. No es solo un chisme de tribunales; es un reflejo de un sistema que parece tener más huecos que un colador. Un abogado polémico que termina extraditable, un viceministro de Seguridad con un pasado como fiscal que genera más dudas que certezas, y un expediente que va y viene como si fuera un chunche sin importancia. La confianza en las instituciones se erosiona con cada uno de estos enredos, y uno se queda pensando si lo que falla es la gente, el sistema o si simplemente todo es un caos sin remedio. Por eso les pregunto a ustedes, los que leen y analizan más allá del titular.
Maes, ¿ustedes qué creen que pesa más en esta vara: la incompetencia pura y dura, una sal gigantesca, o hay algo más turbio que no nos están contando? ¿Cómo se supone que uno confíe en el sistema con un despiche así?
Vamos por partes para no perdernos en esta telaraña. La vara es así: Celso Gamboa, antes de ser detenido a petición de la DEA, era el abogado de dos fichas, Emir Núñez y Kevin Reyes, ligados al decomiso de 2.5 toneladas de cocaína. Lo curioso es que estos maes, junto a otros cuatro, habían sido sobreseídos (o sea, les archivaron la causa) por una solicitud directa de Manuel Jiménez, cuando era fiscal en Limón. O sea, el mae que hoy nos debe cuidar, en su momento dijo "aquí no hay suficiente para seguir". ¿El resultado? Los imputados para la casa. Que alguien se jaló una torta en ese momento es poco decir.
Lo que le pone la cereza a este pastel de caos es el giro del destino. Los mismos clientes de Gamboa, al enterarse de que su defensor ahora estaba en la misma situación que ellos —privado de libertad—, tuvieron que pedir un defensor público. Más salados, imposible. Literalmente le dijeron al juez: "mi defensor Celso Gamboa Sánchez se encuentra privado de libertad y no cuento con recursos económicos para seguir pagando". Es una ironía tan perfecta que duele. El defensor de supuestos narcos, caído por la DEA. Mientras tanto, el caso que se había cerrado, se reabrió gracias a una revisión que consideró que las pruebas ¡SÍ eran suficientes! y ahora la vara está en la Fiscalía de Delincuencia Organizada.
Diay, como era de esperarse, el ahora viceministro Jiménez salió a defender su brete de aquel entonces. En un video, dice que la vinculación con Gamboa es "enfermiza" e "incorrecta", y que él solo actuó con "objetividad y análisis de las pruebas". Pero, ¿cómo se explica que con las mismas pruebas, otro fiscal sí pudiera montar una acusación sólida? Todo el plan de archivar el caso se fue al traste y ahora las preguntas llueven. No se trata de una vinculación "enfermiza", se trata de una coincidencia demasiado grande y de una decisión que, a la luz de los hechos, parece, como mínimo, un error garrafal que dejó a presuntos narcos de alto perfil en la calle.
Al final del día, mae, esta historia deja un sinsabor terrible. No es solo un chisme de tribunales; es un reflejo de un sistema que parece tener más huecos que un colador. Un abogado polémico que termina extraditable, un viceministro de Seguridad con un pasado como fiscal que genera más dudas que certezas, y un expediente que va y viene como si fuera un chunche sin importancia. La confianza en las instituciones se erosiona con cada uno de estos enredos, y uno se queda pensando si lo que falla es la gente, el sistema o si simplemente todo es un caos sin remedio. Por eso les pregunto a ustedes, los que leen y analizan más allá del titular.
Maes, ¿ustedes qué creen que pesa más en esta vara: la incompetencia pura y dura, una sal gigantesca, o hay algo más turbio que no nos están contando? ¿Cómo se supone que uno confíe en el sistema con un despiche así?