Educación religiosay fecundación in vitro - OPINIÓN - La Nación
El tema "controversial" de la FIV bien es sabido, por noticias recientes, que ha sido impulsado a las aulas no de ciencias, donde debería estar, sino a las de religión, por medio de la "capacitación" de los docentes de religión para que instruyan a sus estudiantes en el tema. Sin embargo, obviando esta necesaria separación, digamos que está dentro de la libertad de "cátedra" que quien sea opuesto a la misma lo haga en sus clases. No obstante, como reza el título, esta misma gente es la que se niega tajantemente a comentar ciertos temas controversiales en clases como homosexualidad, educación sexual, ateísmo, etc. Entonces, ¿en qué quedamos?
Este es un nuevo atropello al equilibrio que debe primar en la discusión de cualquier tema, ya que bien es sabido que un profesor de religión de un estado confesional no tiene ni siquiera la necesidad de justificar su sesgo hacia la doctrina oficial.
Y lo peor es que lo hace ante una audiencia bastante maleable.
El diálogo entre la fe y la cultura es un proceso que se entabla en la asignatura de Educación Religiosa en las instituciones educativas estatales de Costa Rica.
Los saberes sistematizados de la humanidad manifiestos en los programas de estudio de otras asignaturas, la cultura cotidiana o lo que acontece a diario en nuestra sociedad, son asumidos en las lecciones de Educación Religiosa, para darle un sentido más humano a la educación, una visión trascendente y espiritual de la existencia humana.
Esta mediación permite que los estudiantes puedan conocer el pensamiento cristiano desde los valores que sustenta. Así, temas como la fecundación in vitro (FIV) no le es ajena y se constituye en un dilema ético.
Capacitación. Ante el debate público de la conveniencia de aprobar en nuestro Parlamento una ley que legitime la FIV como técnica para la implantación de embriones, qué mejor propuesta sino la de capacitar a los docentes de Educación Religiosa con criterios científicos impartidos por expertos de la talla profesional y académica del Dr. Hernán Collado, ginecoobstetra; el Dr. Rodrigo Álvarez, bioquímico o el Dr. Luis G. Jiménez, especialista en bioética.
Es por eso que a ningún miembro de la comunidad cartaginesa y de la Dirección Regional de Cartago del Ministerio de Educación Pública le extrañó dicha capacitación, solo al diario La Nación, que integró a un corresponsal en el salón parroquial de la basílica de Nuestra Señora de los Ángeles para monitorear el evento académico, tal como lo resaltó en la p. 6 A del sábado 25 de junio.
Colige el diario en mención, de manera gratuita, que la actividad fue una instrucción de maestros de Religión dentro de una campaña de la Iglesia contra la técnica in vitro.
Debo aclarar que en ningún momento esa fue la finalidad del evento y no existe una estrategia articulada por parte de la Iglesia desde el Departamento de Educación Religiosa del MEP.
Tampoco los docentes presentes recibieron la directriz de hacer una campaña en contra, sino estar en mejores condiciones de responder adecuadamente a las interrogantes de los estudiantes, los padres y las madres de familia, con referencia al tema y que los asistentes construyeran también criterio sobre la FIV desde el aporte científico.
Así que puede estar tranquila la diputada María Eugenia Venegas, porque no existe una campaña al respecto en las instituciones educativas del MEP, como lo manifestó en el diario La Nación del lunes 27 de junio, p. 8 A.
Lo que organizó la asesoría regional a mi cargo para capacitar a los docentes, perfectamente lo hubiera hecho la asesoría regional de Ciencias Naturales. La polémica nace por ser la Educación Religiosa una asignatura ligada a la Iglesia católica.
En una sociedad que se proclama la tolerancia como bandera de convivencia, algunos sectores no son tolerantes con el pensamiento de una parte de esa sociedad mayoritariamente católica, sumado a un alto porcentaje de cristianos de diversas denominaciones, que evalúan la no conveniencia de una ley que legalice la FIV.
Tolerancia. Así las cosas, parece que la tolerancia solo existe para colectivos minoritarios en este país. ¿Dónde queda la libertad de pensamiento y el derecho a la libre expresión? ¿Por qué Costa Rica no puede hacer la diferencia una vez más en el mundo, diciendo un no a la fecundación in vitro? Hemos dicho no al Ejército, no a la minería a cielo abierto, no a la violencia contra la mujer. ¿Por qué esta vez se nos inhibe de decir un no a la muerte de embriones implicados en esta técnica de reproducción humana asistida?
El abogado Fernando Zamora, dentro de la polémica sobre la FIV en La Nación del 26 de junio, p. 34 A, hace un planteamiento válido para aclarar: “¿quién o qué es un embrión humano y qué le debe a él nuestro sistema jurídico?”.
Si consideramos el embrión humano como un ser vivo, sujeto de derecho, lo seguirá tutelando el artículo 21 de nuestra Constitución Política.
Y ante la posibilidad de una técnica de reproducción humana asistida que provoque la muerte de embriones, el imperativo categórico de una conciencia cristiana seguirá siendo de oposición a cualquier ley que pretenda legitimar la FIV, aunque se tilde de oscurantista y retrógrado al que se manifieste así.
El tema "controversial" de la FIV bien es sabido, por noticias recientes, que ha sido impulsado a las aulas no de ciencias, donde debería estar, sino a las de religión, por medio de la "capacitación" de los docentes de religión para que instruyan a sus estudiantes en el tema. Sin embargo, obviando esta necesaria separación, digamos que está dentro de la libertad de "cátedra" que quien sea opuesto a la misma lo haga en sus clases. No obstante, como reza el título, esta misma gente es la que se niega tajantemente a comentar ciertos temas controversiales en clases como homosexualidad, educación sexual, ateísmo, etc. Entonces, ¿en qué quedamos?
Este es un nuevo atropello al equilibrio que debe primar en la discusión de cualquier tema, ya que bien es sabido que un profesor de religión de un estado confesional no tiene ni siquiera la necesidad de justificar su sesgo hacia la doctrina oficial.
Y lo peor es que lo hace ante una audiencia bastante maleable.