¡Ay, Dios mío! Esto se pone más turbio que café sin leche. Resulta que una ex participante del programa Combate, esa belleza que le daba ritmo al baile, ahora anda metida en un buen brete con la Fiscalía. Parece que la cosa no pinta nada bonita para ella, porque le abrieron una causa por lavado de dinero. Ya saben, esas cosas que dan ganas de esconder la cara.
Esta jovencita, cuyo apellido es Alfaro, viene arrastrando sospechas desde el 2022, cuando la Sección de Legitimación de Capitales la puso en la mira. Pero la cosa se intensificó con la extradición de Elías Herrera Hernández, su pareja, ese socio pelao’ de Celso Gamboa. Herrera, como bien sabemos, andaba dando vueltas por suelo norteamericano después de que lo agarraran en Limón, buscando a quién culpar por andar juntándose con gente rara, el caso es que él ya sabe qué significa estar tras las rejas allá.
¿Y cómo se conocieron estos dos tortolitos? Pues cuentan los rumores, y eso siempre da qué hablar, que Alfaro se pegó con Elías Luis Herrera Hernández, el hermanito y cómplice de Alexander Zacarías, alias ‘La H’. Este último, como recordarán, dirigía la banda criminal que operaba en Limón, esa misma que luego se renombró a ‘Los Hondureños’ para confundir a las autoridades, usando pasaportes falsos para moverse como si nada. Un verdadero tinglado, diay.
Pero la cosa no termina ahí, porque resulta que Elías también tuvo un hijo con Alfaro, complicando aún más la trama. Él mismo, mientras cumplía una condena de 36 años por tráfico de drogas, mantenía contacto con la modelo. ¡Imagínense el cotilleo! Una relación a distancia, y encima involucrada en narco, pura novela digna de teleteatro.
Ahora, volviendo al grano, la investigación apunta a que Alfaro no era precisamente una espectadora inocente en los negocios de los hermanos Herrera. Según la Fiscalía, ella estaría involucrada en la legitimación de fondos provenientes del narcotráfico, comprando propiedades, carros de lujo, ¡hasta caballos de carrera! Un estilo de vida que gritaba “dinero sucio” a los cuatro vientos. Dicen que usaba carnicerías y la venta de equinos para lavar la plata, una forma ingeniosa, aunque poco efectiva, de tratar de ocultar su origen ilícito.
Y hablando de conexiones turbias, no podemos olvidar el rol de Celso Gamboa, el exministro de Seguridad. Las pesquisas señalan que Gamboa habría traicionado a los hermanos Herrera, perdiendo cerca de 800 mil dólares en un intento fallido de narcotráfico hacia Guatemala. Al parecer, Gamboa jugó un papel fundamental en la captura de Zacarías, colaborando con la DEA a cambio de una pena menor. ¡Un giro inesperado en la historia, eh!
Lo curioso de todo esto es que, según documentos obtenidos, tanto Gamboa como otro narcotraficante colombiano, Aurelio, habrían confesado ante la DEA su participación en estas actividades ilícitas. Estos testimonios, protegidos bajo códigos como “CW-1” y “CW-2”, han sido claves para sustentar la solicitud de extradición de Gamboa hacia Estados Unidos, donde enfrentará cargos por narcotráfico y lavado de dinero. Parece que ya nadie puede esconderse detrás de nombres influyentes.
Con todo este panorama, me pregunto, ¿qué tan fácil creen ustedes que es desenmascarar a quienes utilizan la fama y el glamour para ocultar redes de lavado de dinero y narcotráfico? ¿Debería haber penas más severas para quienes facilitan estas operaciones, incluso indirectamente?
Esta jovencita, cuyo apellido es Alfaro, viene arrastrando sospechas desde el 2022, cuando la Sección de Legitimación de Capitales la puso en la mira. Pero la cosa se intensificó con la extradición de Elías Herrera Hernández, su pareja, ese socio pelao’ de Celso Gamboa. Herrera, como bien sabemos, andaba dando vueltas por suelo norteamericano después de que lo agarraran en Limón, buscando a quién culpar por andar juntándose con gente rara, el caso es que él ya sabe qué significa estar tras las rejas allá.
¿Y cómo se conocieron estos dos tortolitos? Pues cuentan los rumores, y eso siempre da qué hablar, que Alfaro se pegó con Elías Luis Herrera Hernández, el hermanito y cómplice de Alexander Zacarías, alias ‘La H’. Este último, como recordarán, dirigía la banda criminal que operaba en Limón, esa misma que luego se renombró a ‘Los Hondureños’ para confundir a las autoridades, usando pasaportes falsos para moverse como si nada. Un verdadero tinglado, diay.
Pero la cosa no termina ahí, porque resulta que Elías también tuvo un hijo con Alfaro, complicando aún más la trama. Él mismo, mientras cumplía una condena de 36 años por tráfico de drogas, mantenía contacto con la modelo. ¡Imagínense el cotilleo! Una relación a distancia, y encima involucrada en narco, pura novela digna de teleteatro.
Ahora, volviendo al grano, la investigación apunta a que Alfaro no era precisamente una espectadora inocente en los negocios de los hermanos Herrera. Según la Fiscalía, ella estaría involucrada en la legitimación de fondos provenientes del narcotráfico, comprando propiedades, carros de lujo, ¡hasta caballos de carrera! Un estilo de vida que gritaba “dinero sucio” a los cuatro vientos. Dicen que usaba carnicerías y la venta de equinos para lavar la plata, una forma ingeniosa, aunque poco efectiva, de tratar de ocultar su origen ilícito.
Y hablando de conexiones turbias, no podemos olvidar el rol de Celso Gamboa, el exministro de Seguridad. Las pesquisas señalan que Gamboa habría traicionado a los hermanos Herrera, perdiendo cerca de 800 mil dólares en un intento fallido de narcotráfico hacia Guatemala. Al parecer, Gamboa jugó un papel fundamental en la captura de Zacarías, colaborando con la DEA a cambio de una pena menor. ¡Un giro inesperado en la historia, eh!
Lo curioso de todo esto es que, según documentos obtenidos, tanto Gamboa como otro narcotraficante colombiano, Aurelio, habrían confesado ante la DEA su participación en estas actividades ilícitas. Estos testimonios, protegidos bajo códigos como “CW-1” y “CW-2”, han sido claves para sustentar la solicitud de extradición de Gamboa hacia Estados Unidos, donde enfrentará cargos por narcotráfico y lavado de dinero. Parece que ya nadie puede esconderse detrás de nombres influyentes.
Con todo este panorama, me pregunto, ¿qué tan fácil creen ustedes que es desenmascarar a quienes utilizan la fama y el glamour para ocultar redes de lavado de dinero y narcotráfico? ¿Debería haber penas más severas para quienes facilitan estas operaciones, incluso indirectamente?