¡Ay, Dios mío, qué vara! Resulta que algunos vecinos de nuestro país andamos hartos de los ruidos y temblores que provienen de ciertos gimnasios, especialmente esos donde hacen CrossFit. Parece que la hora de hacer abdominal crunch se ha convertido en una torta para nuestros oídos y nervios.
La Defensoría de los Habitantes, esos que siempre están pendientes de cuidarnos, ha encendido todas las alarmas porque hay un vació legal que les permite a estos centros deportivos, algunos bien chiquitos, operar prácticamente sin reglas. Imagínate, ¡puede que tu vecino esté levantando barras de hierro a las seis de la mañana y tú intentando dormir!
Según el informe que lanzaron, la situación es más grave de lo que parece. Disciplinas como el CrossFit, con sus saltos, caídas de pesas y gritos de “¡Vamos!”, están generando niveles de ruido y vibración que afectan la salud y la tranquilidad de quienes vivimos cerca. Ni hablar si tienes bebes o gente mayor en casa, ¡qué sufrimiento!
El problema, señores, es que el reglamento sanitario actual solo exige permisos especiales a los gimnasios con más de 100 personas. Eso deja fuera a muchísimos establecimientos más pequeños, que pueden estar causando un daño considerable sin que nadie los controle. Es como darle carta blanca para armar tremendo brete y descuidar a los vecinos.
Y ni hablar de la calidad de vida, chunches. Alterar el sueño, aumentar el estrés... ¡Eso no es andar a mamitas! La Defensoría pide al Ministerio de Salud que actualicen la ley ya, y que todos los gimnasios, sin importar su tamaño, tengan que cumplir con normas estrictas sobre ruido y vibraciones. Que ya paren con este desaguisado, diay.
Se habla de medidas como aislamientos acústicos, horarios limitados, e incluso estudios de impacto ambiental para evitar molestias. Alguien tiene que ponerle freno a tanta buena onda en el gimnasio que termina afectando a los demás. Porque claro, vamos a entender, uno quiere ponerse cachas, pero no a costa de la paz del vecindario, ¿verdad?
Algunos dueños de gimnasios argumentan que cumplen con las normas existentes y que no tienen la culpa si sus clientes son mañosas gritando cada vez que levantan un peso. Pero bueno, eso no justifica tener la casa completa temblando. Hay que buscar soluciones que beneficien a todos, y eso implica asumir responsabilidades y respetar el derecho al descanso de los demás, ¡mae!
En fin, la pelota está en el tejado del Ministerio de Salud. ¿Ustedes creen que es justo exigir controles más estrictos a todos los gimnasios, incluso a los más pequeños? ¿Hasta dónde debemos llegar para proteger nuestra tranquilidad y salud frente a la pasión por el ejercicio? ¡Déjennos sus opiniones en el foro, queremos saber qué piensan al respecto!
La Defensoría de los Habitantes, esos que siempre están pendientes de cuidarnos, ha encendido todas las alarmas porque hay un vació legal que les permite a estos centros deportivos, algunos bien chiquitos, operar prácticamente sin reglas. Imagínate, ¡puede que tu vecino esté levantando barras de hierro a las seis de la mañana y tú intentando dormir!
Según el informe que lanzaron, la situación es más grave de lo que parece. Disciplinas como el CrossFit, con sus saltos, caídas de pesas y gritos de “¡Vamos!”, están generando niveles de ruido y vibración que afectan la salud y la tranquilidad de quienes vivimos cerca. Ni hablar si tienes bebes o gente mayor en casa, ¡qué sufrimiento!
El problema, señores, es que el reglamento sanitario actual solo exige permisos especiales a los gimnasios con más de 100 personas. Eso deja fuera a muchísimos establecimientos más pequeños, que pueden estar causando un daño considerable sin que nadie los controle. Es como darle carta blanca para armar tremendo brete y descuidar a los vecinos.
Y ni hablar de la calidad de vida, chunches. Alterar el sueño, aumentar el estrés... ¡Eso no es andar a mamitas! La Defensoría pide al Ministerio de Salud que actualicen la ley ya, y que todos los gimnasios, sin importar su tamaño, tengan que cumplir con normas estrictas sobre ruido y vibraciones. Que ya paren con este desaguisado, diay.
Se habla de medidas como aislamientos acústicos, horarios limitados, e incluso estudios de impacto ambiental para evitar molestias. Alguien tiene que ponerle freno a tanta buena onda en el gimnasio que termina afectando a los demás. Porque claro, vamos a entender, uno quiere ponerse cachas, pero no a costa de la paz del vecindario, ¿verdad?
Algunos dueños de gimnasios argumentan que cumplen con las normas existentes y que no tienen la culpa si sus clientes son mañosas gritando cada vez que levantan un peso. Pero bueno, eso no justifica tener la casa completa temblando. Hay que buscar soluciones que beneficien a todos, y eso implica asumir responsabilidades y respetar el derecho al descanso de los demás, ¡mae!
En fin, la pelota está en el tejado del Ministerio de Salud. ¿Ustedes creen que es justo exigir controles más estrictos a todos los gimnasios, incluso a los más pequeños? ¿Hasta dónde debemos llegar para proteger nuestra tranquilidad y salud frente a la pasión por el ejercicio? ¡Déjennos sus opiniones en el foro, queremos saber qué piensan al respecto!