¡Ay, mi Dios! Una simple flor ha encendido la mecedora nacional este martes. La Agencia sacó una foto de una rosa amarilla floreciendo en Bejuco, en el Pacífico Central, y bueno, parece que hasta los poetas y filósofos se le metieron al brete. Marta Teodora Ramírez Henderson, la autora de la foto, escribió unas palabritas que dieron mucho de qué hablar, y el Foro ya anda candela con la vaineta.
Según la señora Henderson, cultivar un rosal nos une con la Pachamama y nos da un respiro de paz mental. Dice que cada rosa nueva es como difuminar la línea entre lo divino y lo mundano. No sé ustedes, pero yo me quedé pensando si acaso una flor tan sencilla puede tener tanto impacto en nuestra vida diaria. En tiempos donde todo va a mil por hora, a veces necesitamos parar y apreciar estas pequeñas cosas.
Bejuco, como saben, es un pueblito tranquilo, famoso por sus playas bonitas y su gente amable. No es exactamente San José ni tampoco la capital cultural del país, pero esa sencillez, ese aire relajado, creo que ayuda a que estas reflexiones tengan más peso. Imaginen, una rosa amarilla creciendo en medio del calor húmedo del Pacífico... ¡qué imagen! Me imagino a pescadores y agricultores, a señoras preparando güevos pintos, todos parándose un momentito para admirar esa belleza.
Y claro, como cualquier cosa en Costa Rica, esto se convirtió en tema de debate en redes sociales. Algunos dicen que es pura poesía barata, que hay problemas más urgentes en el país que preocuparse por una rosa. Otros, en cambio, ven en ella una señal de esperanza, un recordatorio de que la belleza y la paz aún existen en medio del caos. Ese es el espíritu del pueblo tico, siempre encontrando motivos para celebrar la vida, aunque sean pequeños.
Pero, analizando la cosa con más calma, me doy cuenta de que la metáfora es bastante poderosa. Nos invita a conectar con nuestras raíces, con la tierra que pisamos, con la naturaleza que nos rodea. A valorar lo simple, lo auténtico, lo que realmente importa. Porque al final, ¿de qué sirve tener toda la plata del mundo si no tenemos tiempo para disfrutar de una rosa amarilla?
En la oficina han ido comentando la noticia con mucha curiosidad; muchos incluso quieren empezar a plantar rosales en sus casas. Uno de mis compañeros, Don Juan, dice que le recuerda a su abuela, quien siempre tenía un jardín lleno de flores. “Eso sí era felicidad”, me dijo con una sonrisa nostálgica. Él, como tantos otros, encuentra consuelo y alegría en las pequeñas cosas de la vida.
Ahora bien, no quiero que piensen que estoy predicando desconectado de la realidad. Sé que tenemos problemas graves, desde la crisis económica hasta la inseguridad ciudadana. Pero también creo que es importante tomarse un respiro, encontrar momentos de paz y reflexión en medio de la tormenta. Y si eso significa admirar una rosa amarilla, pues que así sea. Después de todo, somos felices porque sabemos apreciar lo sencillo. ¿No se les hace?
Entonces, les dejo una pregunta para que se pongan a pensar: ¿creen que la fotografía de la rosa amarilla representa algo más profundo que una simple imagen bonita? ¿Cómo podemos aplicar estos mensajes de conexión con la naturaleza y la búsqueda de paz interior en nuestro día a día, especialmente considerando los desafíos que enfrentamos como país?
Según la señora Henderson, cultivar un rosal nos une con la Pachamama y nos da un respiro de paz mental. Dice que cada rosa nueva es como difuminar la línea entre lo divino y lo mundano. No sé ustedes, pero yo me quedé pensando si acaso una flor tan sencilla puede tener tanto impacto en nuestra vida diaria. En tiempos donde todo va a mil por hora, a veces necesitamos parar y apreciar estas pequeñas cosas.
Bejuco, como saben, es un pueblito tranquilo, famoso por sus playas bonitas y su gente amable. No es exactamente San José ni tampoco la capital cultural del país, pero esa sencillez, ese aire relajado, creo que ayuda a que estas reflexiones tengan más peso. Imaginen, una rosa amarilla creciendo en medio del calor húmedo del Pacífico... ¡qué imagen! Me imagino a pescadores y agricultores, a señoras preparando güevos pintos, todos parándose un momentito para admirar esa belleza.
Y claro, como cualquier cosa en Costa Rica, esto se convirtió en tema de debate en redes sociales. Algunos dicen que es pura poesía barata, que hay problemas más urgentes en el país que preocuparse por una rosa. Otros, en cambio, ven en ella una señal de esperanza, un recordatorio de que la belleza y la paz aún existen en medio del caos. Ese es el espíritu del pueblo tico, siempre encontrando motivos para celebrar la vida, aunque sean pequeños.
Pero, analizando la cosa con más calma, me doy cuenta de que la metáfora es bastante poderosa. Nos invita a conectar con nuestras raíces, con la tierra que pisamos, con la naturaleza que nos rodea. A valorar lo simple, lo auténtico, lo que realmente importa. Porque al final, ¿de qué sirve tener toda la plata del mundo si no tenemos tiempo para disfrutar de una rosa amarilla?
En la oficina han ido comentando la noticia con mucha curiosidad; muchos incluso quieren empezar a plantar rosales en sus casas. Uno de mis compañeros, Don Juan, dice que le recuerda a su abuela, quien siempre tenía un jardín lleno de flores. “Eso sí era felicidad”, me dijo con una sonrisa nostálgica. Él, como tantos otros, encuentra consuelo y alegría en las pequeñas cosas de la vida.
Ahora bien, no quiero que piensen que estoy predicando desconectado de la realidad. Sé que tenemos problemas graves, desde la crisis económica hasta la inseguridad ciudadana. Pero también creo que es importante tomarse un respiro, encontrar momentos de paz y reflexión en medio de la tormenta. Y si eso significa admirar una rosa amarilla, pues que así sea. Después de todo, somos felices porque sabemos apreciar lo sencillo. ¿No se les hace?
Entonces, les dejo una pregunta para que se pongan a pensar: ¿creen que la fotografía de la rosa amarilla representa algo más profundo que una simple imagen bonita? ¿Cómo podemos aplicar estos mensajes de conexión con la naturaleza y la búsqueda de paz interior en nuestro día a día, especialmente considerando los desafíos que enfrentamos como país?
