Maes, seamos honestos. El famoso proyecto de las jornadas 4x3 en la Asamblea Legislativa está más pegado que la presa de la General Cañas un viernes a las cinco de la tarde. La tal "vía rápida" por la que lo metieron ha resultado ser una tortuga con reumatismo. Con casi 2.000 mociones todavía en fila, terminar de votar esa vara en el Plenario podría tardar meses, y mientras tanto, el resto de la agenda legislativa está agarrando telarañas. ¡Qué torta! Ante este despiche monumental, a la bancada del PUSC se le ocurrió una idea que, dependiendo de a quién le pregunten, es una genialidad o una tremenda jugadita.
La propuesta, liderada por el socialcristiano Alejandro Pacheco, suena simple en el papel: saquemos este chunche del Plenario y creemos una comisión especial para que lo discuta. Así, se libera el camino para otros proyectos y este brete tan polémico se sigue pulseando en un grupo más pequeño. La idea le sonó a música celestial a varios: Nueva República, el oficialismo y el Liberal Progresista dijeron "¡de una!". Pilar Cisneros, del partido de gobierno, hasta dijo que esta vía "puede tener una gran acogida" y que con eso se "desentraba el Plenario". Diay, hasta ahí todo suena bonito, ¿verdad? El problema es que en política, cuando algo parece demasiado bueno para ser verdad, usualmente no lo es.
Aquí es donde la cosa se pone color de hormiga. Dos de las fracciones más grandes, Liberación Nacional y el Frente Amplio, le pusieron el freno de mano a la iniciativa. El jefe del PLN, Óscar Izquierdo, la jugó diplomático y dijo que necesita llevar la propuesta a su bancada, analizarla con calma y que hasta tienen otras ideas en mente. Básicamente, un "déjenme ver, yo los llamo". Pero la que sí tiró la piedra sin esconder la mano fue Rocío Alfaro, del Frente Amplio. Ella puso el dedo en la llaga: la moción que andan pasando habla de discutir un "texto nuevo", no el que ya todos conocemos. ¿Y cómo van a votar para mandarle un proyecto a una comisión si ni siquiera han visto el bendito texto? ¡Pura lógica!
Y es que ese es el meollo del asunto, el verdadero truco. Para que esta maniobra funcione, tienen que archivar el proyecto actual y presentar uno nuevo. La misma Pilar Cisneros lo confirmó, diciendo que están "afinando" el nuevo texto, que según ella es "el mismo con algunas correcciones". ¡Ajá! Esas "correcciones" son las que tienen al Frente Amplio con la mosca detrás de la oreja. Alfaro fue clarísima: "No veo como votar sobre un proyecto que no está presentado". Es que mae, es como que te inviten a firmar un contrato en blanco, con la promesa de que después le ponen las cláusulas que ya habías negociado. ¡Nadie en su sano juicio lo haría!
Así que la situación está así: tenemos a un grupo de diputados desesperados por quitarse de encima el ancla de las 4x3 para que el resto del barco legislativo pueda navegar. Y para lograrlo, proponen un atajo que implica cambiar las reglas del juego a medio partido con un texto "secreto". Por otro lado, tenemos a una oposición que, con toda la razón del mundo, desconfía y pide ver las cartas sobre la mesa antes de apostar. El plan del PUSC ya va por la cuarta versión, intentando convencer a los indecisos, pero la duda persiste. Al final, todo este enredo deja una pregunta en el aire que va más allá de si nos gustan o no las jornadas de 12 horas.
Foro, ¿ustedes qué dicen? ¿Es esta una jugada pragmática y necesaria para que el brete en la Asamblea por fin avance, o nos están intentando meter un gol por la escuadra con un proyecto "nuevo" que nadie conoce? ¡Se armó el debate!
La propuesta, liderada por el socialcristiano Alejandro Pacheco, suena simple en el papel: saquemos este chunche del Plenario y creemos una comisión especial para que lo discuta. Así, se libera el camino para otros proyectos y este brete tan polémico se sigue pulseando en un grupo más pequeño. La idea le sonó a música celestial a varios: Nueva República, el oficialismo y el Liberal Progresista dijeron "¡de una!". Pilar Cisneros, del partido de gobierno, hasta dijo que esta vía "puede tener una gran acogida" y que con eso se "desentraba el Plenario". Diay, hasta ahí todo suena bonito, ¿verdad? El problema es que en política, cuando algo parece demasiado bueno para ser verdad, usualmente no lo es.
Aquí es donde la cosa se pone color de hormiga. Dos de las fracciones más grandes, Liberación Nacional y el Frente Amplio, le pusieron el freno de mano a la iniciativa. El jefe del PLN, Óscar Izquierdo, la jugó diplomático y dijo que necesita llevar la propuesta a su bancada, analizarla con calma y que hasta tienen otras ideas en mente. Básicamente, un "déjenme ver, yo los llamo". Pero la que sí tiró la piedra sin esconder la mano fue Rocío Alfaro, del Frente Amplio. Ella puso el dedo en la llaga: la moción que andan pasando habla de discutir un "texto nuevo", no el que ya todos conocemos. ¿Y cómo van a votar para mandarle un proyecto a una comisión si ni siquiera han visto el bendito texto? ¡Pura lógica!
Y es que ese es el meollo del asunto, el verdadero truco. Para que esta maniobra funcione, tienen que archivar el proyecto actual y presentar uno nuevo. La misma Pilar Cisneros lo confirmó, diciendo que están "afinando" el nuevo texto, que según ella es "el mismo con algunas correcciones". ¡Ajá! Esas "correcciones" son las que tienen al Frente Amplio con la mosca detrás de la oreja. Alfaro fue clarísima: "No veo como votar sobre un proyecto que no está presentado". Es que mae, es como que te inviten a firmar un contrato en blanco, con la promesa de que después le ponen las cláusulas que ya habías negociado. ¡Nadie en su sano juicio lo haría!
Así que la situación está así: tenemos a un grupo de diputados desesperados por quitarse de encima el ancla de las 4x3 para que el resto del barco legislativo pueda navegar. Y para lograrlo, proponen un atajo que implica cambiar las reglas del juego a medio partido con un texto "secreto". Por otro lado, tenemos a una oposición que, con toda la razón del mundo, desconfía y pide ver las cartas sobre la mesa antes de apostar. El plan del PUSC ya va por la cuarta versión, intentando convencer a los indecisos, pero la duda persiste. Al final, todo este enredo deja una pregunta en el aire que va más allá de si nos gustan o no las jornadas de 12 horas.
Foro, ¿ustedes qué dicen? ¿Es esta una jugada pragmática y necesaria para que el brete en la Asamblea por fin avance, o nos están intentando meter un gol por la escuadra con un proyecto "nuevo" que nadie conoce? ¡Se armó el debate!