¡Ay, Dios mío! Aquí seguimos con otro mamarracho que nos sale caro a los bolsos, diay. Resulta que el Ministerio de Ambiente, Energía y Telecomunicaciones (MINAE) está lidiando con una embarcación de casi ₡498 millones que lleva casi cuatro años echándose óxido en la Marina Bahía Golfito. Se compró pensando en cuidar la Isla del Coco y echarle freno a la pesca furtiva y al narcotráfico, pero parece que se quedó más en el papel que en el agua, chunche.
El ministro Franz Tattenbach, que anda raro últimamente, se puso a regañadientes a responder preguntas de nuestra compañera Ámbar Segura, pero más bien parecía que quería huirse corriendo. Le preguntaron por qué no le dan uso a 'El Guardián de la Isla del Coco' –así la llamaron– y él, en vez de dar una respuesta clara, se andaba escondiendo detrás de la oficina de prensa. ¡Qué torta!
La jugada es que, en 2023, unos listos dentro del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac) recomendaron mover la nave a otra área o buscarle otro brete. Pero, ¿quién escucha a los expertos cuando hay gallos en el poder? Parece que a altos mandamás del gobierno les dio igual la recomendación y ahí sigue la embarcación, cubierta con un sarán para que no se le joda más rápido, y nosotros pagando la factura.
Lo curioso es que, según documentos del Sistema Integrado de Compras Públicas (Sicop), la embarcación salió de fábrica con grietas, problemas en las hélices y hasta el piloto automático fallando. ¡Imagínate! Un barco para proteger nuestros mares con fallas de fábrica. Y aún así, decidieron comprarlo. Ahora, encima, tuvieron que gastar unos $42.468 (más de ₡21 millones) para intentar arreglar los problemas, pero no funcionó. ¡Qué sal!
El Sinac, tratando de salvar la papa quemada, dice que la embarcación está “en adecuadas condiciones” pero que no puede operar en aguas bravas. Claro, porque el oleaje en la Isla del Coco es de lujo, mae. Afirman que necesita maniobras constantes para mantenerse estable y que gasta un montón de gasolina. Por eso, dicen, sería peligroso sacarla a navegar. ¡Pero entonces, para qué la compramos, diay!
Según fuentes internas, el problema no es tanto la embarcación en sí, sino la falta de voluntad política para solucionar las cosas. Entre trámites burocráticos y decisiones equivocadas, ‘El Guardián de la Isla del Coco’ se ha convertido en un símbolo de la ineficiencia y la corrupción en nuestro país. El órgano director del Sinac ya le había puesto el dedo encima en abril del año pasado, sugiriendo opciones para darle una nueva vida a la nave, pero nadie hizo caso. ¡Qué pena!
Ahora, el Sinac dice que está buscando un lugar donde la puedan usar, quizá en otra área marina del país o prestando la nave al Servicio Nacional de Guardacostas. Pero mientras tanto, ahí sigue botando en Golfito, acumulando polvo y generando indignación. Al parecer, ahora van a gestionar consulta con la oficina de prensa para saber a dónde irán los fondos. ¡Ya estoy cargado!
Después de este escándalo, me pregunto... ¿Creen ustedes que este caso es un reflejo de la falta de transparencia y responsabilidad en la gestión pública de Costa Rica, o simplemente un desliz administrativo aislado? ¿Qué medidas deberían tomarse para evitar que estas situaciones se repitan en el futuro y asegurar que los recursos públicos se utilicen de manera eficiente y efectiva?
El ministro Franz Tattenbach, que anda raro últimamente, se puso a regañadientes a responder preguntas de nuestra compañera Ámbar Segura, pero más bien parecía que quería huirse corriendo. Le preguntaron por qué no le dan uso a 'El Guardián de la Isla del Coco' –así la llamaron– y él, en vez de dar una respuesta clara, se andaba escondiendo detrás de la oficina de prensa. ¡Qué torta!
La jugada es que, en 2023, unos listos dentro del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac) recomendaron mover la nave a otra área o buscarle otro brete. Pero, ¿quién escucha a los expertos cuando hay gallos en el poder? Parece que a altos mandamás del gobierno les dio igual la recomendación y ahí sigue la embarcación, cubierta con un sarán para que no se le joda más rápido, y nosotros pagando la factura.
Lo curioso es que, según documentos del Sistema Integrado de Compras Públicas (Sicop), la embarcación salió de fábrica con grietas, problemas en las hélices y hasta el piloto automático fallando. ¡Imagínate! Un barco para proteger nuestros mares con fallas de fábrica. Y aún así, decidieron comprarlo. Ahora, encima, tuvieron que gastar unos $42.468 (más de ₡21 millones) para intentar arreglar los problemas, pero no funcionó. ¡Qué sal!
El Sinac, tratando de salvar la papa quemada, dice que la embarcación está “en adecuadas condiciones” pero que no puede operar en aguas bravas. Claro, porque el oleaje en la Isla del Coco es de lujo, mae. Afirman que necesita maniobras constantes para mantenerse estable y que gasta un montón de gasolina. Por eso, dicen, sería peligroso sacarla a navegar. ¡Pero entonces, para qué la compramos, diay!
Según fuentes internas, el problema no es tanto la embarcación en sí, sino la falta de voluntad política para solucionar las cosas. Entre trámites burocráticos y decisiones equivocadas, ‘El Guardián de la Isla del Coco’ se ha convertido en un símbolo de la ineficiencia y la corrupción en nuestro país. El órgano director del Sinac ya le había puesto el dedo encima en abril del año pasado, sugiriendo opciones para darle una nueva vida a la nave, pero nadie hizo caso. ¡Qué pena!
Ahora, el Sinac dice que está buscando un lugar donde la puedan usar, quizá en otra área marina del país o prestando la nave al Servicio Nacional de Guardacostas. Pero mientras tanto, ahí sigue botando en Golfito, acumulando polvo y generando indignación. Al parecer, ahora van a gestionar consulta con la oficina de prensa para saber a dónde irán los fondos. ¡Ya estoy cargado!
Después de este escándalo, me pregunto... ¿Creen ustedes que este caso es un reflejo de la falta de transparencia y responsabilidad en la gestión pública de Costa Rica, o simplemente un desliz administrativo aislado? ¿Qué medidas deberían tomarse para evitar que estas situaciones se repitan en el futuro y asegurar que los recursos públicos se utilicen de manera eficiente y efectiva?