Ay, Dios mío, qué torta nos tocó vivir. Aquí estamos, con la vuelta a clases presenciales en el TEC siendo más turbia que una noche de lluvia en San Isidro. Parece que las amenazas de bomba no fueron suficiente para hacerles cambiar de opinión a los mandamases de la institución, y ahora toca lidiar con un estudiantado que está que arde.
La bronca empezó hace unos días, cuando el TEC recibió tres correos electrónicos con amenazas de tiroteo. Tres, díganle a la patrona. Y claro, todos estábamos rayados, pensando en qué estaría pasando. Ante esto, la universidad tuvo que suspender clases y pasar a la modalidad virtual, lo cual nos dio un respiro, pero no duró mucho. Dicen que se valoraron riesgos, que se consultaron expertos… al final, decidieron que sí, que podemos volver a las aulas, a pesar de todo.
Pero la comunidad estudiantil no se tragó eso tan fácil. Con más de mil setecientas firmas, Wagner Segura, nuestro representante estudiantil, le escribió una carta a la rectora Estrada poniendo el dedo en la llaga. El documento expresa claramente que los protocolos que tienen implementados son deficientes y que, en caso de emergencia, estaríamos más vulnerables que un churrito al sol. Imagínate, evacuar a la intemperie, ¡qué sal!
Y ni hablar de la guía de “tirador activo”. ¿Correr, esconderse y defenderse con lo que tengas a mano? ¡Por favor! Suena más a comedia que a protocolo de seguridad. Un mae puede llegar y pensar que vamos a luchar con almohadas y reglas. Eso realmente pone en ridículo la situación, y demuestra que la administración no está tomando esto con la seriedad que amerita. Claramente, hay que revisar esos documentos, porque ahí hay algo bien raro pasando.
Desde la institución respondieron diciendo que, “luego de una valoración exhaustiva por parte de las autoridades competentes y los equipos técnicos institucionales, determinaron que existen las condiciones necesarias para reanudar todas las actividades.” José Fonseca, el coordinador de seguridad, soltó esas frases que, sinceramente, no convencen a nadie. Que si hubo estudios, que si evaluaron riesgos... Pero la realidad es que seguimos sintiéndonos inseguros, y eso no se arregla con comunicados bonitos.
Lo más preocupante es que no somos los únicos afectados. La UCR también recibió una amenaza similar, y parece que la UNA tampoco se salvó. Esto ya pinta a una crisis de seguridad en las universidades públicas del país, y creo que las autoridades deberían tomar cartas en el asunto antes de que pase algo grave. No podemos seguir jugando con nuestras vidas y las de nuestros compañeros, esto va más allá de unas medidas superficiales.
Ahora, mientras tanto, tenemos que ir a clase como si nada, tratando de ignorar la posibilidad de que alguien pueda entrar disparando. Me da mucha pena decir esto, pero me siento como si estuviera caminando sobre cristales. Esperemos que las autoridades pongan el turbo en mejorar la seguridad de nuestros campus, porque así no podemos trabajar ni estudiar tranquilos. Necesitamos sentirnos seguros, no vivir con el miedo constante.
¿Ustedes creen que la administración del TEC está actuando correctamente al insistir con el regreso a clases presenciales bajo estas circunstancias? ¿Qué medidas concretas deberían implementar para garantizar la seguridad de los estudiantes?
La bronca empezó hace unos días, cuando el TEC recibió tres correos electrónicos con amenazas de tiroteo. Tres, díganle a la patrona. Y claro, todos estábamos rayados, pensando en qué estaría pasando. Ante esto, la universidad tuvo que suspender clases y pasar a la modalidad virtual, lo cual nos dio un respiro, pero no duró mucho. Dicen que se valoraron riesgos, que se consultaron expertos… al final, decidieron que sí, que podemos volver a las aulas, a pesar de todo.
Pero la comunidad estudiantil no se tragó eso tan fácil. Con más de mil setecientas firmas, Wagner Segura, nuestro representante estudiantil, le escribió una carta a la rectora Estrada poniendo el dedo en la llaga. El documento expresa claramente que los protocolos que tienen implementados son deficientes y que, en caso de emergencia, estaríamos más vulnerables que un churrito al sol. Imagínate, evacuar a la intemperie, ¡qué sal!
Y ni hablar de la guía de “tirador activo”. ¿Correr, esconderse y defenderse con lo que tengas a mano? ¡Por favor! Suena más a comedia que a protocolo de seguridad. Un mae puede llegar y pensar que vamos a luchar con almohadas y reglas. Eso realmente pone en ridículo la situación, y demuestra que la administración no está tomando esto con la seriedad que amerita. Claramente, hay que revisar esos documentos, porque ahí hay algo bien raro pasando.
Desde la institución respondieron diciendo que, “luego de una valoración exhaustiva por parte de las autoridades competentes y los equipos técnicos institucionales, determinaron que existen las condiciones necesarias para reanudar todas las actividades.” José Fonseca, el coordinador de seguridad, soltó esas frases que, sinceramente, no convencen a nadie. Que si hubo estudios, que si evaluaron riesgos... Pero la realidad es que seguimos sintiéndonos inseguros, y eso no se arregla con comunicados bonitos.
Lo más preocupante es que no somos los únicos afectados. La UCR también recibió una amenaza similar, y parece que la UNA tampoco se salvó. Esto ya pinta a una crisis de seguridad en las universidades públicas del país, y creo que las autoridades deberían tomar cartas en el asunto antes de que pase algo grave. No podemos seguir jugando con nuestras vidas y las de nuestros compañeros, esto va más allá de unas medidas superficiales.
Ahora, mientras tanto, tenemos que ir a clase como si nada, tratando de ignorar la posibilidad de que alguien pueda entrar disparando. Me da mucha pena decir esto, pero me siento como si estuviera caminando sobre cristales. Esperemos que las autoridades pongan el turbo en mejorar la seguridad de nuestros campus, porque así no podemos trabajar ni estudiar tranquilos. Necesitamos sentirnos seguros, no vivir con el miedo constante.
¿Ustedes creen que la administración del TEC está actuando correctamente al insistir con el regreso a clases presenciales bajo estas circunstancias? ¿Qué medidas concretas deberían implementar para garantizar la seguridad de los estudiantes?