¡Ay, Dios mío! Parece que la tranquilidad de nuestro país siempre anda esquiva. Después de echar abajo al 'Caribe Sur' en Limón, ahora la Fiscalía nos da un sustazo: existe el potencial de que un nuevo cartel se esté formando en el sur de San José. ¡Qué despiche!, apenas estábamos respirando tranquilos pensando que habíamos ganado la batalla contra el narcotráfico.
La cosa es clara, amigos. Según el Fiscal General, Carlo Díaz, los niveles de violencia en zonas como Alajuelita, Hatillo, Desamparados y Pavas están disparados. Ya no es una simple riña entre pandillas; estamos hablando de una escalada que recuerda a la guerra declarada en Limón. El tipo no se anda con rodeos: dice que hay prácticamente una guerra territorial por hacerse con el control del negocio de la droga. ¡Y eso no pinta nada bueno!
Para ponerle pausa a la preocupación, recuerden que la reciente caída del 'Caribe Sur' fue un golpe durísimo. Logramos capturar a varios peces gordos, gente con nombre y apellido en el mundo del hampa. Hablamos de figuras como Celso Gamboa, Pecho de Rata, Shock, Noni Picado, Macho Coca, La H y Ojos Bellos – todos acusados de encabezar redes criminales dedicadas al tráfico de sustancias ilícitas y al sicariato. Se incautaron montones de propiedades y recursos que eran vitales para que estos tipos siguieran operando, así que por ahí vamos bien, ¿verdad?
Pero el problema es que, aunque esos jefes estén tras las rejas esperando extradición, siguen manejando los negocios desde la cárcel. ¡Cómo si fuera juego de niños! Conectan con sus secuaces, mandan mensajes y coordinan el envío de cargamentos de droga no solo dentro del país, sino también hacia otros lados del continente. Eso demuestra que la estructura criminal es bastante resiliente, capaz de adaptarse a cualquier circunstancia.
Ahora bien, el Fiscal General deja claro que la clave está en recuperar el control territorial. Como hicieron en Limón y en Puntarenas, es decir, con presencia policial constante y operaciones encubiertas para identificar y desmantelar las bandas. No es tarea fácil, porque estos señores son astutos y tienen mucha plata para pagar sobornos y comprar armas. Pero no queda otra opción, tenemos que apretarlos hasta arriba.
Díaz reconoce abiertamente que no descarta la posibilidad de que algunas de esas organizaciones que ya operan en el sur tengan el potencial de convertirse en carteles de gran escala. Esto significa que podríamos estar ante una amenaza aún mayor que la que enfrentamos en Limón. ¡Qué vara! Tenemos que ser más listos que ellos, anticiparnos a sus movimientos y cortarles el camino antes de que se consoliden.
Si miramos la situación objetivamente, el sur de San José presenta todas las condiciones necesarias para el surgimiento de un nuevo cartel: múltiples bandas compitiendo por el control de las rutas de droga, alta pobreza, corrupción endémica y una infraestructura deficiente que dificulta la labor policial. Es un caldo de cultivo perfecto para que florezcan los negocios ilícitos. Dejémonos de holgazanear y pongámonos las pilas, porque el futuro de nuestra seguridad depende de ello.
En fin, la situación es complicada, pero no desesperanzadora. Tenemos que confiar en las autoridades, exigirles resultados y apoyar las iniciativas que buscan combatir el crimen organizado. Pero también necesitamos la colaboración ciudadana: denunciar actividades sospechosas, no caer en la complacencia y trabajar juntos para construir un país más seguro y justo. Ahora me pregunto, ¿creen ustedes que la policía tiene los recursos y la capacidad necesarios para enfrentar un posible nuevo cartel en el sur de San José, o deberíamos esperar lo peor?
La cosa es clara, amigos. Según el Fiscal General, Carlo Díaz, los niveles de violencia en zonas como Alajuelita, Hatillo, Desamparados y Pavas están disparados. Ya no es una simple riña entre pandillas; estamos hablando de una escalada que recuerda a la guerra declarada en Limón. El tipo no se anda con rodeos: dice que hay prácticamente una guerra territorial por hacerse con el control del negocio de la droga. ¡Y eso no pinta nada bueno!
Para ponerle pausa a la preocupación, recuerden que la reciente caída del 'Caribe Sur' fue un golpe durísimo. Logramos capturar a varios peces gordos, gente con nombre y apellido en el mundo del hampa. Hablamos de figuras como Celso Gamboa, Pecho de Rata, Shock, Noni Picado, Macho Coca, La H y Ojos Bellos – todos acusados de encabezar redes criminales dedicadas al tráfico de sustancias ilícitas y al sicariato. Se incautaron montones de propiedades y recursos que eran vitales para que estos tipos siguieran operando, así que por ahí vamos bien, ¿verdad?
Pero el problema es que, aunque esos jefes estén tras las rejas esperando extradición, siguen manejando los negocios desde la cárcel. ¡Cómo si fuera juego de niños! Conectan con sus secuaces, mandan mensajes y coordinan el envío de cargamentos de droga no solo dentro del país, sino también hacia otros lados del continente. Eso demuestra que la estructura criminal es bastante resiliente, capaz de adaptarse a cualquier circunstancia.
Ahora bien, el Fiscal General deja claro que la clave está en recuperar el control territorial. Como hicieron en Limón y en Puntarenas, es decir, con presencia policial constante y operaciones encubiertas para identificar y desmantelar las bandas. No es tarea fácil, porque estos señores son astutos y tienen mucha plata para pagar sobornos y comprar armas. Pero no queda otra opción, tenemos que apretarlos hasta arriba.
Díaz reconoce abiertamente que no descarta la posibilidad de que algunas de esas organizaciones que ya operan en el sur tengan el potencial de convertirse en carteles de gran escala. Esto significa que podríamos estar ante una amenaza aún mayor que la que enfrentamos en Limón. ¡Qué vara! Tenemos que ser más listos que ellos, anticiparnos a sus movimientos y cortarles el camino antes de que se consoliden.
Si miramos la situación objetivamente, el sur de San José presenta todas las condiciones necesarias para el surgimiento de un nuevo cartel: múltiples bandas compitiendo por el control de las rutas de droga, alta pobreza, corrupción endémica y una infraestructura deficiente que dificulta la labor policial. Es un caldo de cultivo perfecto para que florezcan los negocios ilícitos. Dejémonos de holgazanear y pongámonos las pilas, porque el futuro de nuestra seguridad depende de ello.
En fin, la situación es complicada, pero no desesperanzadora. Tenemos que confiar en las autoridades, exigirles resultados y apoyar las iniciativas que buscan combatir el crimen organizado. Pero también necesitamos la colaboración ciudadana: denunciar actividades sospechosas, no caer en la complacencia y trabajar juntos para construir un país más seguro y justo. Ahora me pregunto, ¿creen ustedes que la policía tiene los recursos y la capacidad necesarios para enfrentar un posible nuevo cartel en el sur de San José, o deberíamos esperar lo peor?
