¡Ay, Dios mío, qué torta! Parece que la cosa está más caliente que un chorizo en julio. La Policía de Países Bajos agarró unos 783 kilogramos de estupefacientes –cocaína y metanfetamina– en medio de contenedores que llegaban al Puerto de Róterdam. Esto no es chisme de barrendero, ¡es serio!
Según el Openbaar Ministerie (que es como nuestra Fiscalía allá), la movida empezó hace una semana, con inspecciones rutinarias en el puerto. Primero encontraron 33 kilos de cocaína escondidos dentro de un contenedor de plátanos que venía directo desde Perú. Imagínate, ¡plátanos y cocaína juntos! Parecía salido de una película.
Pero eso era solo el calentamiento porque al poco andar, bam!, dieron con un contenedor gigante, lleno de acero, que provenía de Costa Rica. Dentro, ¡boom!, 583 kilos de cocaína y 3 de metanfetamina. El brete fue abrirlo, dicen, tardaron días porque estaban bien camuflados. ¡Imagínatelo, tanto esfuerzo pa’ meter droga y casi se les va de las manos!
Y ni hablar de otros contenedores, también provenientes de Perú y Ecuador, con más cocaína –un total de 164 kilos– destinados a Amberes y Holanda Meridional. Los fiscales holandeses aseguran que las empresas receptoras aparentemente no tienen nada que ver con todo este tinglado. Pero claro, ¿quién cree esa historia?
El fiscal adjunto Mauricio Boraschi, ahí sí que echó bala, advirtiendo que la cantidad de droga que entra al país es “enorme”. Dice que la producción en Colombia ha subido un 300% en los últimos diez años y que los narcotraficantes están usando Costa Rica y Panamá como puentes pa' llevar la mercancía a Europa. ¡Un tsunami de cocaína, dice! Me da qué pensar cómo demonios podemos controlarlo todo.
Lo más preocupante, según Boraschi, es lo que está entrando al país, no solo lo que sale. Puso de ejemplo el caso de APM Terminals en Limón, donde encontraron tres toneladas de cocaína en un contenedor que ya había pasado los controles. ¿Cómo es posible que puedan meter semejante carga sin que nadie se dé cuenta? Él mismo preguntó, con razón, cómo logran pasar los escáneres y la vigilancia. ¡Es que parece mentira!
Me pone el vello de punta pensar que estamos convertidos en puente pa' tanta movida turbia. Este negocio de reexportación no solo nos afecta a nosotros, sino a toda la región. Costa Rica, Panamá y Ecuador, todos sufriendo las consecuencias de la codicia ajena. Lo peor es que esta droga al final termina generando violencia, desesperanza… ¡una verdadera calamidad!
Este asunto nos demuestra que la lucha contra el narcotráfico es una batalla constante y que necesitamos redoblar esfuerzos para proteger nuestras fronteras. Diay, ¿será que estamos perdiendo la pelea? ¿Qué medidas deberían tomar nuestros gobernantes para evitar que Costa Rica siga siendo un puente para el tráfico de drogas y proteger así a nuestra gente?
Según el Openbaar Ministerie (que es como nuestra Fiscalía allá), la movida empezó hace una semana, con inspecciones rutinarias en el puerto. Primero encontraron 33 kilos de cocaína escondidos dentro de un contenedor de plátanos que venía directo desde Perú. Imagínate, ¡plátanos y cocaína juntos! Parecía salido de una película.
Pero eso era solo el calentamiento porque al poco andar, bam!, dieron con un contenedor gigante, lleno de acero, que provenía de Costa Rica. Dentro, ¡boom!, 583 kilos de cocaína y 3 de metanfetamina. El brete fue abrirlo, dicen, tardaron días porque estaban bien camuflados. ¡Imagínatelo, tanto esfuerzo pa’ meter droga y casi se les va de las manos!
Y ni hablar de otros contenedores, también provenientes de Perú y Ecuador, con más cocaína –un total de 164 kilos– destinados a Amberes y Holanda Meridional. Los fiscales holandeses aseguran que las empresas receptoras aparentemente no tienen nada que ver con todo este tinglado. Pero claro, ¿quién cree esa historia?
El fiscal adjunto Mauricio Boraschi, ahí sí que echó bala, advirtiendo que la cantidad de droga que entra al país es “enorme”. Dice que la producción en Colombia ha subido un 300% en los últimos diez años y que los narcotraficantes están usando Costa Rica y Panamá como puentes pa' llevar la mercancía a Europa. ¡Un tsunami de cocaína, dice! Me da qué pensar cómo demonios podemos controlarlo todo.
Lo más preocupante, según Boraschi, es lo que está entrando al país, no solo lo que sale. Puso de ejemplo el caso de APM Terminals en Limón, donde encontraron tres toneladas de cocaína en un contenedor que ya había pasado los controles. ¿Cómo es posible que puedan meter semejante carga sin que nadie se dé cuenta? Él mismo preguntó, con razón, cómo logran pasar los escáneres y la vigilancia. ¡Es que parece mentira!
Me pone el vello de punta pensar que estamos convertidos en puente pa' tanta movida turbia. Este negocio de reexportación no solo nos afecta a nosotros, sino a toda la región. Costa Rica, Panamá y Ecuador, todos sufriendo las consecuencias de la codicia ajena. Lo peor es que esta droga al final termina generando violencia, desesperanza… ¡una verdadera calamidad!
Este asunto nos demuestra que la lucha contra el narcotráfico es una batalla constante y que necesitamos redoblar esfuerzos para proteger nuestras fronteras. Diay, ¿será que estamos perdiendo la pelea? ¿Qué medidas deberían tomar nuestros gobernantes para evitar que Costa Rica siga siendo un puente para el tráfico de drogas y proteger así a nuestra gente?