¡Ay, Dios mío! Esto de los ciervos con esos bultones gigantes anda dando vuelta en todas partes, ¿eh? Parece que Facebook se le cayó, porque las fotos andan circulando como reguero de pólvora. Todo el mundo comentando, preguntándose si va a salir otra pandemia… ¡Pero tranquilos, pura bronca! Aunque la pinta es rara, la ciencia ya tiene la respuesta.
Resulta que estos ‘monstruos’ (como algunos los están llamando) tienen fibromas cutáneos, que son básicamente tumores benignos. Un virus, pa’ ser exactos, un papilomavirus que ataca a los ciervos. Nada nuevo bajo el sol, vamos, esto lleva años pasando en lugares como Nueva York, Pensilvania y Wisconsin. Los gringos, como siempre, tardan en darse cuenta, pero bueno, ahí nomás…
La onda es que este virus no les hace daño a nosotros, ni a las mascotas, ni al ganado. Así que ya, respiren hondo. El Departamento de Pesca y Vida Silvestre de Maine, que andan pendientes de estas cosas, lo han dicho clarito: no hay ningún brote nuevo ni riesgo sanitario. Lo feo es que estos fibromas pueden crecer bastante, desde una semillita de chícharo hasta una pelota de fútbol, pero no les duele y no los mata necesariamente.
Entonces, ¿cómo se pega este virus? Pues principalmente por los bichos picadores, como mosquitos y garrapatas. ¡Y ahí la tenemos! Estos maes se comen la sangre de los ciervos y luego van de un lado a otro, propagando la enfermedad. Además, los mismos ciervos se ayudan a contagiarse, especialmente cuando están buscando pareja, frotándose contra los árboles para dejar su olor. Imagínatelo, ¡qué brete de contagio!
Ahora, lo curioso es que aunque la mayoría de los ciervos se recuperan solos, gracias a su sistema inmune, hay casos en los que los tumores son tan grandes que les dificultan ver o comer. Ahí sí, toca meterles mano y ayudarlo. Pero ojo, eso es lo excepcional, la gran mayoría se arreglan solito. La verdad, da pena verlos así, pareciera que llevan un problema encima.
Pero lo que más me sorprende es cómo se ha reaccionado ante esto. La gente se ha puesto súper nerviosa, como si fuera el fin del mundo. El gobierno de Wisconsin tuvo que salir a aclarar que no hay un aumento inusual de casos, sino que la gente comparte más rápido las fotos en redes sociales. Ya saben, ¡el poder de Instagram! Hasta los conejos y ardillas andan sufriendo, pues también les aparecen unos crecimientos raritos, aunque eso es culpa del llamado 'Shope papilomavirus', que también es inofensivo para nosotros.
Y aquí viene la jugada maestra: muchos científicos creen que todo esto se debe al cambio climático. Con tanto calor y alteración en los ecosistemas, los insectos se reproducen más rápido y se expanden a nuevos territorios, llevando consigo los virus. Entonces, resulta que, además de inundaciones y sequías, ¡ahora también nos traen ciervos deformes! Vaya, qué vara… A propósito, ¿ya vieron los ‘conejos Frankenstein’? Son otra historia aparte, ¡pero igual de perturbadora!
Al final, lo importante es mantener la calma y no dejarnos llevar por el pánico. Los ecosistemas cambian, y la salud de los animales, del ambiente y nuestra propia salud están conectadas. Como dice el departamento de conservación de Nueva York, “la naturaleza no está enferma, solo estamos mirando más de cerca que nunca.” Pero bueno, díganme, ¿ustedes qué piensan? ¿Les preocupa más el bienestar de los ciervos o la posibilidad de que esto se convierta en el próximo foco infeccioso mundial?
Resulta que estos ‘monstruos’ (como algunos los están llamando) tienen fibromas cutáneos, que son básicamente tumores benignos. Un virus, pa’ ser exactos, un papilomavirus que ataca a los ciervos. Nada nuevo bajo el sol, vamos, esto lleva años pasando en lugares como Nueva York, Pensilvania y Wisconsin. Los gringos, como siempre, tardan en darse cuenta, pero bueno, ahí nomás…
La onda es que este virus no les hace daño a nosotros, ni a las mascotas, ni al ganado. Así que ya, respiren hondo. El Departamento de Pesca y Vida Silvestre de Maine, que andan pendientes de estas cosas, lo han dicho clarito: no hay ningún brote nuevo ni riesgo sanitario. Lo feo es que estos fibromas pueden crecer bastante, desde una semillita de chícharo hasta una pelota de fútbol, pero no les duele y no los mata necesariamente.
Entonces, ¿cómo se pega este virus? Pues principalmente por los bichos picadores, como mosquitos y garrapatas. ¡Y ahí la tenemos! Estos maes se comen la sangre de los ciervos y luego van de un lado a otro, propagando la enfermedad. Además, los mismos ciervos se ayudan a contagiarse, especialmente cuando están buscando pareja, frotándose contra los árboles para dejar su olor. Imagínatelo, ¡qué brete de contagio!
Ahora, lo curioso es que aunque la mayoría de los ciervos se recuperan solos, gracias a su sistema inmune, hay casos en los que los tumores son tan grandes que les dificultan ver o comer. Ahí sí, toca meterles mano y ayudarlo. Pero ojo, eso es lo excepcional, la gran mayoría se arreglan solito. La verdad, da pena verlos así, pareciera que llevan un problema encima.
Pero lo que más me sorprende es cómo se ha reaccionado ante esto. La gente se ha puesto súper nerviosa, como si fuera el fin del mundo. El gobierno de Wisconsin tuvo que salir a aclarar que no hay un aumento inusual de casos, sino que la gente comparte más rápido las fotos en redes sociales. Ya saben, ¡el poder de Instagram! Hasta los conejos y ardillas andan sufriendo, pues también les aparecen unos crecimientos raritos, aunque eso es culpa del llamado 'Shope papilomavirus', que también es inofensivo para nosotros.
Y aquí viene la jugada maestra: muchos científicos creen que todo esto se debe al cambio climático. Con tanto calor y alteración en los ecosistemas, los insectos se reproducen más rápido y se expanden a nuevos territorios, llevando consigo los virus. Entonces, resulta que, además de inundaciones y sequías, ¡ahora también nos traen ciervos deformes! Vaya, qué vara… A propósito, ¿ya vieron los ‘conejos Frankenstein’? Son otra historia aparte, ¡pero igual de perturbadora!
Al final, lo importante es mantener la calma y no dejarnos llevar por el pánico. Los ecosistemas cambian, y la salud de los animales, del ambiente y nuestra propia salud están conectadas. Como dice el departamento de conservación de Nueva York, “la naturaleza no está enferma, solo estamos mirando más de cerca que nunca.” Pero bueno, díganme, ¿ustedes qué piensan? ¿Les preocupa más el bienestar de los ciervos o la posibilidad de que esto se convierta en el próximo foco infeccioso mundial?