¡Ay, papá! La Universidad de Costa Rica amaneció más varada que bote en río Colorado luego de las lluvias de este jueves. Las cosas no anduvieron bien, mae, y ahora toca lidiar con las consecuencias. Según fuentes internas, la UCR está calculando los daños, pero parece que la cifra va a ser considerable, una verdadera torta.
La Oficina de Servicios Generales, liderada por Pedro Navarro, ya ha hecho un primer recorrido, y eso que apenas estaban raspando el barro. El panorama no es lindo, dicen, especialmente en la Facultad de Ciencias Económicas y la de Educación. Equipos, computadoras, muebles… todo empapado y seguramente inservible. Navaro comentó que estima unos 100-150 equipos dañados solo en la Facultad de Educación; ¡imagínate la cantidad total en todas las facultades!
Pero ojo, entre tanta calamidad, una buena nota: nadie resultó herido. “Gracias a Dios”, recalcó Navaro, quien no pudo evitar soltar un suspiro de alivio. Por suerte, las vidas humanas están a salvo, y eso siempre es lo más importante. Porque bueno, los aparatos se pueden reponer, pero una vida... eso no tiene precio, diay.
Las labores de limpieza comenzaron desde tempranito este viernes, con cuadrillas trabajando contrarreloj para sacar el agua y el lodo acumulado en las instalaciones. Un verdadero brete para el personal de mantenimiento, que se rifa tratando de poner orden en el caos. Se veía gente cargando baldes y cubetas, arrastrando maderas rotas... una escena diciente de la magnitud del desastre.
La Facultad de Derecho fue una de las más afectadas, y por eso decidieron suspender las clases presenciales hasta el próximo lunes. Pero, como dice el dicho, “más vale prevenir que lamentar”. Podrían extender la suspensión si la situación no mejora pronto. Lo administrativo, por ahora, seguirá funcionando virtualmente, así que al menos ahí la cosa sigue rodando, aunque con algunos tropiezos, qué carga.
Este tipo de incidentes nos hacen reflexionar sobre la infraestructura de nuestras universidades públicas y la necesidad de invertir más en medidas preventivas. No es la primera vez que la UCR sufre daños por inundaciones, y parece que la cosa no ha cambiado mucho en estos años. Quizás sería hora de revisar los planes de contingencia y buscar soluciones a largo plazo, antes de que otra lluvia nos agarre con el pie levantado.
Muchos estudiantes y profesores se preguntan cómo afectará esto el calendario académico. ¿Habrá que recuperar clases? ¿Se tendrán que recortar contenidos? Algunas voces sugieren que se exploren opciones de enseñanza híbrida, aprovechando las herramientas virtuales disponibles. Pero claro, eso requiere de recursos y planificación, dos cosas que a veces escasean por estas partes, ¿no?
En fin, la UCR enfrenta un reto grande, pero como bien saben, los ticos somos mañosos y sabemos salir adelante en las peores situaciones. Ahora, cuéntenme, ¿creen que la UCR debería invertir más en sistemas de drenaje y prevención de inundaciones, o deberían enfocarse en otras áreas? ¿Y cómo creen que podríamos ayudar a la universidad a recuperarse de este golpe tan duro?
La Oficina de Servicios Generales, liderada por Pedro Navarro, ya ha hecho un primer recorrido, y eso que apenas estaban raspando el barro. El panorama no es lindo, dicen, especialmente en la Facultad de Ciencias Económicas y la de Educación. Equipos, computadoras, muebles… todo empapado y seguramente inservible. Navaro comentó que estima unos 100-150 equipos dañados solo en la Facultad de Educación; ¡imagínate la cantidad total en todas las facultades!
Pero ojo, entre tanta calamidad, una buena nota: nadie resultó herido. “Gracias a Dios”, recalcó Navaro, quien no pudo evitar soltar un suspiro de alivio. Por suerte, las vidas humanas están a salvo, y eso siempre es lo más importante. Porque bueno, los aparatos se pueden reponer, pero una vida... eso no tiene precio, diay.
Las labores de limpieza comenzaron desde tempranito este viernes, con cuadrillas trabajando contrarreloj para sacar el agua y el lodo acumulado en las instalaciones. Un verdadero brete para el personal de mantenimiento, que se rifa tratando de poner orden en el caos. Se veía gente cargando baldes y cubetas, arrastrando maderas rotas... una escena diciente de la magnitud del desastre.
La Facultad de Derecho fue una de las más afectadas, y por eso decidieron suspender las clases presenciales hasta el próximo lunes. Pero, como dice el dicho, “más vale prevenir que lamentar”. Podrían extender la suspensión si la situación no mejora pronto. Lo administrativo, por ahora, seguirá funcionando virtualmente, así que al menos ahí la cosa sigue rodando, aunque con algunos tropiezos, qué carga.
Este tipo de incidentes nos hacen reflexionar sobre la infraestructura de nuestras universidades públicas y la necesidad de invertir más en medidas preventivas. No es la primera vez que la UCR sufre daños por inundaciones, y parece que la cosa no ha cambiado mucho en estos años. Quizás sería hora de revisar los planes de contingencia y buscar soluciones a largo plazo, antes de que otra lluvia nos agarre con el pie levantado.
Muchos estudiantes y profesores se preguntan cómo afectará esto el calendario académico. ¿Habrá que recuperar clases? ¿Se tendrán que recortar contenidos? Algunas voces sugieren que se exploren opciones de enseñanza híbrida, aprovechando las herramientas virtuales disponibles. Pero claro, eso requiere de recursos y planificación, dos cosas que a veces escasean por estas partes, ¿no?
En fin, la UCR enfrenta un reto grande, pero como bien saben, los ticos somos mañosos y sabemos salir adelante en las peores situaciones. Ahora, cuéntenme, ¿creen que la UCR debería invertir más en sistemas de drenaje y prevención de inundaciones, o deberían enfocarse en otras áreas? ¿Y cómo creen que podríamos ayudar a la universidad a recuperarse de este golpe tan duro?