Bueno, maes, siéntense un toque que les tengo el último chisme económico recién salido del horno de la UCR. Cada cierto tiempo, la gente de la Escuela de Estadística se manda a hacer una encuesta para medirle el pulso al país y ver qué tan optimistas o agüevados andamos con la economía. La vara se llama Índice de Confianza del Consumidor (ICC) y, para no cansarlos con el cuento, el resultado de agosto fue de 52,3. ¿Y eso qué significa? Diay, que estamos en una zona neutral, casi como en el limbo. Ni muy muy, ni tan tan. No estamos tirando cohetes, pero tampoco estamos llorando en una esquina... en teoría.
El asunto es que ese 52,3 es como la foto de perfil de Tinder: te muestra una cara bonita, pero no te cuenta toda la historia. El número grande se mantuvo casi igual que la última vez (era 53,2), así que los propios investigadores dicen que no hay un cambio real. Pero cuando uno empieza a escarbar en los detalles, ahí es donde la cosa se pone color de hormiga. Porque una cosa es lo que dice el promedio y otra muy distinta es un detallito que salió a la luz y que tiene a más de uno preocupado: la percepción que tenemos sobre la salud de las empresas del país.
Aquí es donde se empieza a cocinar la torta. Resulta que le preguntaron a la gente cómo veían a las empresas *ahorita mismo* en comparación con el año pasado. Mae, un 36,6% de la gente dijo que las ven peor. ¡Peor! Hace solo tres meses, los que pensaban así eran un 31,1%. Ese brinco de más de 5 puntos porcentuales en tan poco tiempo no es cualquier vara, es una señal de que el optimismo se nos está yendo de paseo. Cada vez más gente siente que el motor del país, el que genera el brete, está tosiendo más de la cuenta. Y diay, si la gente piensa que las empresas andan mal, la confianza general se empieza a tambalear.
Pero espérense, que la cosa no termina ahí. Como si el pesimismo del presente no fuera suficiente, la encuesta también midió qué esperamos del futuro. ¿Y adivinen qué? ¡Salado de nuevo! El porcentaje de ticos que cree que a las empresas les irá peor en los próximos meses también pegó un brinco feo, pasando de 23,9% a 29,3%. Lo más interesante es que la cantidad de gente que antes decía "no sé" bajó un montón. O sea, los indecisos se bajaron del muro y la mayoría se fue para el lado oscuro del pesimismo. El propio informe de la UCR lo amarra con un tema que ya todos conocemos: la entrada en vigencia de ciertos aranceles gringos. Parece que esa jugada sí nos caló hondo en la psique colectiva.
Entonces, para resumir el despiche: el índice general nos dice que estamos en modo "zen", pero por dentro, la procesión va que arde. La confianza en las empresas, que al final del día son las que nos dan el brete, se está erosionando a paso rápido. Es como estar en un barco que parece estable, pero uno empieza a escuchar crujidos raros en el casco. La pregunta del millón es si esta percepción es solo un susto o el verdadero tráiler de la película que se nos viene. Y ustedes, maes, ¿cómo lo sienten en la calle? ¿Creen que la cosa con el brete se va a poner más ruda o es que andamos todos de un negativo?
El asunto es que ese 52,3 es como la foto de perfil de Tinder: te muestra una cara bonita, pero no te cuenta toda la historia. El número grande se mantuvo casi igual que la última vez (era 53,2), así que los propios investigadores dicen que no hay un cambio real. Pero cuando uno empieza a escarbar en los detalles, ahí es donde la cosa se pone color de hormiga. Porque una cosa es lo que dice el promedio y otra muy distinta es un detallito que salió a la luz y que tiene a más de uno preocupado: la percepción que tenemos sobre la salud de las empresas del país.
Aquí es donde se empieza a cocinar la torta. Resulta que le preguntaron a la gente cómo veían a las empresas *ahorita mismo* en comparación con el año pasado. Mae, un 36,6% de la gente dijo que las ven peor. ¡Peor! Hace solo tres meses, los que pensaban así eran un 31,1%. Ese brinco de más de 5 puntos porcentuales en tan poco tiempo no es cualquier vara, es una señal de que el optimismo se nos está yendo de paseo. Cada vez más gente siente que el motor del país, el que genera el brete, está tosiendo más de la cuenta. Y diay, si la gente piensa que las empresas andan mal, la confianza general se empieza a tambalear.
Pero espérense, que la cosa no termina ahí. Como si el pesimismo del presente no fuera suficiente, la encuesta también midió qué esperamos del futuro. ¿Y adivinen qué? ¡Salado de nuevo! El porcentaje de ticos que cree que a las empresas les irá peor en los próximos meses también pegó un brinco feo, pasando de 23,9% a 29,3%. Lo más interesante es que la cantidad de gente que antes decía "no sé" bajó un montón. O sea, los indecisos se bajaron del muro y la mayoría se fue para el lado oscuro del pesimismo. El propio informe de la UCR lo amarra con un tema que ya todos conocemos: la entrada en vigencia de ciertos aranceles gringos. Parece que esa jugada sí nos caló hondo en la psique colectiva.
Entonces, para resumir el despiche: el índice general nos dice que estamos en modo "zen", pero por dentro, la procesión va que arde. La confianza en las empresas, que al final del día son las que nos dan el brete, se está erosionando a paso rápido. Es como estar en un barco que parece estable, pero uno empieza a escuchar crujidos raros en el casco. La pregunta del millón es si esta percepción es solo un susto o el verdadero tráiler de la película que se nos viene. Y ustedes, maes, ¿cómo lo sienten en la calle? ¿Creen que la cosa con el brete se va a poner más ruda o es que andamos todos de un negativo?