¡Ay, Dios mío! Parece que la cosa está más complicada de lo que pintaba. El Banco Central nos soltó la bomba hace unos días: el desempleo bajó, sí, pero ojo ahí, porque la cosa no pinta tan rosa como parece a primera vista. Resulta que junto con la bajada del desempleo, también se fue pa’l garete la gente que buscaba chamba. ¡Un verdadero chinchorro!
Según el IPM de octubre, la Encuesta Continua de Empleo del INEC reveló que el desempleo se ubica ahora en un 6%, mientras que el subempleo se mantiene en 2,9%. Números bonitos en papel, claro, pero cuando empiezas a rascar un poquito, te das cuenta de que la historia es otra. ¿Qué pasó? Pues que la fuerza laboral, esa gente que está buscando trabajo o dispuesta a buscarlo, se achicó bastante.
Para ponerle un poco de contexto, la fuerza laboral se redujo en ¡más de cien mil personas! –cifra que hasta a Don Gonzalo le da un ataque–. Y ni hablar de la tasa de participación laboral, que se desplomó casi dos puntos, y la tasa de ocupación, que también cedió terreno. Todo esto, señores, implica que la recesión que ya habíamos visto amenazar, se mantuvo latente y golpeó a muchos trabajadores.
Lo que está pasando es que la economía, a pesar de haber crecido en los últimos años, no se traduce en más empleos, sino en una mejora en la productividad. Eso quiere decir que con menos manos estamos produciendo más, pero a costa de dejar afuera a mucha gente. ¡Qué vaina! Es como si estuviéramos tratando de correr una carrera con menos atletas, pero esperando el mismo tiempo. Claramente, algo no cuadra, ¿verdad?
Y aquí viene la parte fea, porque no todos perdemos igual. El informe del BCCR revela que los sectores más afectados son las personas de calificación media (una caída del 8,8%), los jóvenes entre 15 y 24 años (-6,8%) y, lamentablemente, nuestros adultos mayores (-20,8%). También las mujeres sufrieron un duro golpe (-6,2%), lo que demuestra que la recuperación económica aún no es equitativa. Parece que hay un filtro por edad y género que está dejando fuera a muchos talentos.
Por otro lado, sectores como la comunicación y otros servicios mostraron un buen desempeño (crecimiento de 13,8%), lo cual es positivo, pero insuficiente para compensar las pérdidas en áreas clave como el comercio y la reparación (-15,1%) y el alojamiento y servicio de comidas (-17,8%). Es decir, el dinero se está moviendo en lugares específicos, pero no está llegando a toda la economía, generando desigualdades evidentes. Imagínate, ¡el comercio, que siempre ha sido el motor de la economía tica, dando tumbos así!
Pero la verdadera incógnita está en el motivo por el que tanta gente se salió de la fuerza laboral. El Banco Central explica que la mayoría se debe a la vejez (29,9%), seguido por obligaciones familiares (26,4%) y estudios o motivos personales (20,9%). Ahora, la pregunta es, ¿es esta la verdad completa? ¿Estamos viendo una ola masiva de jubilaciones anticipadas debido a la incertidumbre económica, o hay otros factores ocultos que no están siendo considerados?
Con todo este panorama, me pregunto: ¿Deberíamos estar preocupados por esta tendencia a la baja en la participación laboral y priorizar políticas públicas que incentiven la contratación de jóvenes y adultos mayores, o deberíamos enfocarnos en mejorar la productividad y aceptar que la creación de empleos tradicionales es cosa del pasado? ¡Dime tú qué piensas, parce!
Según el IPM de octubre, la Encuesta Continua de Empleo del INEC reveló que el desempleo se ubica ahora en un 6%, mientras que el subempleo se mantiene en 2,9%. Números bonitos en papel, claro, pero cuando empiezas a rascar un poquito, te das cuenta de que la historia es otra. ¿Qué pasó? Pues que la fuerza laboral, esa gente que está buscando trabajo o dispuesta a buscarlo, se achicó bastante.
Para ponerle un poco de contexto, la fuerza laboral se redujo en ¡más de cien mil personas! –cifra que hasta a Don Gonzalo le da un ataque–. Y ni hablar de la tasa de participación laboral, que se desplomó casi dos puntos, y la tasa de ocupación, que también cedió terreno. Todo esto, señores, implica que la recesión que ya habíamos visto amenazar, se mantuvo latente y golpeó a muchos trabajadores.
Lo que está pasando es que la economía, a pesar de haber crecido en los últimos años, no se traduce en más empleos, sino en una mejora en la productividad. Eso quiere decir que con menos manos estamos produciendo más, pero a costa de dejar afuera a mucha gente. ¡Qué vaina! Es como si estuviéramos tratando de correr una carrera con menos atletas, pero esperando el mismo tiempo. Claramente, algo no cuadra, ¿verdad?
Y aquí viene la parte fea, porque no todos perdemos igual. El informe del BCCR revela que los sectores más afectados son las personas de calificación media (una caída del 8,8%), los jóvenes entre 15 y 24 años (-6,8%) y, lamentablemente, nuestros adultos mayores (-20,8%). También las mujeres sufrieron un duro golpe (-6,2%), lo que demuestra que la recuperación económica aún no es equitativa. Parece que hay un filtro por edad y género que está dejando fuera a muchos talentos.
Por otro lado, sectores como la comunicación y otros servicios mostraron un buen desempeño (crecimiento de 13,8%), lo cual es positivo, pero insuficiente para compensar las pérdidas en áreas clave como el comercio y la reparación (-15,1%) y el alojamiento y servicio de comidas (-17,8%). Es decir, el dinero se está moviendo en lugares específicos, pero no está llegando a toda la economía, generando desigualdades evidentes. Imagínate, ¡el comercio, que siempre ha sido el motor de la economía tica, dando tumbos así!
Pero la verdadera incógnita está en el motivo por el que tanta gente se salió de la fuerza laboral. El Banco Central explica que la mayoría se debe a la vejez (29,9%), seguido por obligaciones familiares (26,4%) y estudios o motivos personales (20,9%). Ahora, la pregunta es, ¿es esta la verdad completa? ¿Estamos viendo una ola masiva de jubilaciones anticipadas debido a la incertidumbre económica, o hay otros factores ocultos que no están siendo considerados?
Con todo este panorama, me pregunto: ¿Deberíamos estar preocupados por esta tendencia a la baja en la participación laboral y priorizar políticas públicas que incentiven la contratación de jóvenes y adultos mayores, o deberíamos enfocarnos en mejorar la productividad y aceptar que la creación de empleos tradicionales es cosa del pasado? ¡Dime tú qué piensas, parce!