¡Ay, Dios mío, qué despiche nos cayó encima! Imaginen esto: te estás echando unos videos en YouTube, buscando recetas de gallo pinto para el almuerzo, o intentando enviar un correo con esos papeles para Hacienda, y ¡zas!, todo desaparece. Sí, amigos, este martes amanecimos muchos perdidos en un mar de pantallas blancas gracias a una falla gigantesca en Cloudflare, la empresa que le da velocidad y protección a muchísimas páginas web. Desde ChatGPT hasta League of Legends, pasando por Spotify y hasta X (antes Twitter), todos sufrieron las consecuencias.
Para los que no estén enterados, Cloudflare es como el portero de internet; recibe todas las visitas a las páginas web y se encarga de que lleguen rápido y seguras. Pero parece que ayer el portero se quedó dormido, ojalá no soñando con balones de oro, porque dejó pasar la bola... o mejor dicho, dejó caer toda la red. Según la propia compañía, hubo una “degradación interna del servicio,” lo cual suena muy técnico, pero básicamente significa que algo salió horriblemente mal dentro de sus sistemas. No fue una falla acá en Costa Rica, ni en ningún país en particular, fue una bronca mundial, un apagón digital que nos tocó vivir a todos.
Aquí en Costa Rica, la cosa fue dura, mándale saludos a la página del Ministerio de Hacienda que estaba totalmente caída. Inclusive nosotros, de Foro de Costa Rica, tuvimos que ponerle pausa a nuestras publicaciones por un rato, ¡imagínense la emergencia! Usuarios reportaron de todo: desconexiones repentinas, mensajes de error rarísimos, imposibilidad de iniciar sesión en sus cuentas… Todo un caos. La gente empezó a pensar que era culpa del ICE o de algún virus nuevo, pero pronto descubrimos que estábamos todos en el mismo barco, navegando en aguas turbulentas de una internet averiada.
Según DownDetector, un sitio web que rastrea estas cosas, los reportes de problemas se dispararon desde diferentes partes del mundo. Prácticamente todos los rincones del planeta sintieron el golpe. La gente iba a las redes sociales (cuando podían) a quejarse, a preguntarle a Google qué demonios estaba pasando, ¡un circo! Era evidente que no éramos los únicos sufriendo esta torta, esta falla tenía un alcance global impresionante. Cloudflare, mientras tanto, trabajaba a marchas forzadas para intentar arreglar el problema, publicando actualizaciones en su página de estado que decían “seguimos trabajando para solucionar el impacto”. Qué tranquilidad, ¿verdad?
Lo curioso es que, paralelamente a esta crisis, Cloudflare estaba realizando labores de mantenimiento programado en sus centros de datos de Sidney, Atlanta y Tahití. Parece una coincidencia horrible, pero da a entender que quizás esas tareas pudieron haber contribuido a la falla generalizada. Aunque la compañía niegue cualquier relación directa, la verdad es que deja algunas preguntas flotando en el aire. Siempre hay quien dice que estas cosas son un plan, que todo está calculado, pero a veces, simplemente, se va todo al traste, ¿quién sabe?
Después de unas cuantas horas de angustia y frustración, la mayoría de los servicios comenzaron a revivir lentamente. Poco a poco, las páginas volvieron a cargar, las aplicaciones empezaron a funcionar de nuevo, y pudimos retomar nuestras vidas digitales. Sin embargo, algunos usuarios todavía reportaban dificultades para iniciar sesión o acceder a ciertas funciones, así que la recuperación completa tardó un poquito más. Al final, la paciencia de los ticos se puso a prueba, pero como siempre, nos tomamos la bronca con calma y esperamos a que las cosas volvieran a la normalidad.
Este incidente nos recuerda lo dependientes que somos de internet y de las empresas que lo hacen funcionar. Cuando algo sale mal, todo se detiene. Nos quedamos sin poder trabajar, estudiar, divertirnos... ¡hasta pedir comida online se vuelve una odisea! Esta experiencia debería hacer reflexionar a los gobiernos y a las empresas sobre la importancia de tener planes de contingencia sólidos para estos casos, y también de diversificar las opciones para evitar depender tanto de un solo proveedor. Hay que buscar alternativas, fortalecer la infraestructura local, ¡todo eso!
