¡Tremenda nota, raza! Resulta que Japón, sí, el país del sushi y los samuráis, nos tiró un salvavidas económico de tres millones de dólares pa’ renovar la flota de patrullas del Ministerio de Seguridad Pública. Parece sacado de un cuento, pero es verdad pura. Con esa lana, esperan comprar alrededor de cuarenta camionetas nuevas, justo lo que necesitamos pa’ estar más seguros por ley.
La movida, según el ministro Mario Zamora, se traduce directamente en “seguridad, protección de derechos y libertades”. Suena lindo, eh, pero la pregunta es si cuarenta carros nuevos realmente van a hacer magia en las calles. Ya saben cómo son estas cosas, a veces parece que le echamos agua al problema en lugar de atacarlo de frente. Esperemos que esto no se quede solo en buenas intenciones y veamos resultados reales en el terreno.
Y ojo, que esto no es la primera vez que Japón nos da una mano. En 2016 ya hicieron lo mismo, comprándonos vehículos ecológicos, demostrando que no solo les importa la tecnología punta, sino también cuidar el planeta. Además, durante la época del Covid, nos mandaron equipos médicos valiosísimos – camillas, monitores, hasta rayitos X portátiles – pa’ reforzar los hospitales y centros de salud del país. Definitivamente, tienen buen corazón estos japoneses, diay.
Ahora bien, la Embajada de Japón resaltó que esta donación es parte de la despedida del embajador Ariyoshi Katsuhide, quien aprovechó su tiempo acá pa’ fortalecer los lazos entre nuestras naciones. Que se vaya con toda la buena vibra, pues ha sido un gran aliado pa’ Costa Rica. Lo importante es que la relación bilateral sigue creciendo y eso siempre es bueno pa’ todos nosotros.
Pero aquí viene el bicho, raza. En medio de esta ola de delincuencia que tenemos encima, el Ministerio de Seguridad reconoce que hay ¡unas 600 patrullas varadas! Varadas, imagínense, sin funcionar porque necesitan mantenimiento o repuestos. Entonces, ¿cuarenta carros nuevos van a tapar ese agujero? Queda claro que necesitamos mucho más que solo vehículos nuevos; necesitamos inversión en capacitación, infraestructura y, sobre todo, mejorar la eficiencia interna del ministerio.
Además, todavía está el tema de la corrupción, que sigue siendo una sombra constante en nuestra policía. No podemos andar comprando carros nuevos si luego se pierden en el limbo administrativo o terminan vendiéndose en el mercado negro. Hay que ponerle lupa a todo el proceso de compra y distribución, desde cero, pa’ garantizar que el dinero de los impuestos llegue a donde tiene que llegar.
Por supuesto, aplaudimos el gesto de Japón, sin lugar a dudas. Es una inyección de aire fresco pa’ la institución, pero no es la solución mágica que estamos buscando. Necesitamos un cambio estructural profundo en la forma en que abordamos la seguridad pública, involucrando a la comunidad, fortaleciendo la inteligencia policial y, sobre todo, castigando severamente a los delincuentes. La ciudadanía necesita sentir que el Estado está protegiéndola, y eso implica acciones contundentes y transparentes.
Así que volviendo a la pregunta inicial: ¿serán suficientes cuarenta patrullas nuevas pa’ frenar la creciente ola de criminalidad que nos azota? La respuesta corta es: probablemente no. Pero sí pueden ser un primer paso importante, siempre y cuando vengan acompañadas de medidas más amplias y efectivas. Ustedes, ¿qué opinan? ¿Creen que con estos carros nuevos lograremos recuperar la tranquilidad en nuestras comunidades o necesitamos soluciones más radicales?
La movida, según el ministro Mario Zamora, se traduce directamente en “seguridad, protección de derechos y libertades”. Suena lindo, eh, pero la pregunta es si cuarenta carros nuevos realmente van a hacer magia en las calles. Ya saben cómo son estas cosas, a veces parece que le echamos agua al problema en lugar de atacarlo de frente. Esperemos que esto no se quede solo en buenas intenciones y veamos resultados reales en el terreno.
Y ojo, que esto no es la primera vez que Japón nos da una mano. En 2016 ya hicieron lo mismo, comprándonos vehículos ecológicos, demostrando que no solo les importa la tecnología punta, sino también cuidar el planeta. Además, durante la época del Covid, nos mandaron equipos médicos valiosísimos – camillas, monitores, hasta rayitos X portátiles – pa’ reforzar los hospitales y centros de salud del país. Definitivamente, tienen buen corazón estos japoneses, diay.
Ahora bien, la Embajada de Japón resaltó que esta donación es parte de la despedida del embajador Ariyoshi Katsuhide, quien aprovechó su tiempo acá pa’ fortalecer los lazos entre nuestras naciones. Que se vaya con toda la buena vibra, pues ha sido un gran aliado pa’ Costa Rica. Lo importante es que la relación bilateral sigue creciendo y eso siempre es bueno pa’ todos nosotros.
Pero aquí viene el bicho, raza. En medio de esta ola de delincuencia que tenemos encima, el Ministerio de Seguridad reconoce que hay ¡unas 600 patrullas varadas! Varadas, imagínense, sin funcionar porque necesitan mantenimiento o repuestos. Entonces, ¿cuarenta carros nuevos van a tapar ese agujero? Queda claro que necesitamos mucho más que solo vehículos nuevos; necesitamos inversión en capacitación, infraestructura y, sobre todo, mejorar la eficiencia interna del ministerio.
Además, todavía está el tema de la corrupción, que sigue siendo una sombra constante en nuestra policía. No podemos andar comprando carros nuevos si luego se pierden en el limbo administrativo o terminan vendiéndose en el mercado negro. Hay que ponerle lupa a todo el proceso de compra y distribución, desde cero, pa’ garantizar que el dinero de los impuestos llegue a donde tiene que llegar.
Por supuesto, aplaudimos el gesto de Japón, sin lugar a dudas. Es una inyección de aire fresco pa’ la institución, pero no es la solución mágica que estamos buscando. Necesitamos un cambio estructural profundo en la forma en que abordamos la seguridad pública, involucrando a la comunidad, fortaleciendo la inteligencia policial y, sobre todo, castigando severamente a los delincuentes. La ciudadanía necesita sentir que el Estado está protegiéndola, y eso implica acciones contundentes y transparentes.
Así que volviendo a la pregunta inicial: ¿serán suficientes cuarenta patrullas nuevas pa’ frenar la creciente ola de criminalidad que nos azota? La respuesta corta es: probablemente no. Pero sí pueden ser un primer paso importante, siempre y cuando vengan acompañadas de medidas más amplias y efectivas. Ustedes, ¿qué opinan? ¿Creen que con estos carros nuevos lograremos recuperar la tranquilidad en nuestras comunidades o necesitamos soluciones más radicales?
