Diay, maes. Cuando uno cree que ya lo ha visto todo, sale una noticia de estas y le recuerda que la realidad siempre, pero siempre, supera a la ficción. Y es que la vara en la Zona Sur se está poniendo color de hormiga, pero en serio. Olvídense de los sustos del GAM por un segundo y pónganle mente a esto: la Fuerza Pública acaba de pegarse un operativo en La Cuesta de Corredores y lo que encontraron no es para jugar. Estamos hablando de 600 kilos de aparente cocaína. Seiscientos. Una cantidad que marea solo de pensarla. Pero como si eso no fuera suficiente para un titular, al combo le sumaron 1,200 municiones para rifles de asalto. ¡Qué despiche!
Lo que me vuela la cabeza es cómo empezó todo. La alerta fue de unos vecinos que vieron a cuatro tipos armados moviéndose entre unas casas. Imagínense el panorama: usted está en su chante, tranquilo, y ve a cuatro maes que claramente no andan buscando al gato que se les perdió. Obvio, la gente se asustó y llamó a la ley. La Fuerza Pública, en un brete coordinado con la PCD y la Fiscalía, no se anduvo por las ramas: llegaron, intervinieron tres viviendas y le echaron el guante a los sospechosos. La sorpresa fue ver el "equipo" que se manejaban: dos ticos y dos panameños. Uno de los panameños, un mae de apellido Arias, hasta tenía tres órdenes de captura pendientes en su país. O sea, no eran ningunos aprendices.
Ahora, hablemos de los chunches que decomisaron, porque ahí es donde la cosa se pone realmente fea. Los 600 paquetes de coca son un golpe duro, no hay duda, y es un montón de plata que no va a llegar a las manos equivocadas. ¡Pura vida por eso! Pero lo de las municiones es otro nivel de preocupación. Eran 1,180 proyectiles calibre 5.56 (el que usan los AR-15 y M-16) y otros 20 calibre .223. Seamos honestos, esa cantidad de balas no es para ir a cazar tepezcuintles ni para defenderse de un asalto. Eso es un arsenal para armar a un grupo y sostener un enfrentamiento serio. Es munición de guerra, punto. Y encontrarla en un barrio, así como si nada, es un recordatorio de que el narco no solo mueve droga, mueve violencia.
Este operativo es un gane para las autoridades, sin duda. Es una muestra de que cuando hay coordinación, se logran resultados importantes. Pero también es un bombillo rojo que parpadea con una luz de neón gigante. La Zona Sur, por su cercanía con la frontera, siempre ha sido un punto caliente, pero este nivel de armamento y la cooperación entre criminales ticos y panameños demuestran que las redes están más organizadas y mejor equipadas que nunca. Ya no es solo el trasiego, es la consolidación de bases de operación con capacidad para defender su "mercancía" a plomo limpio. Francamente, pensar en lo que pudo haber pasado si esas balas se hubieran usado es para que a uno se le quite el sueño.
Al final, la noticia deja un sabor agridulce. Por un lado, qué bien que sacaron esa cochinada de las calles y que los responsables están detenidos. Pero por otro, confirma un secreto a voces: estamos sentados sobre una bomba de tiempo. El poder de fuego que tienen estos grupos es demencial y la tranquilidad de muchas comunidades pende de un hilo. Estamos salados si creemos que esto es un problema aislado de Corredores. Esto es un cáncer que, si no se ataca de raíz y con muchísima más fuerza, se nos va a terminar de comer el país. Así que, más allá de la noticia del día, queda la pregunta en el aire...
Maes, viendo este nivel de arsenal y organización, ¿creen que las estrategias actuales de seguridad son suficientes o estamos necesitando un cambio de timón urgente para no terminar perdiendo la guerra en nuestras fronteras?
Lo que me vuela la cabeza es cómo empezó todo. La alerta fue de unos vecinos que vieron a cuatro tipos armados moviéndose entre unas casas. Imagínense el panorama: usted está en su chante, tranquilo, y ve a cuatro maes que claramente no andan buscando al gato que se les perdió. Obvio, la gente se asustó y llamó a la ley. La Fuerza Pública, en un brete coordinado con la PCD y la Fiscalía, no se anduvo por las ramas: llegaron, intervinieron tres viviendas y le echaron el guante a los sospechosos. La sorpresa fue ver el "equipo" que se manejaban: dos ticos y dos panameños. Uno de los panameños, un mae de apellido Arias, hasta tenía tres órdenes de captura pendientes en su país. O sea, no eran ningunos aprendices.
Ahora, hablemos de los chunches que decomisaron, porque ahí es donde la cosa se pone realmente fea. Los 600 paquetes de coca son un golpe duro, no hay duda, y es un montón de plata que no va a llegar a las manos equivocadas. ¡Pura vida por eso! Pero lo de las municiones es otro nivel de preocupación. Eran 1,180 proyectiles calibre 5.56 (el que usan los AR-15 y M-16) y otros 20 calibre .223. Seamos honestos, esa cantidad de balas no es para ir a cazar tepezcuintles ni para defenderse de un asalto. Eso es un arsenal para armar a un grupo y sostener un enfrentamiento serio. Es munición de guerra, punto. Y encontrarla en un barrio, así como si nada, es un recordatorio de que el narco no solo mueve droga, mueve violencia.
Este operativo es un gane para las autoridades, sin duda. Es una muestra de que cuando hay coordinación, se logran resultados importantes. Pero también es un bombillo rojo que parpadea con una luz de neón gigante. La Zona Sur, por su cercanía con la frontera, siempre ha sido un punto caliente, pero este nivel de armamento y la cooperación entre criminales ticos y panameños demuestran que las redes están más organizadas y mejor equipadas que nunca. Ya no es solo el trasiego, es la consolidación de bases de operación con capacidad para defender su "mercancía" a plomo limpio. Francamente, pensar en lo que pudo haber pasado si esas balas se hubieran usado es para que a uno se le quite el sueño.
Al final, la noticia deja un sabor agridulce. Por un lado, qué bien que sacaron esa cochinada de las calles y que los responsables están detenidos. Pero por otro, confirma un secreto a voces: estamos sentados sobre una bomba de tiempo. El poder de fuego que tienen estos grupos es demencial y la tranquilidad de muchas comunidades pende de un hilo. Estamos salados si creemos que esto es un problema aislado de Corredores. Esto es un cáncer que, si no se ataca de raíz y con muchísima más fuerza, se nos va a terminar de comer el país. Así que, más allá de la noticia del día, queda la pregunta en el aire...
Maes, viendo este nivel de arsenal y organización, ¿creen que las estrategias actuales de seguridad son suficientes o estamos necesitando un cambio de timón urgente para no terminar perdiendo la guerra en nuestras fronteras?