Ahora bien, con todo este panorama, me pregunto: ¿Ustedes creen que deberíamos empezar a prepararnos para futuros apagones digitales, tal vez aprendiendo habilidades básicas offline como cocinar, leer libros físicos, e incluso hablar con nuestros vecinos? ¿O piensan que este tipo de incidentes son eventualidades improbables que no justifican tomar medidas drásticas? Compartan sus opiniones en el foro, ¡me interesa saber qué piensa la comunidad!
Para los que no estén enterados, Cloudflare es como el portero de internet; recibe todas las visitas a las páginas web y se encarga de que lleguen rápido y seguras. Pero parece que ayer el portero se quedó dormido, ojalá no soñando con balones de oro, porque dejó pasar la bola... o mejor dicho, dejó caer toda la red. Según la propia compañía, hubo una “degradación interna del servicio,” lo cual suena muy técnico, pero básicamente significa que algo salió horriblemente mal dentro de sus sistemas. No fue una falla acá en Costa Rica, ni en ningún país en particular, fue una bronca mundial, un apagón digital que nos tocó vivir a todos.
Aquí en Costa Rica, la cosa fue dura, mándale saludos a la página del Ministerio de Hacienda que estaba totalmente caída. Inclusive nosotros, de Foro de Costa Rica, tuvimos que ponerle pausa a nuestras publicaciones por un rato, ¡imagínense la emergencia! Usuarios reportaron de todo: desconexiones repentinas, mensajes de error rarísimos, imposibilidad de iniciar sesión en sus cuentas… Todo un caos. La gente empezó a pensar que era culpa del ICE o de algún virus nuevo, pero pronto descubrimos que estábamos todos en el mismo barco, navegando en aguas turbulentas de una internet averiada.
Según DownDetector, un sitio web que rastrea estas cosas, los reportes de problemas se dispararon desde diferentes partes del mundo. Prácticamente todos los rincones del planeta sintieron el golpe. La gente iba a las redes sociales (cuando podían) a quejarse, a preguntarle a Google qué demonios estaba pasando, ¡un circo! Era evidente que no éramos los únicos sufriendo esta torta, esta falla tenía un alcance global impresionante. Cloudflare, mientras tanto, trabajaba a marchas forzadas para intentar arreglar el problema, publicando actualizaciones en su página de estado que decían “seguimos trabajando para solucionar el impacto”. Qué tranquilidad, ¿verdad?
Lo curioso es que, paralelamente a esta crisis, Cloudflare estaba realizando labores de mantenimiento programado en sus centros de datos de Sidney, Atlanta y Tahití. Parece una coincidencia horrible, pero da a entender que quizás esas tareas pudieron haber contribuido a la falla generalizada. Aunque la compañía niegue cualquier relación directa, la verdad es que deja algunas preguntas flotando en el aire. Siempre hay quien dice que estas cosas son un plan, que todo está calculado, pero a veces, simplemente, se va todo al traste, ¿quién sabe?
Después de unas cuantas horas de angustia y frustración, la mayoría de los servicios comenzaron a revivir lentamente. Poco a poco, las páginas volvieron a cargar, las aplicaciones empezaron a funcionar de nuevo, y pudimos retomar nuestras vidas digitales. Sin embargo, algunos usuarios todavía reportaban dificultades para iniciar sesión o acceder a ciertas funciones, así que la recuperación completa tardó un poquito más. Al final, la paciencia de los ticos se puso a prueba, pero como siempre, nos tomamos la bronca con calma y esperamos a que las cosas volvieran a la normalidad.
Este incidente nos recuerda lo dependientes que somos de internet y de las empresas que lo hacen funcionar. Cuando algo sale mal, todo se detiene. Nos quedamos sin poder trabajar, estudiar, divertirnos... ¡hasta pedir comida online se vuelve una odisea! Esta experiencia debería hacer reflexionar a los gobiernos y a las empresas sobre la importancia de tener planes de contingencia sólidos para estos casos, y también de diversificar las opciones para evitar depender tanto de un solo proveedor. Hay que buscar alternativas, fortalecer la infraestructura local, ¡todo eso!
Ahora bien, con todo este panorama, me pregunto: ¿Ustedes creen que deberíamos empezar a prepararnos para futuros apagones digitales, tal vez aprendiendo habilidades básicas offline como cocinar, leer libros físicos, e incluso hablar con nuestros vecinos? ¿O piensan que este tipo de incidentes son eventualidades improbables que no justifican tomar medidas drásticas? Compartan sus opiniones en el foro, ¡me interesa saber qué piensa la comunidad!