¡Ay, Dios mío! Europa acaba de darle un golpe certero al bolsillo de Putin, poniendo fin a las importaciones de gas ruso antes de 2028. Sí, así como lo escuchas, el viejo continente dice ‘adiós’ a ese gas que tanto les calentaba – literal y figurativamente. La decisión, aprobada entre muchos apretujos, parece sacada de una película de espías, con maniobras políticas y intereses cruzados que dan pa’ escribir un brete.
Según nos cuentan, los ministros de Energía de la Unión Europea, reunidos en Luxemburgo, dieron luz verde a esta medida largamente pedida por Estados Unidos y Ucrania. El plan es simple: cortarle la llave del dinero a Rusia, ese dinerito que utiliza para financiar su guerra contra Ucrania. La Comisión Europea ya había propuesto esto en mayo, pero siempre hay unos cuantos que se agarran al clavel… literalmente, porque ahí entran en juego los intereses económicos de algunos países.
Y hablando de esos que se agarran al clavel, tenemos a Eslovaquia y Hungría, dos países que no tienen salida al mar y dependen como loco del gas ruso. Estos se opusieron con uñas y dientes, pero quedaron en minoría. Parece que ni siquiera sus ruegos llegaron al corazón de la Unión. Imagínate, ¡ni siquiera pudieron convencerlos! La EU, como sabemos, lleva tiempo tratando de desenamoricarse del petróleo y el gas rusos desde que Ucrania empezó con sus problemas en 2022, pero el asunto no es fácil, pues todavía dependen bastante de ellos.
Si bien ya han logrado reducir significativamente la importación de petróleo – pasando de un 45% en 2021 a apenas un 19% en 2024 – el gas sigue siendo un problema. Es decir, aunque intentaron cambiar el chip, todavía tienen una dependencia considerable. A ver si ahora, con esta prohibición, pueden buscar otras alternativas energéticas que no impliquen meterse en líos geopolíticos. Porque esto, mi pana, es más complicado que resolver un sudoku con patas.
Ahora, la pelota pasa al Parlamento Europeo, donde seguramente habrá debates encendidos y propuestas aún más ambiciosas. De hecho, algunos eurodiputados quieren ir más rápido, proponiendo prohibir todas las importaciones de gas ruso desde el 1 de enero de 2026, con unas pocas excepciones para evitar que se vaya todo al garete. Habrá que ver qué sale de estas negociaciones, pero la presión es alta y el tiempo corre.
Lo curioso es que mientras la Unión Europea se pone firme con Rusia, otros países andan buscando nuevos proveedores de gas natural licuado (GNL). Se habla de Qatar, de EE.UU., incluso de Australia. Pero esto también tiene su lado oscuro: depende mucho de cómo estén las cosas con los precios internacionales y la capacidad de infraestructura para recibir y distribuir este GNL. Además, construir terminales de regasificación lleva tiempo y cuesta un ojo de la cara.
Esto me hace pensar en nosotros, los ticos. Aunque no dependemos directamente del gas ruso, sí somos vulnerables a los vaivenes del mercado energético mundial. Suben los precios del petróleo, sube todo acá. Y con el cambio climático pegándose como quisiera, ¿quién sabe cuándo tendremos que empezar a racionar la electricidad? ¿Deberíamos invertir más en energías renovables, como sol y viento, o seguir dependiendo de nuestros embalses y esperando que llueva?
En fin, la historia nos enseña que depender de una sola fuente de energía nunca es buena idea. Esta jugada de Europa nos da pie a reflexionar sobre nuestra propia seguridad energética y sobre cómo podemos prepararnos para un futuro incierto. ¿Crees que Costa Rica debería tomar medidas más drásticas para diversificar nuestras fuentes de energía y reducir nuestra dependencia de combustibles fósiles, o estás conforme con el camino que llevamos? ¡Déjanos tus comentarios!
Según nos cuentan, los ministros de Energía de la Unión Europea, reunidos en Luxemburgo, dieron luz verde a esta medida largamente pedida por Estados Unidos y Ucrania. El plan es simple: cortarle la llave del dinero a Rusia, ese dinerito que utiliza para financiar su guerra contra Ucrania. La Comisión Europea ya había propuesto esto en mayo, pero siempre hay unos cuantos que se agarran al clavel… literalmente, porque ahí entran en juego los intereses económicos de algunos países.
Y hablando de esos que se agarran al clavel, tenemos a Eslovaquia y Hungría, dos países que no tienen salida al mar y dependen como loco del gas ruso. Estos se opusieron con uñas y dientes, pero quedaron en minoría. Parece que ni siquiera sus ruegos llegaron al corazón de la Unión. Imagínate, ¡ni siquiera pudieron convencerlos! La EU, como sabemos, lleva tiempo tratando de desenamoricarse del petróleo y el gas rusos desde que Ucrania empezó con sus problemas en 2022, pero el asunto no es fácil, pues todavía dependen bastante de ellos.
Si bien ya han logrado reducir significativamente la importación de petróleo – pasando de un 45% en 2021 a apenas un 19% en 2024 – el gas sigue siendo un problema. Es decir, aunque intentaron cambiar el chip, todavía tienen una dependencia considerable. A ver si ahora, con esta prohibición, pueden buscar otras alternativas energéticas que no impliquen meterse en líos geopolíticos. Porque esto, mi pana, es más complicado que resolver un sudoku con patas.
Ahora, la pelota pasa al Parlamento Europeo, donde seguramente habrá debates encendidos y propuestas aún más ambiciosas. De hecho, algunos eurodiputados quieren ir más rápido, proponiendo prohibir todas las importaciones de gas ruso desde el 1 de enero de 2026, con unas pocas excepciones para evitar que se vaya todo al garete. Habrá que ver qué sale de estas negociaciones, pero la presión es alta y el tiempo corre.
Lo curioso es que mientras la Unión Europea se pone firme con Rusia, otros países andan buscando nuevos proveedores de gas natural licuado (GNL). Se habla de Qatar, de EE.UU., incluso de Australia. Pero esto también tiene su lado oscuro: depende mucho de cómo estén las cosas con los precios internacionales y la capacidad de infraestructura para recibir y distribuir este GNL. Además, construir terminales de regasificación lleva tiempo y cuesta un ojo de la cara.
Esto me hace pensar en nosotros, los ticos. Aunque no dependemos directamente del gas ruso, sí somos vulnerables a los vaivenes del mercado energético mundial. Suben los precios del petróleo, sube todo acá. Y con el cambio climático pegándose como quisiera, ¿quién sabe cuándo tendremos que empezar a racionar la electricidad? ¿Deberíamos invertir más en energías renovables, como sol y viento, o seguir dependiendo de nuestros embalses y esperando que llueva?
En fin, la historia nos enseña que depender de una sola fuente de energía nunca es buena idea. Esta jugada de Europa nos da pie a reflexionar sobre nuestra propia seguridad energética y sobre cómo podemos prepararnos para un futuro incierto. ¿Crees que Costa Rica debería tomar medidas más drásticas para diversificar nuestras fuentes de energía y reducir nuestra dependencia de combustibles fósiles, o estás conforme con el camino que llevamos? ¡Déjanos tus comentarios!
