¡Aguante! Parece que la cosa con Desyfin se definió, y vaya que lograron recuperar un buen pedazo de plata. Después de tanto rollo y preocupación, la resolución finalmente cerró con un 75,58% de recuperación para los depósitos no garantizados, esos que pasaban los ¢6 millones. Imagínate, así se salva el pellejo un montón de gente que estaba con el corazón en la boca.
Para los que no estén enterados, Desyfin tuvo sus propios problemas, digamos que no todo anduvo como debía. Pasó por varias etapas, procesos judiciales, y ahora, al parecer, podemos decir que hay luz al final del túnel. La clave, según dicen, fue vender cartera y activos por unos ¢2,6 billones, lo cual le dio un empujón considerable a la recuperación.
La presidenta del Conassif, Yin Leng Hong Monteverde, soltó unas palabras tranquilizadoras diciendo que “gracias al trabajo coordinado y al marco legal vigente, logramos que miles de personas recuperaran un alto porcentaje de su dinero mediante un proceso transparente y responsable”. Suena bien, ¿verdad? Esperemos que sí, porque la confianza en el sistema financiero ya quedó bastante tocada por este caso.
Hablamos de unos ¢112 mil millones recuperados en total, repartidos entre diferentes fuentes: ventas de cartera, activos, recuperación de cartera y gestión de inversiones. De ese total, casi ¢99 mil millones fueron directamente a parar a los bolsillos de los clientes, lo cual es bastante positivo.
Lo bueno es que el 74% de los damnificados, aquellos con depósitos por debajo de los ¢6 millones, recuperaron la totalidad de su dinero. Eso sí, el 26% restante, los que tenían ahorritos extras, se quedaron con un 75,58% de lo que les correspondía. No es el cien por ciento, claro, pero viendo cómo venían las cosas, muchos dirán que es una bendición poder recuperar siquiera eso.
Ahora, para que no haya confusión, el banco encargado de administrar el fideicomiso que gestionará los activos restantes es Banco Improsa S.A. Este fideicomiso incluye créditos pendientes, propiedades, muebles y equipos que valen unos ¢64 mil millones a la tasa de cambio actual. Ahí es donde entra la gran incógnita: ¿qué van a hacer con todo eso?
Según las autoridades, ese fideicomiso tendrá que trabajar duro para sacarles jugo a esos activos y seguir recuperando fondos. Aunque la situación parece estar controlada, queda la sensación de que aún hay mucho por resolver. Además, queda latente la necesidad de reforzar la supervisión del sistema financiero para evitar que estas situaciones se repitan. No queremos volver a pasar por esto, ni mucho menos.
En fin, parece que el capítulo de Desyfin llega a su fin, aunque con algunas cicatrices. Se logró rescatar una buena parte del patrimonio de muchas familias, pero también nos dejó una lección importante sobre la importancia de la regulación y la transparencia en el sector financiero. ¿Ustedes creen que con estos esfuerzos será suficiente para restaurar la confianza perdida en las instituciones financieras o se necesita algo más drástico?
Para los que no estén enterados, Desyfin tuvo sus propios problemas, digamos que no todo anduvo como debía. Pasó por varias etapas, procesos judiciales, y ahora, al parecer, podemos decir que hay luz al final del túnel. La clave, según dicen, fue vender cartera y activos por unos ¢2,6 billones, lo cual le dio un empujón considerable a la recuperación.
La presidenta del Conassif, Yin Leng Hong Monteverde, soltó unas palabras tranquilizadoras diciendo que “gracias al trabajo coordinado y al marco legal vigente, logramos que miles de personas recuperaran un alto porcentaje de su dinero mediante un proceso transparente y responsable”. Suena bien, ¿verdad? Esperemos que sí, porque la confianza en el sistema financiero ya quedó bastante tocada por este caso.
Hablamos de unos ¢112 mil millones recuperados en total, repartidos entre diferentes fuentes: ventas de cartera, activos, recuperación de cartera y gestión de inversiones. De ese total, casi ¢99 mil millones fueron directamente a parar a los bolsillos de los clientes, lo cual es bastante positivo.
Lo bueno es que el 74% de los damnificados, aquellos con depósitos por debajo de los ¢6 millones, recuperaron la totalidad de su dinero. Eso sí, el 26% restante, los que tenían ahorritos extras, se quedaron con un 75,58% de lo que les correspondía. No es el cien por ciento, claro, pero viendo cómo venían las cosas, muchos dirán que es una bendición poder recuperar siquiera eso.
Ahora, para que no haya confusión, el banco encargado de administrar el fideicomiso que gestionará los activos restantes es Banco Improsa S.A. Este fideicomiso incluye créditos pendientes, propiedades, muebles y equipos que valen unos ¢64 mil millones a la tasa de cambio actual. Ahí es donde entra la gran incógnita: ¿qué van a hacer con todo eso?
Según las autoridades, ese fideicomiso tendrá que trabajar duro para sacarles jugo a esos activos y seguir recuperando fondos. Aunque la situación parece estar controlada, queda la sensación de que aún hay mucho por resolver. Además, queda latente la necesidad de reforzar la supervisión del sistema financiero para evitar que estas situaciones se repitan. No queremos volver a pasar por esto, ni mucho menos.
En fin, parece que el capítulo de Desyfin llega a su fin, aunque con algunas cicatrices. Se logró rescatar una buena parte del patrimonio de muchas familias, pero también nos dejó una lección importante sobre la importancia de la regulación y la transparencia en el sector financiero. ¿Ustedes creen que con estos esfuerzos será suficiente para restaurar la confianza perdida en las instituciones financieras o se necesita algo más drástico?