¡Ay, Dios mío! La cosa está feísima en nuestro país, amigos. Randall Zúñiga, el jefe del OIJ, soltó la bomba ayer: parece que los maleantes ahora andan más creativos que nunca, tomando ideas directamente de las series que vemos todos en la tele. Una cosa es disfrutar de Netflix y otra bien distinta es imitar asesinatos, ¿verdad?
Zúñiga explicó que ya no basta con los robos y asaltos comunes; estos tipos están buscando notoriedad, dejando ‘marcas’ horribles para sembrar el pánico entre sus rivales. No estamos hablando de graffitis inocentes, chunches. Hablamos de cosas realmente macabras, como dispararle a alguien hasta 30 veces en la cara, una especie de firma registrada de ciertos grupos, y mutilaciones... ¡ufff!
Y ni hablar de lo peor, que ahora andan quemando gente. ¡Imagínense el miedo que eso le mete al pueblo! Parece que nos hemos metido en un capítulo oscuro de una telenovela, pero esto es real y está pasando aquí, en nuestra querida Costa Rica. Dicen que lo de siempre, problema social, pobreza, falta de oportunidades… pero ahora suma la influencia negativa de la pantalla chica.
Lo que más me sacudió es que según el OIJ, estos criminales no están inventando la rueda, sino copiando métodos que ya usan en países como Colombia y México. Vaya panorama, diay. Parece que importamos hasta la delincuencia organizada, y encima con sabor extranjero. Nos dicen que intentan imponer sus propias reglas en nuestras calles, utilizando tácticas aprendidas viendo películas violentas.
Una de las 'marcas' más escalofriantes, como mencioné antes, es esa práctica de dispararle a la víctima reiteradamente en el rostro. Esto, supuestamente, lo hacen grupos ligados a ciertas organizaciones conocidas, intentando establecer una identidad a través del terror. Es un mensaje claro: “Así les va a pasar si se cruzan”. Un saludo macabro, vamos.
¿Y cómo llegó a esto, se preguntarán? Pues según Zúñiga, la culpa es de la “culturización de la violencia”. Básicamente, la exposición constante a imágenes violentas en series, películas y videojuegos está normalizando la agresión y dando ideas peligrosas a jóvenes vulnerables. Ya saben, los que pasan más tiempo pegados a la pantalla que en las canchas jugando fútbol.
Además, parece que hay una fascinación enfermiza con el crimen organizado. Muchos jóvenes ven a los narcos como figuras poderosas y exitosas, sin ver las consecuencias devastadoras de sus acciones. Las redes sociales, también juegan un papel importante, difundiendo mensajes glamorizados de la vida criminal. Pero bueno, no todo es malo, todavía tenemos la oportunidad de cambiar las cosas, de darle otro rumbo a las generaciones futuras. Porque así nomás, con esto que se avecina, ¡nos vamos al traste!
En fin, la situación es preocupante, y nos deja pensando: ¿hasta dónde llegará esta espiral de violencia influenciada por contenidos mediáticos? ¿Estamos perdiendo el control de nuestros hijos y adolescentes ante la influencia de la televisión y las plataformas digitales? ¿Qué medidas podemos tomar como sociedad para combatir esta peligrosa ‘culturización de la violencia’ y proteger a nuestras comunidades? ¡Déjenme saber su opinión en los comentarios, mae!
Zúñiga explicó que ya no basta con los robos y asaltos comunes; estos tipos están buscando notoriedad, dejando ‘marcas’ horribles para sembrar el pánico entre sus rivales. No estamos hablando de graffitis inocentes, chunches. Hablamos de cosas realmente macabras, como dispararle a alguien hasta 30 veces en la cara, una especie de firma registrada de ciertos grupos, y mutilaciones... ¡ufff!
Y ni hablar de lo peor, que ahora andan quemando gente. ¡Imagínense el miedo que eso le mete al pueblo! Parece que nos hemos metido en un capítulo oscuro de una telenovela, pero esto es real y está pasando aquí, en nuestra querida Costa Rica. Dicen que lo de siempre, problema social, pobreza, falta de oportunidades… pero ahora suma la influencia negativa de la pantalla chica.
Lo que más me sacudió es que según el OIJ, estos criminales no están inventando la rueda, sino copiando métodos que ya usan en países como Colombia y México. Vaya panorama, diay. Parece que importamos hasta la delincuencia organizada, y encima con sabor extranjero. Nos dicen que intentan imponer sus propias reglas en nuestras calles, utilizando tácticas aprendidas viendo películas violentas.
Una de las 'marcas' más escalofriantes, como mencioné antes, es esa práctica de dispararle a la víctima reiteradamente en el rostro. Esto, supuestamente, lo hacen grupos ligados a ciertas organizaciones conocidas, intentando establecer una identidad a través del terror. Es un mensaje claro: “Así les va a pasar si se cruzan”. Un saludo macabro, vamos.
¿Y cómo llegó a esto, se preguntarán? Pues según Zúñiga, la culpa es de la “culturización de la violencia”. Básicamente, la exposición constante a imágenes violentas en series, películas y videojuegos está normalizando la agresión y dando ideas peligrosas a jóvenes vulnerables. Ya saben, los que pasan más tiempo pegados a la pantalla que en las canchas jugando fútbol.
Además, parece que hay una fascinación enfermiza con el crimen organizado. Muchos jóvenes ven a los narcos como figuras poderosas y exitosas, sin ver las consecuencias devastadoras de sus acciones. Las redes sociales, también juegan un papel importante, difundiendo mensajes glamorizados de la vida criminal. Pero bueno, no todo es malo, todavía tenemos la oportunidad de cambiar las cosas, de darle otro rumbo a las generaciones futuras. Porque así nomás, con esto que se avecina, ¡nos vamos al traste!
En fin, la situación es preocupante, y nos deja pensando: ¿hasta dónde llegará esta espiral de violencia influenciada por contenidos mediáticos? ¿Estamos perdiendo el control de nuestros hijos y adolescentes ante la influencia de la televisión y las plataformas digitales? ¿Qué medidas podemos tomar como sociedad para combatir esta peligrosa ‘culturización de la violencia’ y proteger a nuestras comunidades? ¡Déjenme saber su opinión en los comentarios, mae!