¡Ay, Dios mío! Quién iba a decir que el señor Lasel, ese flaite que pateaba balones en su juventud, iba a acabar siendo el salvavidas del hospital de Turrialba. Pero así es la vida, cambias, te adaptas, y si tienes ganas, ¡hasta haces milagros!
Todo comenzó en El Cairo de Siquirres, donde Lasel Lonis nació y crió, trabajando duro con su madre vendiendo comiditas para salir adelante. Desde chamaco demostró tener palo para el fútbol, jugando de portero en equipos locales. Pero su nombre, aunque respetado en el circuito regional, siempre vivió a la sombra del de su hijo, Erick Lonis Bolaños, el capitán del Saprissa y de nuestra selección. Eso sí, en Turrialba, el mene le conocen a Lasel como el mero mero.
Si bien jugó en el Deportivo Goodyear y luego Municipal Turrialba, la Liga Deportiva Alajuelense le abrió una puerta que prometía fama y fortuna. Pero, ¡diay!, al final prefirió quedarse en su terruño, con su familia y su gente. “Mi lugar estaba acá, con mi mae y mi gente,” nos comentó con esa humildad que lo caracteriza, recordando las noches frías esperando el tren en la estación.
Después de dejar el fútbol, Lasel encontró su verdadera pasión en la cocina, heredada de su madre y fortalecida por sus raíces caribeñas – gracias a sus abuelos jamaiquinos que llegaron a construir el ferrocarril. Abrió el restaurante Kingston, un verdadero ícono de Turrialba, donde sirvió arroz con gandules, pescado frito con yuca, y otros manjares que hicieron delirar a lugareños y turistas. ¡Ahí sí que sí, el mae puso el sabor!
Pero la verdadera vara de su vida, la que le hizo trascender, vino con su liderazgo comunitario. Junto a Abel Sáenz, un pana suyo, organizaron la Cámara Junior, un grupo dedicado a impulsar proyectos sociales. De ahí surgió, casi por accidente, su talento culinario y su posterior dedicación a mejorar la calidad de vida de su pueblo. “Nosotros queríamos juntar unas pelas para la iglesia, y se me ocurrió vender pescado con yuca… ¡y así nació el Kingston!”, rememoró con una sonrisa.
Y llegó el brete grande: la construcción del nuevo hospital. Tras años de gestiones, trabas burocráticas, y mucha perseverancia, logró convencer a varios gobiernos de darle luz verde al proyecto. Utilizó todas sus influencias, contactó a abogados, diputados, y hasta al mismísimo presidente Abel Pacheco. “Imagínate, tuve que buscarle la vuelta a tanta papeleta, a tanto trámite… ¡casi me da un ataque!”
Hoy, a sus 87 años, Lasel Lonis puede sentirse orgulloso de su legado. Su visión y determinación dieron como resultado un moderno centro médico que beneficiará a miles de familias en la zona. Recientemente fue declarado Ciudadano de Honor por la diputada Rosaura Méndez, un merecido reconocimiento a su incansable labor a favor de Turrialba. Además, su autobiografía, “La Ruta de un Sueño”, es un testimonio inspirador de superación y compromiso social.
Con este recorrido tan increíble, desde portero en el fútbol hasta el arquitecto del nuevo hospital, la pregunta que debemos hacernos es: ¿Cuál ha sido el factor clave en la vida de Lasel Lonis para lograr semejantes transformaciones y cuál podría ser el secreto para mantener esa chispa de lucha y optimismo a pesar de los desafíos?
Todo comenzó en El Cairo de Siquirres, donde Lasel Lonis nació y crió, trabajando duro con su madre vendiendo comiditas para salir adelante. Desde chamaco demostró tener palo para el fútbol, jugando de portero en equipos locales. Pero su nombre, aunque respetado en el circuito regional, siempre vivió a la sombra del de su hijo, Erick Lonis Bolaños, el capitán del Saprissa y de nuestra selección. Eso sí, en Turrialba, el mene le conocen a Lasel como el mero mero.
Si bien jugó en el Deportivo Goodyear y luego Municipal Turrialba, la Liga Deportiva Alajuelense le abrió una puerta que prometía fama y fortuna. Pero, ¡diay!, al final prefirió quedarse en su terruño, con su familia y su gente. “Mi lugar estaba acá, con mi mae y mi gente,” nos comentó con esa humildad que lo caracteriza, recordando las noches frías esperando el tren en la estación.
Después de dejar el fútbol, Lasel encontró su verdadera pasión en la cocina, heredada de su madre y fortalecida por sus raíces caribeñas – gracias a sus abuelos jamaiquinos que llegaron a construir el ferrocarril. Abrió el restaurante Kingston, un verdadero ícono de Turrialba, donde sirvió arroz con gandules, pescado frito con yuca, y otros manjares que hicieron delirar a lugareños y turistas. ¡Ahí sí que sí, el mae puso el sabor!
Pero la verdadera vara de su vida, la que le hizo trascender, vino con su liderazgo comunitario. Junto a Abel Sáenz, un pana suyo, organizaron la Cámara Junior, un grupo dedicado a impulsar proyectos sociales. De ahí surgió, casi por accidente, su talento culinario y su posterior dedicación a mejorar la calidad de vida de su pueblo. “Nosotros queríamos juntar unas pelas para la iglesia, y se me ocurrió vender pescado con yuca… ¡y así nació el Kingston!”, rememoró con una sonrisa.
Y llegó el brete grande: la construcción del nuevo hospital. Tras años de gestiones, trabas burocráticas, y mucha perseverancia, logró convencer a varios gobiernos de darle luz verde al proyecto. Utilizó todas sus influencias, contactó a abogados, diputados, y hasta al mismísimo presidente Abel Pacheco. “Imagínate, tuve que buscarle la vuelta a tanta papeleta, a tanto trámite… ¡casi me da un ataque!”
Hoy, a sus 87 años, Lasel Lonis puede sentirse orgulloso de su legado. Su visión y determinación dieron como resultado un moderno centro médico que beneficiará a miles de familias en la zona. Recientemente fue declarado Ciudadano de Honor por la diputada Rosaura Méndez, un merecido reconocimiento a su incansable labor a favor de Turrialba. Además, su autobiografía, “La Ruta de un Sueño”, es un testimonio inspirador de superación y compromiso social.
Con este recorrido tan increíble, desde portero en el fútbol hasta el arquitecto del nuevo hospital, la pregunta que debemos hacernos es: ¿Cuál ha sido el factor clave en la vida de Lasel Lonis para lograr semejantes transformaciones y cuál podría ser el secreto para mantener esa chispa de lucha y optimismo a pesar de los desafíos?