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La paciencia apremia: la primera vez de Diana.

morado11

ANÓNIMO
Es la primera vez que hago un tema por estos lados, tanto que contar de tanta experiencia vivida, pero hoy me gustaría hablarles de Diana, y de cómo yo fui su primer hombre.

Diana siempre fue muy allegada a mi familia, amorosa y atenta con mis sobrinos, siempre estaba en la casa a la hora del café para una conversación amena, siempre participaba de nuestras fiestas, en fin.... A ella la conozco desde que era una adolescente de colegio, y conforme fue creciendo se iba convirtiendo en el anhelo que todo hombre tiene: bonita, inteligente, servicial, buena para el estudio. Hija de una madre soltera que nunca dudó en hacer lo que era necesario para sacar adelante a su única hija, con mucho sacrificio hizo que Diana saliera de un colegio técnico con honores, y de acá ella sacó el temple y sus ganas de salir adelante, proyectándose un futuro que tiene a la vista. Por esas casualidades risibles y hasta incómodas de la vida, su padre ausente era conocido mío y colega de mi papá, situación que ella y yo siempre utilizábamos como tema de conversación y hasta de chota.

Pues bien amigos, la historia de Diana y yo y lo qué pasó después se remonta a diciembre de 2016. Por coincidencias de la vida, su práctica tenía que hacerla en una institución pública que quedaba a la par de mi trabajo. Un día yo trabajando recibo un mensaje de ella, extrañado porque no éramos muy de hablar por mensajes, más cuando nos veíamos personalmente en el barrio, y estos mensajes eran imágenes de mi familia, fotos que ella me dijo yo tenía que tener.... Así empezamos a entablar confianza y hasta más de una ocasión nos quedamos de ver en la hora de almuerzo para compartir un helado o simplemente hablar. En un momento, al despedirnos, sentimos esa tensión y por inercia nos despedimos con un beso en la boca, como dos adolescentes tímidos, un beso que marcó todo lo que iba a pasar más adelante.

Al año siguiente Diana entró a una universidad pública, a una carrera que promete alto y que era la que ella quería llevar; por ende entra a un nuevo mundo: conoce gente nueva, ambientes diferentes, posibilidades de abrirse al amor.... Pero ahí seguía estando yo presente. Ella y yo seguíamos saliendo a tomarnos una cerveza, yo la iba a recoger a la universidad o simplemente nos sentábamos a hablar de la vida y de cómo la misma nos llevó a ese momento.... En una conversación cualquiera salió a relucir el tema de su virginidad, donde me dijo que ella no quería entregársela a cualquiera ni que fuera un momento penoso (como pasa en la mayoría de casos), cosa que yo aproveche para empezar a preparar el terreno.... Yo, con todo el tacto del mundo, empecé a decirle que ella no podía entregarse a alguien de su edad, que muchos solo iban a buscar su satisfacción personal y que su primera vez tenía que ser memorable y que fuera algo que recordara con cariño. Nunca mostré las ganas más allá de las conversaciones que teníamos por WhatsApp, donde yo le decía con lujo de detalles todo lo que le iba a hacer si ella me dejaba ser su primer hombre, y ella sabía que yo era diferente a la mayoría de hombres de su edad con los que se relacionaba (yo le llevo 9 años a ella y por ende tengo mucha más experiencia).... Teníamos discusiones como si fuéramos una pareja normal, ella en su afán de conocer y explorar el mundo tenía un perfil en esas aplicaciones para citas, cosa que a mi no me gustaba puesto que, como hombre, yo sé que andan buscando los hombres que ahí se inscriben, por más que ella me aseguraba que no era como yo pensaba.

En una de esas tantas salidas que teníamos, ya se empezaron a notar las ganas tanto de ella como mías. Con unas cervezas encima la empecé a abrazar y muy sutilmente bajé mis manos hacia sus nalgas, grandes y formadas para una mujer como ella. Ella lo notó y no lo impidió a tal punto que dejó que metiera mis manos por su pantalón para yo jugar con el encaje de su cachetero.... A este punto yo estaba más que extasiado, su olor me tenía loco y ella se veía que lo estaba disfrutando, más por los besos que le daba en el cuello y mi respiración muy cerca de su oído.... Al no poder más, y de manera discreta introduje mis manos por su blusa para jugar con sus pezones, pequeños y duros por lo que yo le estaba haciendo, su mirada era de placer y sus quejidos hacían que yo estuviera a punto de reventar el zíper de mi pantalón, Diana estaba demasiado excitada y eso lo pude notar porque logré rozar su entrepierna y sentía esa humedad, que tenía su cachetero empapado y empezaba a mostrarse por encima de su pantalón.... Pero Diana entró en un estado de conciencia y a sabiendas de lo que yo quería desde hace tiempo se echó una risa y me dijo “esta noche no mi amor, vas a tener que esperar un poco más”..... Ni modo, me tocó irme para mi casa vestido y alborotado.

Pero llegó ese momento, el que yo había esperando por casi tres años....

Un viernes de julio de 2019, quedamos en vernos en San José, yo salía de mi trabajo y pasaba a recogerla en mi vehículo para ir a tomarnos algo, rumbo a barrio La California. Desde que la vi donde me estaba esperando, quedé encantado de su forma de vestir ese día y de su olor (que aún tengo guardado en mi nariz). Entramos al bar y después de buscar campo y pedir un par de olafos, empezamos a hablar de todo un poco: mi trabajo, su universidad, familia y amigos, etc. La noche era joven, el ambiente perfecto y su compañía era la ideal para el momento, no importaba si no pasaba nada esa noche, estar con ella me bastaba y me sobraba.... Después de ese olafo vinieron dos más y la conversación se volvía más intensa, los besos iban y venían como unos novios que solo quieren vivir el momento.... Diana acariciaba mi cabello y mis orejas, cuando de pronto cambia su manera de sentarse, se me acerca al oído y me dice las palabras que tenía rato de querer escuchar y aún resuenan en mi cabeza:

“Llegó el día, deja esa cerveza cómo está y puedes cogerme por primera vez...”

Incrédulo, la vuelvo a ver y le digo si es cierto lo que me está diciendo, con sus ojitos achinados y una mirada pícara asiente.... El corazón se me pone a mil y hasta empecé a sudar frío, no sabía qué pensar, si era broma o verdad, lo único que acaté en el momento fue acomodarme, darle un último sorbo a la jarra de la cerveza y decirle a Diana que saliéramos a buscar el carro, ya que no había tiempo que perder.

El trayecto a mi casa se me hizo muy corto, llevaba en la mente las mil y un formas que le decía a Diana lo que le iba a hacer, todo lo que hablábamos por WhatsApp y que ese momento había llegado. Llegamos a mi casa y sin mucha cosa entramos a mi cuarto, prendimos la luz y antes de consumar el acto procedí a quitarle la ropa a Diana de la manera más lenta y romántica posible, ese momento tenía que disfrutarlo.... Donde Diana se iba desnudando para de una vez por todas, se entregara a mi y pasara de ser la dulce niña que yo conocí a la mujer que es hoy. Al quitar su enterizo negro pude ver su hermosa ropa interior, un cachetero blanco que hacía juego con un bralette del mismo color, y ahí entendí que Diana ya lo había planeado todo: esa noche en especial, ella quería dejar de ser virgen.

Me dijo que apagara la luz, que no estaba muy conforme con su cuerpo y no quería que yo la viese. Por más que intenté convencerla de dejar la luz prendida no accedió, ya que yo quería tener todo a la vista y ser el espectador número uno de lo que iba a pasar.... Diana se acuesta en la cama y abre sus piernas, siento su olor y eso me puso como animal salvaje, pero que no podía mostrarlo porque yo a ella le había prometido que la iba a tratar como a una princesa, y eso era lo que tenía que hacer.

Sin pensarlo mucho, empecé a darle besos en su hermosa vagina, donde estaba perfectamente depilada.... Cuando yo siento que Diana se relaja, empiezo a pasar mi lengua de a poco, hasta sentir los fluidos de de ella cayendo por mi lengua, yo los saboreo y de igual manera empiezo a introducir mis dedos de manera delicada, su vagina estaba realmente estrecha, prueba de que nunca ha estado con un hombre y que eso era solo para mi. Diana empieza a quejarse de manera silenciosa y yo aumento la frecuencia y el movimiento de mis dedos dentro de su vagina, hasta sentir donde chorrean sus deliciosos fluidos y cada tanto, los sacaba para poder saborear ese dulce néctar.

Mi pene ya no aguantaba, estaba demasiado duro por lo que estaba viendo, sintiendo y viviendo. Le pregunto a Diana si ya está preparada y me contesta con un rico y quejumbroso si. Sin más que hacer, me levanto a buscar un condón (requisito indispensable que Diana me pidió si quería que yo la disfrutara esa noche), cuando lo encuentro y me lo pongo, sigo preparando a Diana para poder penetrarla, la beso con ternura en su cuello y jugueteo con sus senos para que ella se relaje más. Pongo la punta del pene en la entrada de su vagina, demasiado lubricada por cierto, y con todo el cuidado del mundo la voy penetrando suavemente, Diana lo siente y se queja de manera que yo me pongo a mil, sentir esa vagina estrecha y apretada abriéndose al paso de mi pene hace que este se ponga mas duro... Cuando ya llegó al fondo Diana, viéndome a mi como estaba me dice:

“Despacito mi amor, que me duele mucho!”

Procuré ser aún más cuidadoso y seguir metiendo y sacando mi pene, cada vez con más intensidad y fuerza, hasta donde Diana aguantara o me dijera algo más..... Así estuve hasta que sentí, producto de su vagina apretada, deseos de eyacular. Me contuve porque yo quería seguir disfrutando de ella, hasta que se sienta y me dice con su voz llena de satisfacción: “Fue injusto que esperara 3 años por mi, creo que me toca recompensarlo”, me quita el condón y se mete mi pene a la boca.... Nunca esperé esa reacción de ella, más que iba con la idea de que ella nunca había estado con ningún otro hombre, pero por la forma en que me lo hizo, me entró duda, aún sólo por el lado del sexo oral.

No me pude aguantar, me lo hacía tan rico y de una manera casi perfecta que me fue imposible no eyacular..... Mi semen prácticamente lleno su boca y ella no sabía que hacer con él, la tomó por sorpresa y lo único que pudo hacer fue escupirlo, pero su cara de satisfacción no se cambiaba por nada del mundo. Nos quedamos un rato hablando hasta que quiso cambiarse, vi cómo se ponía su hermosa ropa interior que antes yo tuve el placer de quitársela y tenerla en mis manos, su demás ropa y me pidió que la fuera a dejar a su casa, y como no si acaba de darme algo importante para ella? Era lo menos que podía hacer. Llegamos y nos despedimos con un beso largo y tendido, acabábamos de entregarnos uno al otro y con ese beso era la manera de culminar la noche perfecta que pasamos.

Después de esta noche, las cosas entre Diana y yo cambiaron para mal: ya no hablábamos, y cuando lo hacíamos era de parte de ella seca y cortante, hasta que entendí que lo de nosotros solo fue ese momento, no iba a haber más allá que la noche que pasamos días atrás pero lo qué pasó entre Diana y yo para mi fue inolvidable, y amigos les puedo asegurar que para ella lo va a ser mucho más.


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