¡Ay, Dios mío, qué apuro! Resulta que el Ministerio de Justicia le dio luz verde rapidísimo a la construcción de la temidísima megacárcel, la CACCO (Centro de Alta Contención y Crimen Organizado). Dicen que en apenas 18 días, ¡dieciocho días, mis queridos foreros!, ya tenían adjudicado el brete. Uno se queda pensando si tanto apuro no será porque hay algo raro detrás, ¿eh?
La jugada comenzó el 15 de octubre, colgando todo en el Sistema de Compras Públicas, el famoso SICOP. Imagínate la faena, tener que revisar todos esos papeles… Pero bueno, al parecer, todo fue pal record y el 2 de noviembre ya estaban anunciando quién ganaba la contienda. Tres empresas pusieron sus cartas sobre la mesa, pero solo dos lograron pasar el filtro técnico. Edificadora Centroamericana Rapiparedes salió victoriosa, llevándose el gato al agua, mientras que Van Der Laat y Jiménez quedaron varados en la cuneta.
Según el documento oficial, firmado por don Gerald Campos, el ministro de Justicia, la partida costará unos ¢16.647.842.000, según el tipo de cambio del Banco Central, aunque en el SICOP aparece un precio un poquito más elevado, de casi ¢19 mil millones. ¡Imagínate el chunche que es eso! Con esa plata se podrían hacer muchísimas cosas útiles para el país, ¿verdad? Pero bueno, ahora tenemos una cárcel gigante en camino.
Lo curioso de este proceso es que lo tramitaron como un procedimiento de “urgencia especial”. Eso significa que pueden trabajar hasta en domingo, ¡y hasta en festivos!, si quieren acelerar las cosas. Además, parece que no van a permitir ninguna reclamación ni recurso. ¡Directito a construir! Esto me huele a chamaco, ¿ustedes qué dicen?
Campos, con toda la calma del mundo, anunció que a mitad de octubre ya empezarían a colocar la primera piedra. Prometen terminar la obra en 195 días, para junio de 2026. ¡Eso es movido, máster! Medio año pa’ levantar una cárcel que, según dicen, va a albergar a los delincuentes más peligrosos del país: crimen organizado, tipos extraditables, y hasta gente que necesita protección extra.
La CACCO se levantará en La Reforma, en un terreno enorme de 91.000 metros cuadrados, aunque la propia cárcel ocupará solo 31.000. Tendrá cinco módulos, cada uno capaz de meter a 1.020 reclusos, imagínate el ambiente que se va a crear ahí adentro. Parece sacado de una película de Hollywood, pero esto es la realidad de nuestro querido Costa Rica. Y hablando de números, el costo total de la obra asciende a unos ¢21 mil millones... ¡una suma considerable!
Intenté conseguir declaraciones tanto del Ministerio de Justicia como de la Contraloría General de la República, pero al cierre de esta nota todavía estoy esperando respuesta. ¡Ya saben cómo andamos con estas cosas! Un poco de transparencia nunca viene mal, especialmente cuando se manejan cantidades tan elevadas de dinero público. Uno quiere saber que todo está claro y que no hay ningún despiste, ¿verdad, maes?
Así que aquí estamos, con una megacárcel en camino, adjudicada a toda velocidad y rodeada de interrogantes. Después de todo este lio, me pregunto: ¿Realmente necesitamos esta cárcel, o deberíamos estar invirtiendo en programas sociales que prevengan la delincuencia desde la raíz? ¿Será que estamos apostando por la solución fácil, encarcelando a la gente en lugar de buscar alternativas que les permitan reintegrarse a la sociedad?
La jugada comenzó el 15 de octubre, colgando todo en el Sistema de Compras Públicas, el famoso SICOP. Imagínate la faena, tener que revisar todos esos papeles… Pero bueno, al parecer, todo fue pal record y el 2 de noviembre ya estaban anunciando quién ganaba la contienda. Tres empresas pusieron sus cartas sobre la mesa, pero solo dos lograron pasar el filtro técnico. Edificadora Centroamericana Rapiparedes salió victoriosa, llevándose el gato al agua, mientras que Van Der Laat y Jiménez quedaron varados en la cuneta.
Según el documento oficial, firmado por don Gerald Campos, el ministro de Justicia, la partida costará unos ¢16.647.842.000, según el tipo de cambio del Banco Central, aunque en el SICOP aparece un precio un poquito más elevado, de casi ¢19 mil millones. ¡Imagínate el chunche que es eso! Con esa plata se podrían hacer muchísimas cosas útiles para el país, ¿verdad? Pero bueno, ahora tenemos una cárcel gigante en camino.
Lo curioso de este proceso es que lo tramitaron como un procedimiento de “urgencia especial”. Eso significa que pueden trabajar hasta en domingo, ¡y hasta en festivos!, si quieren acelerar las cosas. Además, parece que no van a permitir ninguna reclamación ni recurso. ¡Directito a construir! Esto me huele a chamaco, ¿ustedes qué dicen?
Campos, con toda la calma del mundo, anunció que a mitad de octubre ya empezarían a colocar la primera piedra. Prometen terminar la obra en 195 días, para junio de 2026. ¡Eso es movido, máster! Medio año pa’ levantar una cárcel que, según dicen, va a albergar a los delincuentes más peligrosos del país: crimen organizado, tipos extraditables, y hasta gente que necesita protección extra.
La CACCO se levantará en La Reforma, en un terreno enorme de 91.000 metros cuadrados, aunque la propia cárcel ocupará solo 31.000. Tendrá cinco módulos, cada uno capaz de meter a 1.020 reclusos, imagínate el ambiente que se va a crear ahí adentro. Parece sacado de una película de Hollywood, pero esto es la realidad de nuestro querido Costa Rica. Y hablando de números, el costo total de la obra asciende a unos ¢21 mil millones... ¡una suma considerable!
Intenté conseguir declaraciones tanto del Ministerio de Justicia como de la Contraloría General de la República, pero al cierre de esta nota todavía estoy esperando respuesta. ¡Ya saben cómo andamos con estas cosas! Un poco de transparencia nunca viene mal, especialmente cuando se manejan cantidades tan elevadas de dinero público. Uno quiere saber que todo está claro y que no hay ningún despiste, ¿verdad, maes?
Así que aquí estamos, con una megacárcel en camino, adjudicada a toda velocidad y rodeada de interrogantes. Después de todo este lio, me pregunto: ¿Realmente necesitamos esta cárcel, o deberíamos estar invirtiendo en programas sociales que prevengan la delincuencia desde la raíz? ¿Será que estamos apostando por la solución fácil, encarcelando a la gente en lugar de buscar alternativas que les permitan reintegrarse a la sociedad?