Maes, paren un toque el brete y sentémonos a hablar de la última encuesta de Opol, porque la vara se está poniendo color de hormiga. A primera vista, el titular es clarísimo: Laura Fernández, la candidata oficialista, va como una bala, barriendo el piso con un 27% de apoyo. Para que se hagan una idea, le saca casi 20 puntos de ventaja a Álvaro Ramos del PLN, que a duras penas marca un 8,4%. O sea, mientras ella va en un cohete, los demás parece que van en una carreta con las llantas cuadradas. Es una foto del momento que la deja ver como la dueña y señora de la pista electoral rumbo al 2026.
Ahora, si le hacemos zoom a la imagen, empezamos a ver los detalles que de verdad importan. Ver a Ramos tan abajo y a Natalia Díaz con un 7,2% nos dice que los partidos que antes eran los mandamases hoy no logran ni emocionar a sus propias bases. El que parece que está un poco salado es Fabricio Alvarado, que sigue bajando poquito a poquito, como si se le estuviera desinflando el globo en cámara lenta. La procesión, como dicen, va por dentro para estos candidatos. Tienen un trabajal por delante si quieren, por lo menos, hacerle cosquillas a Fernández en los próximos meses. De momento, la están viendo desde alláááá lejos, con binoculares.
Pero bueno, aquí es donde la cosa se pone realmente interesante y donde, en mi opinión, está el verdadero meollo del asunto. Resulta que, a pesar del carrerón de Fernández, hay un número que debería quitarle el sueño a cualquier estratega político: casi un tercio del país (un 28% para ser exactos) dice que no votaría por NINGUNO de ellos. Si a eso le sumamos el 5,6% de indecisos puros, estamos hablando de que más de un 33% del electorado está en un limbo, viendo la corrida desde la barrera y con cara de “meh”. Este es el verdadero campo de batalla, un ejército de gente que o está harta de todos o simplemente no se siente representada. Ignorar a este gentío es el error más grande que podrían cometer.
Y para terminar de enredar el mecate, veamos el despiche que hay entre el apoyo a los candidatos y el apoyo a los partidos. Fernández tiene un 27%, pero su partido, Pueblo Soberano, apenas llega al 15%. ¿Qué nos dice esto? Que es un voto personalista, un cheque en blanco para ella, no para la bandera. Mientras tanto, Liberación se queda con un 10,5%, demostrando que su maquinaria, aunque golpeada, todavía respira. Y lo del PUSC, diay... un 3,2%. Eso ya no es una crisis, ¡qué torta! Es la prueba de que el apellido y la historia ya no alcanzan para pagar el supermercado electoral. Los partidos tienen un brete monumental para reconectar con la gente, porque el tico parece estar votando por caras, no por colores.
Entonces, la gran pregunta que nos deja esta encuesta no es si Laura Fernández va a ganar, sino si su ventaja es sólida o un espejismo en medio del desierto de la apatía política. ¿Podrá capitalizar ese enorme bloque de indecisos y descontentos, o serán ellos los que terminen dándole la vuelta a la tortilla? La carrera apenas empieza y, aunque una candidata ya salió del partidor con una ventaja abismal, la meta todavía se ve muy, pero muy lejos. Ustedes qué dicen, maes: ¿es un fenómeno real lo de Fernández o es que el resto de la parrilla está tan floja que cualquiera con un poquito de impulso se ve como un gigante? ¿O la verdadera jugada está en ese tercio del país que todavía no se decide? Los leo.
Ahora, si le hacemos zoom a la imagen, empezamos a ver los detalles que de verdad importan. Ver a Ramos tan abajo y a Natalia Díaz con un 7,2% nos dice que los partidos que antes eran los mandamases hoy no logran ni emocionar a sus propias bases. El que parece que está un poco salado es Fabricio Alvarado, que sigue bajando poquito a poquito, como si se le estuviera desinflando el globo en cámara lenta. La procesión, como dicen, va por dentro para estos candidatos. Tienen un trabajal por delante si quieren, por lo menos, hacerle cosquillas a Fernández en los próximos meses. De momento, la están viendo desde alláááá lejos, con binoculares.
Pero bueno, aquí es donde la cosa se pone realmente interesante y donde, en mi opinión, está el verdadero meollo del asunto. Resulta que, a pesar del carrerón de Fernández, hay un número que debería quitarle el sueño a cualquier estratega político: casi un tercio del país (un 28% para ser exactos) dice que no votaría por NINGUNO de ellos. Si a eso le sumamos el 5,6% de indecisos puros, estamos hablando de que más de un 33% del electorado está en un limbo, viendo la corrida desde la barrera y con cara de “meh”. Este es el verdadero campo de batalla, un ejército de gente que o está harta de todos o simplemente no se siente representada. Ignorar a este gentío es el error más grande que podrían cometer.
Y para terminar de enredar el mecate, veamos el despiche que hay entre el apoyo a los candidatos y el apoyo a los partidos. Fernández tiene un 27%, pero su partido, Pueblo Soberano, apenas llega al 15%. ¿Qué nos dice esto? Que es un voto personalista, un cheque en blanco para ella, no para la bandera. Mientras tanto, Liberación se queda con un 10,5%, demostrando que su maquinaria, aunque golpeada, todavía respira. Y lo del PUSC, diay... un 3,2%. Eso ya no es una crisis, ¡qué torta! Es la prueba de que el apellido y la historia ya no alcanzan para pagar el supermercado electoral. Los partidos tienen un brete monumental para reconectar con la gente, porque el tico parece estar votando por caras, no por colores.
Entonces, la gran pregunta que nos deja esta encuesta no es si Laura Fernández va a ganar, sino si su ventaja es sólida o un espejismo en medio del desierto de la apatía política. ¿Podrá capitalizar ese enorme bloque de indecisos y descontentos, o serán ellos los que terminen dándole la vuelta a la tortilla? La carrera apenas empieza y, aunque una candidata ya salió del partidor con una ventaja abismal, la meta todavía se ve muy, pero muy lejos. Ustedes qué dicen, maes: ¿es un fenómeno real lo de Fernández o es que el resto de la parrilla está tan floja que cualquiera con un poquito de impulso se ve como un gigante? ¿O la verdadera jugada está en ese tercio del país que todavía no se decide? Los leo.