¡Aguante si te soy sincero! El panorama económico del país sigue siendo un tanto complicado, ¿eh? Un nuevo informe de la Universidad Nacional nos pone en evidencia: seguimos creciendo, sí, pero a ritmos diferentes, casi como si fueran dos países distintos. De un lado, tenemos al régimen especial, esas zonas francas que le dan duro, y del otro, el régimen definitivo, que va a paso de tortuga.
Según el Observatorio Económico y Social (OES) de la UNA, en septiembre pasado la producción nacional subió un 4,7% en comparación con el año anterior. Suenan bien esos números, claro, pero si miramos los detalles, la cosa cambia. Las zonas francas crecieron un 15,3%, una barbaridad, mientras que el sector regular –el que nos afecta a la mayoría– apenas anduvo en un 2,3%. ¡Qué despiche!
Para ponerle más sabor al asunto, el informe analiza el período desde 2022 hasta ahora, y la diferencia se hace aún más evidente. El régimen especial disparó su producción un 62,1%, mientras que el régimen definitivo avanzó solo un 10,5%. Esto quiere decir que gran parte del crecimiento económico se concentra en unas pocas empresas, dejando atrás a muchas otras que dependen del mercado interno. Es un brete, vamos.
La industria manufacturera también tuvo un buen año, con un crecimiento del 30,2%. Pero ojo, porque ahí también hay una historia diferente: el régimen especial creció un 76%, mientras que el régimen definitivo se estancó prácticamente. Parece que estamos construyendo una economía muy dependiente de la exportación, ¿verdad? Esa es la realidad, diay.
Los investigadores de la UNA señalan que este dualismo estructural es una constante en nuestra economía. El sector externo es súper dinámico gracias a las zonas francas, pero el sector interno tiene problemas para despegar. Y eso se nota en todas partes, desde los precios hasta la creación de empleos dignos. Necesitamos echarle cabeza para darle una vuelta a esto, porque así no vamos a llegar a ningún lado.
Ahora, no todo está perdido, chunches. El informe también propone algunas soluciones: fortalecer los vínculos entre los diferentes sectores económicos, elevar la productividad en todos lados y buscar formas de que más gente participe en el juego económico. Es decir, crear condiciones para que las pequeñas y medianas empresas puedan crecer y competir en igualdad de condiciones. Eso sí sería chivo.
Lo que preocupa es que esta situación perpetúa las desigualdades sociales. Mientras algunos se llenan los bolsillos con las exportaciones, muchos otros siguen luchando para llegar a fin de mes. Es hora de preguntarnos si este modelo económico realmente beneficia a la mayoría de los costarricenses. ¿Estamos construyendo un futuro próspero para todos o solo para unos pocos privilegiados?
Y hablando en plata, me pregunto qué tan viable resulta, realmente, la idea de impulsar el régimen definitivo sin afectar la competitividad de nuestras zonas francas. ¿Creen que podemos encontrar un punto medio que equilibre el crecimiento económico con la equidad social, o estamos condenados a seguir viviendo esta dualidad indefinidamente? Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensa la gente al respecto… ¡Que se prenda el Foro!
Según el Observatorio Económico y Social (OES) de la UNA, en septiembre pasado la producción nacional subió un 4,7% en comparación con el año anterior. Suenan bien esos números, claro, pero si miramos los detalles, la cosa cambia. Las zonas francas crecieron un 15,3%, una barbaridad, mientras que el sector regular –el que nos afecta a la mayoría– apenas anduvo en un 2,3%. ¡Qué despiche!
Para ponerle más sabor al asunto, el informe analiza el período desde 2022 hasta ahora, y la diferencia se hace aún más evidente. El régimen especial disparó su producción un 62,1%, mientras que el régimen definitivo avanzó solo un 10,5%. Esto quiere decir que gran parte del crecimiento económico se concentra en unas pocas empresas, dejando atrás a muchas otras que dependen del mercado interno. Es un brete, vamos.
La industria manufacturera también tuvo un buen año, con un crecimiento del 30,2%. Pero ojo, porque ahí también hay una historia diferente: el régimen especial creció un 76%, mientras que el régimen definitivo se estancó prácticamente. Parece que estamos construyendo una economía muy dependiente de la exportación, ¿verdad? Esa es la realidad, diay.
Los investigadores de la UNA señalan que este dualismo estructural es una constante en nuestra economía. El sector externo es súper dinámico gracias a las zonas francas, pero el sector interno tiene problemas para despegar. Y eso se nota en todas partes, desde los precios hasta la creación de empleos dignos. Necesitamos echarle cabeza para darle una vuelta a esto, porque así no vamos a llegar a ningún lado.
Ahora, no todo está perdido, chunches. El informe también propone algunas soluciones: fortalecer los vínculos entre los diferentes sectores económicos, elevar la productividad en todos lados y buscar formas de que más gente participe en el juego económico. Es decir, crear condiciones para que las pequeñas y medianas empresas puedan crecer y competir en igualdad de condiciones. Eso sí sería chivo.
Lo que preocupa es que esta situación perpetúa las desigualdades sociales. Mientras algunos se llenan los bolsillos con las exportaciones, muchos otros siguen luchando para llegar a fin de mes. Es hora de preguntarnos si este modelo económico realmente beneficia a la mayoría de los costarricenses. ¿Estamos construyendo un futuro próspero para todos o solo para unos pocos privilegiados?
Y hablando en plata, me pregunto qué tan viable resulta, realmente, la idea de impulsar el régimen definitivo sin afectar la competitividad de nuestras zonas francas. ¿Creen que podemos encontrar un punto medio que equilibre el crecimiento económico con la equidad social, o estamos condenados a seguir viviendo esta dualidad indefinidamente? Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensa la gente al respecto… ¡Que se prenda el Foro!