¡Ay, Dios mío! Aquí vamos otra vez con el tema del ROPC, que parece que nunca va a acabar. Resulta que los diputados, esos mismos que nos prometieron cambio y ahora andan haciendo equilibrios como trapecistas, sacaron dos proyectos a diana para que podamos retirar nuestro dinero guardadito ahí, en la Caja. Ada Acuña, representando al partido de turno, y Gilberth Jiménez, dando pelea desde afuera, moviendo el hilo para que esto avance rápido.
Para ponerlos al día, este brete lleva semanas cocinándose. La gente anda harta de esperar, cansada de ver cómo ese dinerito se queda varadito ahí, mientras tanto, los que mandan se van de vacaciones a lugares paradisíacos. Se supone que estos proyectos quieren agilizar el proceso, hacer que tengamos acceso a nuestros ahorros más pronto que tarde, pero ya saben cómo andamos con estas cosas por acá: siempre hay trabas, siempre hay intereses ocultos y siempre alguien tratando de meterle mano.
Ahora bien, ¿de qué va todo esto en términos prácticos? Pues resulta que la propuesta de la diputada Acuña, que suena medio rebuscada si me preguntan, plantea dos opciones: una para los jubilados que tienen pensiones bajas –menos de ¢929.000, pa’ que les quede claro–, donde podrían sumar un cachito extra del ROPC a su paga del seguro social, llegando hasta ¢1,6 millones mensuales, ¡una ganga!, dicen ellos. Pero ojo, que la otra opción es para los que ya tienen una pensión decente, y ahí sí, ¡retiran todo el lote!
Pero aquí viene lo bueno, o lo malo, dependiendo de cómo le vea uno. Las operadoras de pensiones, esas mismas que manejan nuestra plata, como Vida Plena, la Junta de Pensiones y otras, no están muy contentas con la jugada. Dicen que este proyecto “institutionaliza” las desigualdades, porque permite que los que tienen más recursos se lucren con su ahorro, mientras que nosotros, los de abajo, seguimos con la pata encima. ¡Un despache!, sinceramente.
La diputada Acuña responde diciendo que las operadoras y la Superintendencia de Pensiones son unos paternalistas que creen que somos incapaces de manejar nuestras propias finanzas. ¡Uy, qué viva la libertad individual!, dirán algunos. Pero yo me pregunto, ¿realmente estamos preparados para invertir ese dinero? ¿No será que terminaremos echándonos una torta y lamentándolo después?
Y hablando de temas financieros, no podemos obviar que estamos en plena campaña electoral, y estos proyectos suelen ser utilizados como balas electorales. Los políticos prometen milagros para captar votos, y luego, cuando llegan al poder, se olvidan de todo lo que dijeron. Eso sí, ¡qué chiva la política nacional!
Con los diputados apurándose para salir de vacaciones el 19 de diciembre y regresar en enero, el futuro de estos proyectos es incierto. Hay que estar pendientes de lo que pase en la Comisión de Asuntos Sociales, donde se discutirán textos sustitutivos para afinar los detalles. Esperemos que al final, lo que salga de ahí sea realmente beneficioso para todos los trabajadores costarricenses, y no solo para unos pocos privilegiados. Porque, díganlo ustedes, el ROPC sigue siendo un dolor de cabeza para muchos.
Así que aquí está la gran pregunta, mi gente: ¿Deberíamos permitir que nos retiren el dinero del ROPC, aunque eso signifique correr riesgos económicos?, ¿Es mejor tener el control de nuestros ahorros, o dejar que los expertos los administren por nosotros? ¡Déjenme sus opiniones en el foro, estoy deseando leerlas!
Para ponerlos al día, este brete lleva semanas cocinándose. La gente anda harta de esperar, cansada de ver cómo ese dinerito se queda varadito ahí, mientras tanto, los que mandan se van de vacaciones a lugares paradisíacos. Se supone que estos proyectos quieren agilizar el proceso, hacer que tengamos acceso a nuestros ahorros más pronto que tarde, pero ya saben cómo andamos con estas cosas por acá: siempre hay trabas, siempre hay intereses ocultos y siempre alguien tratando de meterle mano.
Ahora bien, ¿de qué va todo esto en términos prácticos? Pues resulta que la propuesta de la diputada Acuña, que suena medio rebuscada si me preguntan, plantea dos opciones: una para los jubilados que tienen pensiones bajas –menos de ¢929.000, pa’ que les quede claro–, donde podrían sumar un cachito extra del ROPC a su paga del seguro social, llegando hasta ¢1,6 millones mensuales, ¡una ganga!, dicen ellos. Pero ojo, que la otra opción es para los que ya tienen una pensión decente, y ahí sí, ¡retiran todo el lote!
Pero aquí viene lo bueno, o lo malo, dependiendo de cómo le vea uno. Las operadoras de pensiones, esas mismas que manejan nuestra plata, como Vida Plena, la Junta de Pensiones y otras, no están muy contentas con la jugada. Dicen que este proyecto “institutionaliza” las desigualdades, porque permite que los que tienen más recursos se lucren con su ahorro, mientras que nosotros, los de abajo, seguimos con la pata encima. ¡Un despache!, sinceramente.
La diputada Acuña responde diciendo que las operadoras y la Superintendencia de Pensiones son unos paternalistas que creen que somos incapaces de manejar nuestras propias finanzas. ¡Uy, qué viva la libertad individual!, dirán algunos. Pero yo me pregunto, ¿realmente estamos preparados para invertir ese dinero? ¿No será que terminaremos echándonos una torta y lamentándolo después?
Y hablando de temas financieros, no podemos obviar que estamos en plena campaña electoral, y estos proyectos suelen ser utilizados como balas electorales. Los políticos prometen milagros para captar votos, y luego, cuando llegan al poder, se olvidan de todo lo que dijeron. Eso sí, ¡qué chiva la política nacional!
Con los diputados apurándose para salir de vacaciones el 19 de diciembre y regresar en enero, el futuro de estos proyectos es incierto. Hay que estar pendientes de lo que pase en la Comisión de Asuntos Sociales, donde se discutirán textos sustitutivos para afinar los detalles. Esperemos que al final, lo que salga de ahí sea realmente beneficioso para todos los trabajadores costarricenses, y no solo para unos pocos privilegiados. Porque, díganlo ustedes, el ROPC sigue siendo un dolor de cabeza para muchos.
Así que aquí está la gran pregunta, mi gente: ¿Deberíamos permitir que nos retiren el dinero del ROPC, aunque eso signifique correr riesgos económicos?, ¿Es mejor tener el control de nuestros ahorros, o dejar que los expertos los administren por nosotros? ¡Déjenme sus opiniones en el foro, estoy deseando leerlas!
