¡Ay, pata! Aquí estamos hablando de billetes, de dónde sale la lana pa' mantener el carrete del país. El presupuesto de la República, esa vaina que todos critican pero nadie entiende realmente, está dando candongueles. Con la llegada de la ‘Hacienda Digital’ pareciera que íbamos a llegar a la gloria, pero, díganme, ¿realmente esto es progreso o nos estamos jalando una torta tratando de modernizar algo que funciona más o menos?
Como bien sabemos, el Presupuesto es la hoja de ruta financiera del país, el documento maestro que define cómo se gastará el dinero de los impuestos. Según la constitución, el Poder Ejecutivo formula el proyecto, la Asamblea Legislativa lo analiza y, si todo va bien, lo aprueba antes de diciembre. Pero en el camino hay una cantina de intereses, de lobbys y de políticos tratando de meter sus deditos en la masa. Y ahora, con tanta tecnología, parece que el proceso se ha complicado aún más, aunque prometen más transparencia... ¡A ver si es cierto!
La implementación de sistemas integrados de gestión financiera, SIGAFE y toda esa movida, buscaba precisamente simplificar procesos, eliminar burocracia y hacer que el control sea más eficiente. Prometen que ahora podremos ver en tiempo real cómo se gasta nuestro dinero, qué tan bien se están desempeñando los programas gubernamentales y si realmente estamos obteniendo resultados. Suena chévere, ¿verdad?, pero me da la impresión de que eso es como venderle humo a la gente. Porque al final, las cosas siguen siendo las mismas: la plata llega, se va y pocas veces vemos los resultados tangibles.
Lo que preocupa es que, con toda esta modernización, se estén perdiendo algunas garantías importantes. Por ejemplo, la transparencia. Dicen que ahora la información está más accesible, pero la mayoría de la gente no sabe ni qué buscar, ni cómo interpretar los datos. Además, la inteligencia artificial y esos algoritmos que están usando pueden ser cajas negras que esconden decisiones arbitrarias. ¡Imagínense!, el algoritmo decide quién recibe un subsidio y nosotros ni siquiera sabemos por qué.
Y no olvidemos el problema del control. La Contraloría General de la República, nuestros guardianes del erario, están teniendo dificultades para seguir el ritmo de la tecnología. Les cuesta entender cómo funcionan estos sistemas complejos y cómo detectar irregularidades en medio de tanta información digital. Esto abre la puerta a la corrupción y al desfalco, y ahí es donde realmente nos tenemos que poner las pilas. Porque al final, lo que queremos es que nuestro dinero se gaste bien, en cosas que realmente beneficien a la comunidad.
Otro tema que está pegando candela es la Regla Fiscal. Esta vaina, que supuestamente sirve para controlar el déficit público, está estrangulando la inversión pública. Parece que es más fácil recortar gastos que buscar nuevas fuentes de ingresos. Pero si seguimos cortando en salud, educación y transporte, ¿cómo vamos a crecer como país? Además, la pandemia dejó secuelas muy fuertes, y necesitamos invertir en recuperación y reconstrucción. Que se carguen de trabajar entonces, ¡porque la weva no se hace sola!
Entonces, ¿modernización o retroceso? La verdad es que no tengo la respuesta. Lo que sí sé es que el Presupuesto de la República es un asunto serio que nos afecta a todos, y que debemos estar pendientes de lo que pasa. No podemos dejar que los políticos y los tecnócratas decidan por nosotros. Tenemos que exigir transparencia, rendición de cuentas y resultados tangibles. Después de todo, ese es nuestro dinero, ¡y tenemos derecho a saber cómo se está utilizando!
Ahora dime tú, mi pana: ¿crees que la ‘Hacienda Digital’ realmente está haciendo el país más transparente y eficiente, o simplemente es otra promesa vacía disfrazada de innovación tecnológica? ¡Déjate sentir en los comentarios y que empieze el debate!
Como bien sabemos, el Presupuesto es la hoja de ruta financiera del país, el documento maestro que define cómo se gastará el dinero de los impuestos. Según la constitución, el Poder Ejecutivo formula el proyecto, la Asamblea Legislativa lo analiza y, si todo va bien, lo aprueba antes de diciembre. Pero en el camino hay una cantina de intereses, de lobbys y de políticos tratando de meter sus deditos en la masa. Y ahora, con tanta tecnología, parece que el proceso se ha complicado aún más, aunque prometen más transparencia... ¡A ver si es cierto!
La implementación de sistemas integrados de gestión financiera, SIGAFE y toda esa movida, buscaba precisamente simplificar procesos, eliminar burocracia y hacer que el control sea más eficiente. Prometen que ahora podremos ver en tiempo real cómo se gasta nuestro dinero, qué tan bien se están desempeñando los programas gubernamentales y si realmente estamos obteniendo resultados. Suena chévere, ¿verdad?, pero me da la impresión de que eso es como venderle humo a la gente. Porque al final, las cosas siguen siendo las mismas: la plata llega, se va y pocas veces vemos los resultados tangibles.
Lo que preocupa es que, con toda esta modernización, se estén perdiendo algunas garantías importantes. Por ejemplo, la transparencia. Dicen que ahora la información está más accesible, pero la mayoría de la gente no sabe ni qué buscar, ni cómo interpretar los datos. Además, la inteligencia artificial y esos algoritmos que están usando pueden ser cajas negras que esconden decisiones arbitrarias. ¡Imagínense!, el algoritmo decide quién recibe un subsidio y nosotros ni siquiera sabemos por qué.
Y no olvidemos el problema del control. La Contraloría General de la República, nuestros guardianes del erario, están teniendo dificultades para seguir el ritmo de la tecnología. Les cuesta entender cómo funcionan estos sistemas complejos y cómo detectar irregularidades en medio de tanta información digital. Esto abre la puerta a la corrupción y al desfalco, y ahí es donde realmente nos tenemos que poner las pilas. Porque al final, lo que queremos es que nuestro dinero se gaste bien, en cosas que realmente beneficien a la comunidad.
Otro tema que está pegando candela es la Regla Fiscal. Esta vaina, que supuestamente sirve para controlar el déficit público, está estrangulando la inversión pública. Parece que es más fácil recortar gastos que buscar nuevas fuentes de ingresos. Pero si seguimos cortando en salud, educación y transporte, ¿cómo vamos a crecer como país? Además, la pandemia dejó secuelas muy fuertes, y necesitamos invertir en recuperación y reconstrucción. Que se carguen de trabajar entonces, ¡porque la weva no se hace sola!
Entonces, ¿modernización o retroceso? La verdad es que no tengo la respuesta. Lo que sí sé es que el Presupuesto de la República es un asunto serio que nos afecta a todos, y que debemos estar pendientes de lo que pasa. No podemos dejar que los políticos y los tecnócratas decidan por nosotros. Tenemos que exigir transparencia, rendición de cuentas y resultados tangibles. Después de todo, ese es nuestro dinero, ¡y tenemos derecho a saber cómo se está utilizando!
Ahora dime tú, mi pana: ¿crees que la ‘Hacienda Digital’ realmente está haciendo el país más transparente y eficiente, o simplemente es otra promesa vacía disfrazada de innovación tecnológica? ¡Déjate sentir en los comentarios y que empieze el debate!