¡Ay, Dios mío! Aquí vamos de nuevo con este rollo de la seguridad social. Parece que cada legislatura tenemos que estar peleándonos por defender lo poco que nos queda. Miguel Ángel Rodríguez, exprésidente, le dio en el clavo cuando dijo que estos “abejones” nos llegan en mayo, cada vez menos, y a pesar de parecer inofensivos, son ataques constantes a nuestro sistema.
La verdad, resulta frustrante ver cómo diputados de distintos partidos políticos –desde el Frente Amplio hasta el PLN pasando por el oficialismo– andan tramitando iniciativas para permitir que los recursos del ROP (el Régimen de Pensiones Complementarias) se entreguen anticipadamente. Dicen que es para ayudar a la gente, que el dinero es del trabajador y bla, bla, bla... Ya saben, la típica palabrería para disfrazar medidas cortoplacistas.
Pero miren, ¿qué es realmente el ROP? Para refrescarles la memoria, este sistema nació en 1998, como parte de la tan cacareada Reforma Social, impulsada por la Concertación Nacional. Fue una jugada maestra para complementar las pensiones del IVM, Caja, Magisterio y Poder Judicial, evitando que los fondos de pensiones terminaran como en otros países, desinflacionados y tragados por los gobiernos. La idea era simple: crear cuentas individuales donde los trabajadores depositarían sus cuotas, gestionadas por operadores privados de su elección, con el fin de asegurar una jubilación digna.
Cuando se diseñó el ROP, la intención era que, tras 25 años de cotización, las pensiones complementarias cubrieran alrededor del 20% del salario del trabajador al momento de retirarse, llegando incluso a representar un tercio de la pensión total. Era una apuesta segura, pensábamos, para fortalecer la red de protección social y combatir la pobreza entre nuestros adultos mayores. Un buen brete, ¿verdad?
El problema, mis queridos, es que las cosas han cambiado drásticamente. Cuando creamos el sistema multipilar de pensiones, la población estaba creciendo a un ritmo considerable. Ahora, la realidad es distinta. Cada vez hay menos jóvenes ingresando al mercado laboral y cotizando al IVM, mientras que la cantidad de personas que se jubilan sigue aumentando. ¡Qué sal! La dinámica demográfica ha dado un vuelco, y el sistema enfrenta desafíos inéditos.
Además, la rentabilidad de las inversiones del ROP juega un papel crucial. Casi el 60% de los fondos acumulados proviene de los rendimientos generados por estas inversiones. Sumemos a eso que aproximadamente dos tercios de las contribuciones mensuales son aportadas por los empleadores, destinadas precisamente a garantizar pensiones más cómodas para los trabajadores. Entonces, ¿de qué estamos hablando cuando proponemos liberar esos fondos anticipadamente?
Señores y señoras diputadas, les pido, por el amor de patria, que paren con la demagogia política. Estos aparentes beneficios, aunque parezcan atractivos a corto plazo, tienen un costo enorme. Se perjudican las pensiones de quienes aún trabajan y se debilita nuestra seguridad social, poniendo en riesgo el futuro de las próximas generaciones. Estamos jugando con fuego, ¡y no es un juego inocente!
Y aquí va la gran pregunta para despertar el debate en el foro: ¿Creen que la solución a los problemas de fondo de la seguridad social pasa por flexibilizar el acceso a los fondos del ROP, o deberíamos enfocarnos en buscar alternativas estructurales que garanticen la sostenibilidad del sistema a largo plazo? ¡Den sus opiniones, vamos a charlar!
La verdad, resulta frustrante ver cómo diputados de distintos partidos políticos –desde el Frente Amplio hasta el PLN pasando por el oficialismo– andan tramitando iniciativas para permitir que los recursos del ROP (el Régimen de Pensiones Complementarias) se entreguen anticipadamente. Dicen que es para ayudar a la gente, que el dinero es del trabajador y bla, bla, bla... Ya saben, la típica palabrería para disfrazar medidas cortoplacistas.
Pero miren, ¿qué es realmente el ROP? Para refrescarles la memoria, este sistema nació en 1998, como parte de la tan cacareada Reforma Social, impulsada por la Concertación Nacional. Fue una jugada maestra para complementar las pensiones del IVM, Caja, Magisterio y Poder Judicial, evitando que los fondos de pensiones terminaran como en otros países, desinflacionados y tragados por los gobiernos. La idea era simple: crear cuentas individuales donde los trabajadores depositarían sus cuotas, gestionadas por operadores privados de su elección, con el fin de asegurar una jubilación digna.
Cuando se diseñó el ROP, la intención era que, tras 25 años de cotización, las pensiones complementarias cubrieran alrededor del 20% del salario del trabajador al momento de retirarse, llegando incluso a representar un tercio de la pensión total. Era una apuesta segura, pensábamos, para fortalecer la red de protección social y combatir la pobreza entre nuestros adultos mayores. Un buen brete, ¿verdad?
El problema, mis queridos, es que las cosas han cambiado drásticamente. Cuando creamos el sistema multipilar de pensiones, la población estaba creciendo a un ritmo considerable. Ahora, la realidad es distinta. Cada vez hay menos jóvenes ingresando al mercado laboral y cotizando al IVM, mientras que la cantidad de personas que se jubilan sigue aumentando. ¡Qué sal! La dinámica demográfica ha dado un vuelco, y el sistema enfrenta desafíos inéditos.
Además, la rentabilidad de las inversiones del ROP juega un papel crucial. Casi el 60% de los fondos acumulados proviene de los rendimientos generados por estas inversiones. Sumemos a eso que aproximadamente dos tercios de las contribuciones mensuales son aportadas por los empleadores, destinadas precisamente a garantizar pensiones más cómodas para los trabajadores. Entonces, ¿de qué estamos hablando cuando proponemos liberar esos fondos anticipadamente?
Señores y señoras diputadas, les pido, por el amor de patria, que paren con la demagogia política. Estos aparentes beneficios, aunque parezcan atractivos a corto plazo, tienen un costo enorme. Se perjudican las pensiones de quienes aún trabajan y se debilita nuestra seguridad social, poniendo en riesgo el futuro de las próximas generaciones. Estamos jugando con fuego, ¡y no es un juego inocente!
Y aquí va la gran pregunta para despertar el debate en el foro: ¿Creen que la solución a los problemas de fondo de la seguridad social pasa por flexibilizar el acceso a los fondos del ROP, o deberíamos enfocarnos en buscar alternativas estructurales que garanticen la sostenibilidad del sistema a largo plazo? ¡Den sus opiniones, vamos a charlar!