¡Ay, Dios mío! Esto ya va escalando... La tranquilidad de nuestros coles, esos lugares donde los mocosos deberían estar aprendiendo a sumar y restar, ahora anda amenazada por pinta de narcos. Grafitis con simbolitos raros y letras que dan qué pensar han aparecido en varios colegios de la Zona Sur, específicamente en Desamparados, San Sebastián y Aserrí. ¿Se imaginan encontrar eso cuando vas a dejar a tus hijos?
Según nos cuentan desde la Fuerza Pública y el Ministerio de Educación Pública (MEP), los grafiteros no andan jugando. Han dejado sus marcas en portones, gimnasios e incluso en las áreas donde entran los estudiantes. No es un churche de pintura para decorar; parece que estos tipos andan marcando territorio, dejando pistas pa' otros o avisándole a los que andan tramando cosas turbias.
Lo más preocupante es lo que nos revelan los estudiantes del Colegio de Calle Fallas. Al parecer, los vándalos se pasan por el gimnasio y luego van corriendo a un parque cercano, que queda a unos 50 metros del colegio, para vender droga a los niños. ¡Imagínense la cosa! Ni siquiera tienen vergüenza de hacerlo tan cerca de donde los pendejos andan estudiando. Ahí le hablan al gobierno: esto hay que pararlo, porque estamos criando una generación enganchada a las babas antes de aprender las tablas de multiplicar.
Y ojo, que no es solo cuestión de pintar paredes. Las autoridades nos avisan que estas bandas reclutan a los adolescentes ofreciéndoles plata fácil y hasta con amenazas. Aprovechan la necesidad y la poca educación de algunos para meterlos en este brete. Es una pena ver cómo se aprovechan de la vulnerabilidad de nuestros muchachos, prometiéndoles un futuro brillante mientras les quitan la vida.
Aunque algunos de estos símbolos puedan no significar gran cosa para nosotros, los expertos dicen que sí representan un riesgo. Marcan territorio, intimidan y normalizan la presencia de estos grupos criminales entre los estudiantes. Es como si estuvieran diciendo: “Aquí estamos, no nos pueden tocar”. Y eso da miedo, díganlo ustedes. Que si el país está seguro y tal… ¡Pero si andamos viendo rayones así en los colegios!
Por suerte, el MEP no se ha quedado cruzado de brazos. Están trabajando con la Policía de Control de Drogas (PCD) pa’ hacer campañas preventivas, charlas informativas y otras acciones pa’ proteger a los estudiantes y maestros. Parece que finalmente alguien está tomando cartas en el asunto, aunque todavía falta mucho por hacer. Ya saben, las cosas no cambian de la noche a la mañana.
Además, la Fuerza Pública ha aumentado los patrullajes alrededor de los colegios de la Zona Sur, tratando de evitar que estas bandas sigan operando cerca de los estudiantes y usando los parques y calles como escondite para sus actividades ilegales. Esperemos que esto sirva para disuadir a los delincuentes y darle un poco de paz a los padres de familia. Aunque, siendo honestos, sabemos que no será fácil acabar con esta plaga. El problema es más profundo y requiere de soluciones integrales, no solo de más policías en la calle.
Ahora bien, señores padres, maestrazos y autoridades, me pregunto: ¿qué medidas concretas podemos tomar, además de los patrullajes y las charlas, para abordar este problema de raíz y proteger a nuestros jóvenes de caer en manos de estas bandas? ¿Será suficiente con aumentar la vigilancia policial, o necesitamos fortalecer la educación, apoyar a las familias y crear alternativas reales para los jóvenes en riesgo? Démannos su opinión, ¡el foro necesita escucharla!
Según nos cuentan desde la Fuerza Pública y el Ministerio de Educación Pública (MEP), los grafiteros no andan jugando. Han dejado sus marcas en portones, gimnasios e incluso en las áreas donde entran los estudiantes. No es un churche de pintura para decorar; parece que estos tipos andan marcando territorio, dejando pistas pa' otros o avisándole a los que andan tramando cosas turbias.
Lo más preocupante es lo que nos revelan los estudiantes del Colegio de Calle Fallas. Al parecer, los vándalos se pasan por el gimnasio y luego van corriendo a un parque cercano, que queda a unos 50 metros del colegio, para vender droga a los niños. ¡Imagínense la cosa! Ni siquiera tienen vergüenza de hacerlo tan cerca de donde los pendejos andan estudiando. Ahí le hablan al gobierno: esto hay que pararlo, porque estamos criando una generación enganchada a las babas antes de aprender las tablas de multiplicar.
Y ojo, que no es solo cuestión de pintar paredes. Las autoridades nos avisan que estas bandas reclutan a los adolescentes ofreciéndoles plata fácil y hasta con amenazas. Aprovechan la necesidad y la poca educación de algunos para meterlos en este brete. Es una pena ver cómo se aprovechan de la vulnerabilidad de nuestros muchachos, prometiéndoles un futuro brillante mientras les quitan la vida.
Aunque algunos de estos símbolos puedan no significar gran cosa para nosotros, los expertos dicen que sí representan un riesgo. Marcan territorio, intimidan y normalizan la presencia de estos grupos criminales entre los estudiantes. Es como si estuvieran diciendo: “Aquí estamos, no nos pueden tocar”. Y eso da miedo, díganlo ustedes. Que si el país está seguro y tal… ¡Pero si andamos viendo rayones así en los colegios!
Por suerte, el MEP no se ha quedado cruzado de brazos. Están trabajando con la Policía de Control de Drogas (PCD) pa’ hacer campañas preventivas, charlas informativas y otras acciones pa’ proteger a los estudiantes y maestros. Parece que finalmente alguien está tomando cartas en el asunto, aunque todavía falta mucho por hacer. Ya saben, las cosas no cambian de la noche a la mañana.
Además, la Fuerza Pública ha aumentado los patrullajes alrededor de los colegios de la Zona Sur, tratando de evitar que estas bandas sigan operando cerca de los estudiantes y usando los parques y calles como escondite para sus actividades ilegales. Esperemos que esto sirva para disuadir a los delincuentes y darle un poco de paz a los padres de familia. Aunque, siendo honestos, sabemos que no será fácil acabar con esta plaga. El problema es más profundo y requiere de soluciones integrales, no solo de más policías en la calle.
Ahora bien, señores padres, maestrazos y autoridades, me pregunto: ¿qué medidas concretas podemos tomar, además de los patrullajes y las charlas, para abordar este problema de raíz y proteger a nuestros jóvenes de caer en manos de estas bandas? ¿Será suficiente con aumentar la vigilancia policial, o necesitamos fortalecer la educación, apoyar a las familias y crear alternativas reales para los jóvenes en riesgo? Démannos su opinión, ¡el foro necesita escucharla!