Diay maes, si ustedes pensaban que hoy era el día en que la discusión de las jornadas 4-3 iba a avanzar a toda máquina, pues... ¡qué sal! Otra vez nos quedamos viendo para el ciprés. La sesión de la mañana en el Plenario se fue al traste antes de que muchos pudieran pensar en el almuerzo. ¿La razón? La de siempre, la que ya parece un chiste repetido y sin gracia: la famosa falta de quorum. Esto ya ni siquiera sorprende, pero no deja de molestar, y bastante.
Y no crean que fue por mucho. El despiche se armó porque faltaba *un* diputado. ¡UNO! A las 10:47 a.m., don Rodrigo Arias, con la paciencia que lo caracteriza (nótese el sarcasmo), mandó a cerrar puertas, pasó lista y ¡sorpresa!, solo 37 almas en sus curules. Para que la vara funcione se necesitan 38. Por un pelito de gato, toda la discusión se paró en seco. Es como organizar una mejenga y que falte el que trae la bola. O sea, se jalaron la torta colectiva de no coordinarse ni para estar sentados haciendo el brete por el que, dicho sea de paso, se les paga bastante bien para representar al pueblo.
Ahora, lo que realmente enoja no es el evento de hoy, sino que ya esto parece un capítulo repetido de una serie malísima. El texto fuente es claro: “No es la primera vez que se rompe o no hay quorum”. La semana pasada, el lunes, pasó exactamente lo mismo. Arrancando semana y ya con ausencias que frenan todo. Entonces, uno se pregunta, ¿esto es estrategia o simple desgano? ¿Hay algún bando que se beneficia de que esta vara no avance a punta de ausencias, o es que de verdad la coordinación en Cuesta de Moras es un mito urbano? Porque cuesta creer que sea simple casualidad.
Para que se hagan una idea de la velocidad del "avance", antes del colapso matutino, apenas lograron votar 17 mociones de ese chunche de proyecto. ¡Diecisiete! Pasaron de la moción 537 a la 553. Si uno considera que el lunes, en dos sesiones, se despacharon 53, el ritmo de hoy fue de tortuga con reuma. A este paso, vamos a llegar al 2026 y todavía van a estar discutiendo la moción setecientos y pico. La procesión va lenta, dolorosamente lenta, y cada ausencia es un freno de mano más para un carro que ya de por sí parece que va en neutro y cuesta arriba.
Al final del día, la historia es la misma: un proyecto crucial que polariza al país, atascado en el barro legislativo no por un debate de altura, sino por sillas vacías. Cuesta entender cómo, en un brete tan importante, la asistencia no sea la prioridad número uno. Es el equivalente a que un cirujano no llegue a una operación porque "se le hizo tarde". Así que, abro el foro para la catarsis colectiva, maes. Más allá del chiste y la molestia, ¿qué creen ustedes que debería pasar? ¿Deberían existir sanciones más fuertes para los diputados ausentistas o esto es simplemente parte del "juego" político que tenemos que aguantar?
Y no crean que fue por mucho. El despiche se armó porque faltaba *un* diputado. ¡UNO! A las 10:47 a.m., don Rodrigo Arias, con la paciencia que lo caracteriza (nótese el sarcasmo), mandó a cerrar puertas, pasó lista y ¡sorpresa!, solo 37 almas en sus curules. Para que la vara funcione se necesitan 38. Por un pelito de gato, toda la discusión se paró en seco. Es como organizar una mejenga y que falte el que trae la bola. O sea, se jalaron la torta colectiva de no coordinarse ni para estar sentados haciendo el brete por el que, dicho sea de paso, se les paga bastante bien para representar al pueblo.
Ahora, lo que realmente enoja no es el evento de hoy, sino que ya esto parece un capítulo repetido de una serie malísima. El texto fuente es claro: “No es la primera vez que se rompe o no hay quorum”. La semana pasada, el lunes, pasó exactamente lo mismo. Arrancando semana y ya con ausencias que frenan todo. Entonces, uno se pregunta, ¿esto es estrategia o simple desgano? ¿Hay algún bando que se beneficia de que esta vara no avance a punta de ausencias, o es que de verdad la coordinación en Cuesta de Moras es un mito urbano? Porque cuesta creer que sea simple casualidad.
Para que se hagan una idea de la velocidad del "avance", antes del colapso matutino, apenas lograron votar 17 mociones de ese chunche de proyecto. ¡Diecisiete! Pasaron de la moción 537 a la 553. Si uno considera que el lunes, en dos sesiones, se despacharon 53, el ritmo de hoy fue de tortuga con reuma. A este paso, vamos a llegar al 2026 y todavía van a estar discutiendo la moción setecientos y pico. La procesión va lenta, dolorosamente lenta, y cada ausencia es un freno de mano más para un carro que ya de por sí parece que va en neutro y cuesta arriba.
Al final del día, la historia es la misma: un proyecto crucial que polariza al país, atascado en el barro legislativo no por un debate de altura, sino por sillas vacías. Cuesta entender cómo, en un brete tan importante, la asistencia no sea la prioridad número uno. Es el equivalente a que un cirujano no llegue a una operación porque "se le hizo tarde". Así que, abro el foro para la catarsis colectiva, maes. Más allá del chiste y la molestia, ¿qué creen ustedes que debería pasar? ¿Deberían existir sanciones más fuertes para los diputados ausentistas o esto es simplemente parte del "juego" político que tenemos que aguantar?
