¡Ay, Dios mío, qué papelón! El caso del profe Galo Reyes sigue dando de qué hablar, y ahora parece que se le echó el agua al mar. Después de casi dos semanas de búsqueda, este señor todavía anda campante, esquivando a la poli y dejando a todos con la boca abierta. Uno piensa, ¿dónde se habrá metido este chunche?
Para ponerlos al día, Galo Reyes, profe de inglés del IPEC, salió en las planas principales allá por agosto, cuando lo pillaron en medio de una situación bien comprometedora en un motel de San Francisco de Dos Ríos. Parece ser que compartía un cuarto con una alumna menor de edad, lo que desató una investigación por presunto abuso sexual y seducción. Un brete para el IPEC, créanme.
La Fiscalía de Flagrancia ya le había puesto la lupa encima y, el 11 de octubre, le dieron la orden de captura. Pero el señor, diay, no se presentó a la audiencia y se esfumó. Ahora se declara prófugo, y la poli andaba buscando por todos lados. Qué sal dado para la fiscalía, y para el IPEC también. Ya ven cómo se complica la cosa…
Lo que más me preocupa es el impacto que esto está teniendo en los alumnos y profesores del IPEC. Imagínense estar ahí, tratando de concentrarse en clase sabiendo que uno de sus profes está acusado de cosas tan graves y encima, huyendo como si nada. No debe ser fácil, ni pa’ ellos, ni pa' nadie. El ambiente seguramente está cargado, imagínate!
Y hablando de instituciones, el MEP no se quedó cruzado de brazos. Desde que empezó todo este rollo, reubicaron al profe Reyes en labores administrativas, lejos de los estudiantes, siguiendo el protocolo, dicen. Aunque claro, eso no soluciona el problema de fondo, ¿verdad? Víctor Orozco, el director regional del MEP en Cartago, afirmó que coordinaron apoyo a la víctima y facilitaron la denuncia formal por parte de la mamá de la chica. Un acto digno de aplaudir, aunque con mucho retraso.
Este caso, además, plantea preguntas importantes sobre la seguridad de nuestros hijos en las escuelas y colegios. ¿Cómo podemos protegerlos de situaciones como esta? ¿Son suficientes las medidas preventivas actuales? Y lo más importante, ¿cómo podemos crear un ambiente escolar donde los estudiantes se sientan seguros y protegidos, y puedan denunciar cualquier tipo de abuso sin temor a represalias?
Ahora, la comunidad educativa está dividida. Algunos defienden la privacidad del profesor y cuestionan la rapidez con la que se actuó, mientras que otros exigen una investigación exhaustiva y sanciones ejemplares para el responsable. ¿Será que estamos siendo demasiado permisivos con este tipo de comportamientos? La verdad es que da pena ajena ver cómo una institución que debería ser ejemplo de formación y valores, se ve envuelta en semejante escándalo. ¡Qué torta!
La fuga de Galo Reyes ha generado una gran controversia y ha puesto en entredicho la integridad de nuestra sistema educativo. Con tanto revuelo, uno se queda pensando… ¿Cuál creen ustedes que debería ser la respuesta más adecuada para enfrentar este tipo de situaciones y asegurar la protección de los menores en nuestras escuelas?: ¿Mayor control por parte de las autoridades educativas, mayor conciencia entre los padres o penas más severas para quienes cometan estos actos?
Para ponerlos al día, Galo Reyes, profe de inglés del IPEC, salió en las planas principales allá por agosto, cuando lo pillaron en medio de una situación bien comprometedora en un motel de San Francisco de Dos Ríos. Parece ser que compartía un cuarto con una alumna menor de edad, lo que desató una investigación por presunto abuso sexual y seducción. Un brete para el IPEC, créanme.
La Fiscalía de Flagrancia ya le había puesto la lupa encima y, el 11 de octubre, le dieron la orden de captura. Pero el señor, diay, no se presentó a la audiencia y se esfumó. Ahora se declara prófugo, y la poli andaba buscando por todos lados. Qué sal dado para la fiscalía, y para el IPEC también. Ya ven cómo se complica la cosa…
Lo que más me preocupa es el impacto que esto está teniendo en los alumnos y profesores del IPEC. Imagínense estar ahí, tratando de concentrarse en clase sabiendo que uno de sus profes está acusado de cosas tan graves y encima, huyendo como si nada. No debe ser fácil, ni pa’ ellos, ni pa' nadie. El ambiente seguramente está cargado, imagínate!
Y hablando de instituciones, el MEP no se quedó cruzado de brazos. Desde que empezó todo este rollo, reubicaron al profe Reyes en labores administrativas, lejos de los estudiantes, siguiendo el protocolo, dicen. Aunque claro, eso no soluciona el problema de fondo, ¿verdad? Víctor Orozco, el director regional del MEP en Cartago, afirmó que coordinaron apoyo a la víctima y facilitaron la denuncia formal por parte de la mamá de la chica. Un acto digno de aplaudir, aunque con mucho retraso.
Este caso, además, plantea preguntas importantes sobre la seguridad de nuestros hijos en las escuelas y colegios. ¿Cómo podemos protegerlos de situaciones como esta? ¿Son suficientes las medidas preventivas actuales? Y lo más importante, ¿cómo podemos crear un ambiente escolar donde los estudiantes se sientan seguros y protegidos, y puedan denunciar cualquier tipo de abuso sin temor a represalias?
Ahora, la comunidad educativa está dividida. Algunos defienden la privacidad del profesor y cuestionan la rapidez con la que se actuó, mientras que otros exigen una investigación exhaustiva y sanciones ejemplares para el responsable. ¿Será que estamos siendo demasiado permisivos con este tipo de comportamientos? La verdad es que da pena ajena ver cómo una institución que debería ser ejemplo de formación y valores, se ve envuelta en semejante escándalo. ¡Qué torta!
La fuga de Galo Reyes ha generado una gran controversia y ha puesto en entredicho la integridad de nuestra sistema educativo. Con tanto revuelo, uno se queda pensando… ¿Cuál creen ustedes que debería ser la respuesta más adecuada para enfrentar este tipo de situaciones y asegurar la protección de los menores en nuestras escuelas?: ¿Mayor control por parte de las autoridades educativas, mayor conciencia entre los padres o penas más severas para quienes cometan estos actos?