¡Ay, mamita! Aquí estamos otra vez, tratando de descifrar qué nos traerá el próximo año. El Grupo Financiero Acobo soltó unas proyecciones que, pa’ ponerle pausa, no son precisamente color de rosa. Parece que el 2026 va a estar lleno de curvas y decisiones difíciles, así que agarren sus cafés y prepárense porque vamos a analizar esto con calma.
Según los expertos de Acobo, el panorama mundial está complicado. La política monetaria de otros países, cómo cambia el negocio entre naciones y la necesidad de invertir de forma responsable son cosas que van a influir mucho. Básicamente, dicen que no habrá certezas fáciles, sino que tendremos que ir tomando decisiones bien pensadas y con información clara, porque de lo contrario, nos puede salir una torta.
Adriana Rodríguez, la gerente general de Acobo Puesto de Bolsa, lo dijo claro: “Escenario interesante”. Y eso significa que hay juego ahí dentro. Si la Reserva Federal de Estados Unidos baxa las tasas de interés, como parece que van a hacer, eso puede ayudar a que los precios de los bonos suban, lo cual sería bueno para nosotros, los que invertimos nuestro sudor ganado. Pero ojo, que esto también depende de cómo le vayan a las empresas, cómo consumamos los estadounidenses y hasta de esos aranceles que andan dando guerra. Un brete, díganlo ustedes.
Pero no todo es chinchorreo. Aquí en casa, la cosa tampoco anda regalada. El consumo se ha ido apagando trimestre tras trimestre, y el crédito ha bajado porque la gente ya no quiere endeudarse tanto. Lo peor de todo es que el colón se ha fortalecido demasiado rápido, casi un 30%. Y eso, amigos míos, no es necesariamente positivo. Puede afectar a nuestros exportadores, a los turistas y a todos los negocios que dependen de ellos. Imagínense el daño, ¡qué sal!
Aunque haya riesgos, como el bajo consumo, la inflación que sigue apretando en algunas cosas y la incertidumbre política – tanto acá como afuera – los tipos de interés actuales siguen siendo bastante buenos para invertir. Eso da esperanza, ¿no creen? La clave, según Acobo, está en armar portafolios que sean fuertes, variados y que sepan adaptarse a los cambios que vengan. No podemos andar durmiendo en los laureles.
Ahora bien, hablando de nuestra moneda, este súbito fortalecimiento del colón plantea interrogantes serias. Si no se acompaña de un aumento en la productividad, realmente estamos generando problemas a largo plazo. ¿Es sostenible esta tendencia? ¿Estamos sacrificando sectores clave de la economía en aras de unos pocos meses de aparente estabilidad? Estas son preguntas que debemos hacernos como país.
Y aquí viene la reflexión más profunda. Aunque la volatilidad económica pueda asustar, es importante recordar que la historia nos enseña que las épocas de incertidumbre suelen ser las que ofrecen las mayores oportunidades para aquellos que saben jugar sus cartas correctamente. Diversificar inversiones, buscar activos resilientes y mantenerse informado son claves para navegar en aguas turbulentas. Así que, lejos de desesperarnos, deberíamos ver esto como un reto emocionante, una oportunidad para demostrar que somos capaces de adaptarnos y prosperar incluso en medio de la tormenta.
En fin, la pelota está en nuestro tejado. El futuro económico es incierto, sí, pero también está lleno de posibilidades. Ahora les pregunto a ustedes: ¿creen que Costa Rica está preparada para enfrentar los desafíos económicos del 2026, o deberíamos estar preocupados por una posible crisis? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios!
Según los expertos de Acobo, el panorama mundial está complicado. La política monetaria de otros países, cómo cambia el negocio entre naciones y la necesidad de invertir de forma responsable son cosas que van a influir mucho. Básicamente, dicen que no habrá certezas fáciles, sino que tendremos que ir tomando decisiones bien pensadas y con información clara, porque de lo contrario, nos puede salir una torta.
Adriana Rodríguez, la gerente general de Acobo Puesto de Bolsa, lo dijo claro: “Escenario interesante”. Y eso significa que hay juego ahí dentro. Si la Reserva Federal de Estados Unidos baxa las tasas de interés, como parece que van a hacer, eso puede ayudar a que los precios de los bonos suban, lo cual sería bueno para nosotros, los que invertimos nuestro sudor ganado. Pero ojo, que esto también depende de cómo le vayan a las empresas, cómo consumamos los estadounidenses y hasta de esos aranceles que andan dando guerra. Un brete, díganlo ustedes.
Pero no todo es chinchorreo. Aquí en casa, la cosa tampoco anda regalada. El consumo se ha ido apagando trimestre tras trimestre, y el crédito ha bajado porque la gente ya no quiere endeudarse tanto. Lo peor de todo es que el colón se ha fortalecido demasiado rápido, casi un 30%. Y eso, amigos míos, no es necesariamente positivo. Puede afectar a nuestros exportadores, a los turistas y a todos los negocios que dependen de ellos. Imagínense el daño, ¡qué sal!
Aunque haya riesgos, como el bajo consumo, la inflación que sigue apretando en algunas cosas y la incertidumbre política – tanto acá como afuera – los tipos de interés actuales siguen siendo bastante buenos para invertir. Eso da esperanza, ¿no creen? La clave, según Acobo, está en armar portafolios que sean fuertes, variados y que sepan adaptarse a los cambios que vengan. No podemos andar durmiendo en los laureles.
Ahora bien, hablando de nuestra moneda, este súbito fortalecimiento del colón plantea interrogantes serias. Si no se acompaña de un aumento en la productividad, realmente estamos generando problemas a largo plazo. ¿Es sostenible esta tendencia? ¿Estamos sacrificando sectores clave de la economía en aras de unos pocos meses de aparente estabilidad? Estas son preguntas que debemos hacernos como país.
Y aquí viene la reflexión más profunda. Aunque la volatilidad económica pueda asustar, es importante recordar que la historia nos enseña que las épocas de incertidumbre suelen ser las que ofrecen las mayores oportunidades para aquellos que saben jugar sus cartas correctamente. Diversificar inversiones, buscar activos resilientes y mantenerse informado son claves para navegar en aguas turbulentas. Así que, lejos de desesperarnos, deberíamos ver esto como un reto emocionante, una oportunidad para demostrar que somos capaces de adaptarnos y prosperar incluso en medio de la tormenta.
En fin, la pelota está en nuestro tejado. El futuro económico es incierto, sí, pero también está lleno de posibilidades. Ahora les pregunto a ustedes: ¿creen que Costa Rica está preparada para enfrentar los desafíos económicos del 2026, o deberíamos estar preocupados por una posible crisis? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios!