La Asamblea Legislativa amaneció con más calor que café fresquito este martes, justo cuando se suponía que iban a darle caña a temas importantes. Resulta que la recta final de este 2025 se ha convertido en un verdadero brete político, con bandazos, mociones y un ambiente cargado que dejó a varios preguntándose si realmente van a avanzar en algo antes de Navidad.
Todo empezó con una moción para posponer la agenda del día. Tres diputados del PUSC –Alejandro Pacheco, Daniela Rojas y Carlos Felipe García– decidieron ponerle el freno, argumentando que dos proyectos clave, ambos impulsados por ellos mismos, no aparecían en la lista original. La movida era clara: querían obligar al resto a reconsiderar la agenda y darle cabida a sus propuestas, que tenían que ver con donaciones de terrenos.
Pero ahí no acabó la telenovela, ¡para nada! Inmediatamente presentaron otra moción, incluyendo esas dos iniciativas. El asunto es que esto no le cayó nada bien a los diputados de Liberación Nacional (PLN). Se armó un rifatón que duró casi una hora, con votaciones de ida y vuelta, y finalmente, tanto Rodrigo Arias como los jefes de fracción tuvieron que decretar un receso para intentar apagar el incendio.
Daniela Rojas, visiblemente molesta, no se anduvo con rodeos y acusó al PLN de hacer “política barata”. Según ella, los verdiblancos estaban castigando a la Unidad Social Cristiana (PUSC) simplemente porque a algunos de sus miembros sí les toca participar en comisiones y proyectos. “De pronto, hasta más rédito le están dando al presidente Chaves,” exclamó, insinuando que el PLN estaría beneficiando indirectamente al oficialismo con su actitud obstructiva. “Se están prestando para el juego de la política barata…creyendo que así castigan a Chaves, Cisneros o Fernández.”
Por supuesto, desde el PLN respondieron con igual contundencia. Óscar Izquierdo, jefe de bancada verdiblanca, señaló que la culpa era del PUSC, ya que ellos mismos habían votado en contra de una moción anterior que incluía un proyecto de ley presentado por Horacio Alvarado. “Aquí no estamos por revanchismos, no hay inmadurez política, hay realidad,” insistió Izquierdo, pidiendo a sus colegas que “se pusieran serios y a trabajar”. Parecía que nadie quería ceder terreno.
Al final, ni una ni la otra moción logró los 38 votos necesarios para aprobarse. La sesión se suspendió sin llegar siquiera a debatir ningún proyecto de ley. Un verdadero fiestón de nada, dirían por ahí. Luego, intentaron rescatar algo votando una moción para debatir sobre la violencia contra las mujeres el próximo miércoles, pero tampoco hubo suerte. Ya la semana pasada habían tenido problemas para conseguir los votos suficientes, y hoy la historia se repitió.
Esta constante obstrucción legislativa ha generado fuertes críticas, especialmente teniendo en cuenta que se trata de temas urgentes para la población. Algunos analistas señalan que esta dinámica refleja una profunda polarización en la Asamblea y una falta de voluntad política para encontrar soluciones consensuadas. Otros, más pesimistas, aseguran que este tipo de situaciones son moneda corriente en la política nacional, y que los ciudadanos deberíamos acostumbrarnos a la frustración.
Ante este panorama incierto, nos preguntamos: ¿Estamos ante un simple choque de egos políticos o esta parálisis legislativa anuncia un cierre de año aún más turbulento para Costa Rica? ¿Cree usted que los partidos políticos deberían priorizar el interés nacional por encima de sus agendas partidistas?
Todo empezó con una moción para posponer la agenda del día. Tres diputados del PUSC –Alejandro Pacheco, Daniela Rojas y Carlos Felipe García– decidieron ponerle el freno, argumentando que dos proyectos clave, ambos impulsados por ellos mismos, no aparecían en la lista original. La movida era clara: querían obligar al resto a reconsiderar la agenda y darle cabida a sus propuestas, que tenían que ver con donaciones de terrenos.
Pero ahí no acabó la telenovela, ¡para nada! Inmediatamente presentaron otra moción, incluyendo esas dos iniciativas. El asunto es que esto no le cayó nada bien a los diputados de Liberación Nacional (PLN). Se armó un rifatón que duró casi una hora, con votaciones de ida y vuelta, y finalmente, tanto Rodrigo Arias como los jefes de fracción tuvieron que decretar un receso para intentar apagar el incendio.
Daniela Rojas, visiblemente molesta, no se anduvo con rodeos y acusó al PLN de hacer “política barata”. Según ella, los verdiblancos estaban castigando a la Unidad Social Cristiana (PUSC) simplemente porque a algunos de sus miembros sí les toca participar en comisiones y proyectos. “De pronto, hasta más rédito le están dando al presidente Chaves,” exclamó, insinuando que el PLN estaría beneficiando indirectamente al oficialismo con su actitud obstructiva. “Se están prestando para el juego de la política barata…creyendo que así castigan a Chaves, Cisneros o Fernández.”
Por supuesto, desde el PLN respondieron con igual contundencia. Óscar Izquierdo, jefe de bancada verdiblanca, señaló que la culpa era del PUSC, ya que ellos mismos habían votado en contra de una moción anterior que incluía un proyecto de ley presentado por Horacio Alvarado. “Aquí no estamos por revanchismos, no hay inmadurez política, hay realidad,” insistió Izquierdo, pidiendo a sus colegas que “se pusieran serios y a trabajar”. Parecía que nadie quería ceder terreno.
Al final, ni una ni la otra moción logró los 38 votos necesarios para aprobarse. La sesión se suspendió sin llegar siquiera a debatir ningún proyecto de ley. Un verdadero fiestón de nada, dirían por ahí. Luego, intentaron rescatar algo votando una moción para debatir sobre la violencia contra las mujeres el próximo miércoles, pero tampoco hubo suerte. Ya la semana pasada habían tenido problemas para conseguir los votos suficientes, y hoy la historia se repitió.
Esta constante obstrucción legislativa ha generado fuertes críticas, especialmente teniendo en cuenta que se trata de temas urgentes para la población. Algunos analistas señalan que esta dinámica refleja una profunda polarización en la Asamblea y una falta de voluntad política para encontrar soluciones consensuadas. Otros, más pesimistas, aseguran que este tipo de situaciones son moneda corriente en la política nacional, y que los ciudadanos deberíamos acostumbrarnos a la frustración.
Ante este panorama incierto, nos preguntamos: ¿Estamos ante un simple choque de egos políticos o esta parálisis legislativa anuncia un cierre de año aún más turbulento para Costa Rica? ¿Cree usted que los partidos políticos deberían priorizar el interés nacional por encima de sus agendas partidistas?
