¡Ay, Dios mío! Aquí vamos otra vez, hablando de la educación en este país. Resulta que, según la Prueba Nacional Estandarizada Diagnóstica, casi un tercio de los estudiantes de sexto grado – ¡más de 24 mil mocosos! – no saben ni sumar dos y dos si les toca. De esos 62 mil que hicieron la prueba, la mitad prácticamente andan perdidos en Ciencias. Esto no es nuevo, ¿eh? Pero la magnitud me da un cosazo.
La prueba, que le pusieron tanto esfuerzo y plata, revela que solo un puñado, unos 17 mil estudiantes, alcanzaron el nivel avanzado. ¡Pero wé! ¿Qué significa eso realmente? Que muchos están apenas raspando el barril, pegándose ahí en el nivel básico. Y no nos olvidemos de los demás… los que simplemente se fueron al traste, sin entender ni papa de lo que les enseñaron.
Si revisamos los números por dirección regional, se pone aún peor. En Limón, ¡la cosa está crítica! Más de la mitad de los estudiantes en las DRE de Limón, Sulá y Guápiles no alcanzan el nivel básico. ¡Qué sal! Imaginen qué oportunidades se les pierden a esos niños por culpa de esto. Y no es solo Limón, Guanacaste también anda apremiada, con Liberia liderando la tabla de fracasos.
Ahora bien, alguien podría decir que la prueba no es perfecta, que solo evalúa un pedacito del currículo. Y sí, tiene razón. Según el Informe Estado de la Educación, la prueba evalúa menos del 25% de las habilidades que deberían estar aprendiendo los chiquillos. Y encima, usan preguntas fáciles, de grados anteriores. Así, ¿qué estamos midiendo exactamente? Parece más un juego que una evaluación seria del conocimiento.
Jennyfer León Mena, una investigadora de ese informe, no se anda con rodeos: dice que nuestro sistema educativo está usando “instrumentos de baja calidad técnica, incompletos y con niveles de dificultad inadecuados”. Pone pa’ arriba, Jennyfer. Ella lo llama “pobreza de las evaluaciones”, una consecuencia directa de la “pobreza de aprendizajes”. ¡Qué carga! Parece que estamos condenando a nuestros niños a un futuro incierto.
Lo que más me preocupa es la falta de soluciones. Llevamos años escuchando las mismas promesas vacías de políticos y burócratas. Un sistema nacional de evaluación robusto, instancias autónomas, marcos conceptuales rigurosos... ¡Todo suena lindo en el papel, pero nadie hace nada! Nos quedamos atascados en un círculo vicioso, diagnosticando problemas sin tomar medidas efectivas.
¿Y quién es el culpable? Bueno, el informe apunta al doble rol del Ministerio de Educación Pública, como responsable del sistema y como ente evaluador. También critica las debilidades procedimentales en la elaboración de las pruebas, la falta de transparencia y la utilización de un mismo instrumento para diagnóstico y certificación. ¡Parece que alguien necesita hacerse una autocrítica profunda!
La verdad, no sé yo… Estamos viendo cómo se deteriora la educación de nuestros hijos, generación tras generación. ¿Será que alguna vez lograremos construir un sistema educativo que realmente prepare a nuestros jóvenes para enfrentar los desafíos del siglo XXI? O seguiremos dando vueltas en círculos, lamentándonos de los bajos resultados y esperando que aparezca un milagro. Dígame una cosa, ¿usted cree que es posible revertir esta tendencia o ya estamos demasiado lejos del punto de partida?
La prueba, que le pusieron tanto esfuerzo y plata, revela que solo un puñado, unos 17 mil estudiantes, alcanzaron el nivel avanzado. ¡Pero wé! ¿Qué significa eso realmente? Que muchos están apenas raspando el barril, pegándose ahí en el nivel básico. Y no nos olvidemos de los demás… los que simplemente se fueron al traste, sin entender ni papa de lo que les enseñaron.
Si revisamos los números por dirección regional, se pone aún peor. En Limón, ¡la cosa está crítica! Más de la mitad de los estudiantes en las DRE de Limón, Sulá y Guápiles no alcanzan el nivel básico. ¡Qué sal! Imaginen qué oportunidades se les pierden a esos niños por culpa de esto. Y no es solo Limón, Guanacaste también anda apremiada, con Liberia liderando la tabla de fracasos.
Ahora bien, alguien podría decir que la prueba no es perfecta, que solo evalúa un pedacito del currículo. Y sí, tiene razón. Según el Informe Estado de la Educación, la prueba evalúa menos del 25% de las habilidades que deberían estar aprendiendo los chiquillos. Y encima, usan preguntas fáciles, de grados anteriores. Así, ¿qué estamos midiendo exactamente? Parece más un juego que una evaluación seria del conocimiento.
Jennyfer León Mena, una investigadora de ese informe, no se anda con rodeos: dice que nuestro sistema educativo está usando “instrumentos de baja calidad técnica, incompletos y con niveles de dificultad inadecuados”. Pone pa’ arriba, Jennyfer. Ella lo llama “pobreza de las evaluaciones”, una consecuencia directa de la “pobreza de aprendizajes”. ¡Qué carga! Parece que estamos condenando a nuestros niños a un futuro incierto.
Lo que más me preocupa es la falta de soluciones. Llevamos años escuchando las mismas promesas vacías de políticos y burócratas. Un sistema nacional de evaluación robusto, instancias autónomas, marcos conceptuales rigurosos... ¡Todo suena lindo en el papel, pero nadie hace nada! Nos quedamos atascados en un círculo vicioso, diagnosticando problemas sin tomar medidas efectivas.
¿Y quién es el culpable? Bueno, el informe apunta al doble rol del Ministerio de Educación Pública, como responsable del sistema y como ente evaluador. También critica las debilidades procedimentales en la elaboración de las pruebas, la falta de transparencia y la utilización de un mismo instrumento para diagnóstico y certificación. ¡Parece que alguien necesita hacerse una autocrítica profunda!
La verdad, no sé yo… Estamos viendo cómo se deteriora la educación de nuestros hijos, generación tras generación. ¿Será que alguna vez lograremos construir un sistema educativo que realmente prepare a nuestros jóvenes para enfrentar los desafíos del siglo XXI? O seguiremos dando vueltas en círculos, lamentándonos de los bajos resultados y esperando que aparezca un milagro. Dígame una cosa, ¿usted cree que es posible revertir esta tendencia o ya estamos demasiado lejos del punto de partida?