¡Ay, dios mío! Imagínate la bronca: las maestras del comedor del Liceo de Curridabat, unas mujeres que le dan palo a la cocina todos los días pa’ darle fiesto a los muchachos, andan con el alma en vilo porque llevan casi cuatro meses sin ver ni un chíldago del salario. ¡Qué sal!
La cosa es así: el Liceo de Curridabat, un semillero de talentos acá en Curridabat, se está viendo afectado por un problemón administrativo en la Junta Directiva. Tres cocineras, Erika Jarquín, Doña Rosa y la compañera de 65 años, están lidiando con una crisis económica que les está secando hasta el último gramito de esperanza. Han llegado a pedirle ayuda a vecinos y profes, porque ni pa’ comprar pan alcanzan.
Y ojo, que estas señoras no se la han tomado de regalo, brete. Mientras el papeleo se atoraba en la oficina, ellas seguían preparando almuerzos nutritivos para los estudiantes, conscientes de que para muchos de ellos, el plato del colegio es la comida más consistente del día. ¡Un corazón enorme tienen!
“Ya estamos hasta las chanclas”, nos cuenta Erika Jarquín, con la voz quebrada. “Hemos ido al Ministerio de Trabajo, a la Municipalidad, a la Región… hemos presentado denuncias, pero la espera es eterna. Como bien dicen, los recibos de agua y luz no esperan, y uno no puede andar pidiendo clemencia porque ‘no tengo cómo pagar’. ¡Qué torta!”
Samantha Bonilla, presidenta del comité ejecutivo estudiantil, no se queda callada: “Esto es totalmente injusto. Muchos de nuestros compañeros dependen de la alimentación que se ofrece en la escuela. Además, las instalaciones del comedor necesitan urgentemente mantenimiento; se inundan cuando llueve, no hay papel higiénico ni jabón en los baños... ¡Se necesita una mano amiga!”. Lo dicho, directo al grano.
Según explica Alejandra Madrigal Porras, presidenta de la Junta Administrativa, el problema central es que aún no tienen personería jurídica, una burocracia kafkiana que les impide acceder a los fondos del Liceo. “Tenemos el dinero, sí, pero atascado. Hemos enviado oficios y cartas, pero seguimos dando vueltas. Ya parece una telenovela”, comenta resignada.
El director del centro educativo, Verny Ulate, añade que el proceso se frenó con la salida de la tesorera-contadora anterior. “Ahora tenemos a una nueva persona encargada y el expediente está en revisión. Esperamos que la próxima semana podamos empezar a regularizar la situación y aliviar esta carga que están soportando las cocineras”. Vaya, esperemos que sí, porque la paciencia tiene un límite.
Pero volviendo a las protagonistas, ¿cómo seguirán adelante si la situación no mejora pronto? Las cocineras exigen una solución inmediata, porque ya no pueden más. Y hablando de eso, ustedes qué opinan: ¿creen que las autoridades competentes tomarán cartas en el asunto antes de que sea demasiado tarde, o seguiremos viendo cómo el comedor del Liceo de Curridabat se va al traste?
La cosa es así: el Liceo de Curridabat, un semillero de talentos acá en Curridabat, se está viendo afectado por un problemón administrativo en la Junta Directiva. Tres cocineras, Erika Jarquín, Doña Rosa y la compañera de 65 años, están lidiando con una crisis económica que les está secando hasta el último gramito de esperanza. Han llegado a pedirle ayuda a vecinos y profes, porque ni pa’ comprar pan alcanzan.
Y ojo, que estas señoras no se la han tomado de regalo, brete. Mientras el papeleo se atoraba en la oficina, ellas seguían preparando almuerzos nutritivos para los estudiantes, conscientes de que para muchos de ellos, el plato del colegio es la comida más consistente del día. ¡Un corazón enorme tienen!
“Ya estamos hasta las chanclas”, nos cuenta Erika Jarquín, con la voz quebrada. “Hemos ido al Ministerio de Trabajo, a la Municipalidad, a la Región… hemos presentado denuncias, pero la espera es eterna. Como bien dicen, los recibos de agua y luz no esperan, y uno no puede andar pidiendo clemencia porque ‘no tengo cómo pagar’. ¡Qué torta!”
Samantha Bonilla, presidenta del comité ejecutivo estudiantil, no se queda callada: “Esto es totalmente injusto. Muchos de nuestros compañeros dependen de la alimentación que se ofrece en la escuela. Además, las instalaciones del comedor necesitan urgentemente mantenimiento; se inundan cuando llueve, no hay papel higiénico ni jabón en los baños... ¡Se necesita una mano amiga!”. Lo dicho, directo al grano.
Según explica Alejandra Madrigal Porras, presidenta de la Junta Administrativa, el problema central es que aún no tienen personería jurídica, una burocracia kafkiana que les impide acceder a los fondos del Liceo. “Tenemos el dinero, sí, pero atascado. Hemos enviado oficios y cartas, pero seguimos dando vueltas. Ya parece una telenovela”, comenta resignada.
El director del centro educativo, Verny Ulate, añade que el proceso se frenó con la salida de la tesorera-contadora anterior. “Ahora tenemos a una nueva persona encargada y el expediente está en revisión. Esperamos que la próxima semana podamos empezar a regularizar la situación y aliviar esta carga que están soportando las cocineras”. Vaya, esperemos que sí, porque la paciencia tiene un límite.
Pero volviendo a las protagonistas, ¿cómo seguirán adelante si la situación no mejora pronto? Las cocineras exigen una solución inmediata, porque ya no pueden más. Y hablando de eso, ustedes qué opinan: ¿creen que las autoridades competentes tomarán cartas en el asunto antes de que sea demasiado tarde, o seguiremos viendo cómo el comedor del Liceo de Curridabat se va al traste?
