Maes, si pensaban que la política tica estaba tranquila, agárrense. Juan Carlos Hidalgo, el recién estrenado candidato presidencial del PUSC, no llegó a tirar confeti ni a repartir abrazos. El mae arrancó con todo y soltó una bomba que tiene a medio partido con el pelo parado: le pidió formalmente a la bancada que expulsen, así, sin anestesia, al diputado Leslye Bojorges. ¡Qué manera de empezar la campaña! Esto no es una simple pelea de pasillo, esto es una declaración de guerra interna con todas las letras y huele a que el despiche apenas comienza.
A ver, pongámonos en contexto, porque la vara es compleja. Hidalgo no se levantó un lunes con ganas de pleito porque sí. Su argumento es que sobre Bojorges pesan un montón de cuestionamientos éticos y legales, con la joya de la corona siendo esa investigación penal donde figura como acusado. O sea, no estamos hablando de que se parqueó mal. El nombre de Bojorges ha sonado más que una marimba en fiestas de Palmares, especialmente por sus supuestos enredos con la gente del caso “Madre Patria” y hasta por una mención de Celso Gamboa en un audio filtrado. Diay, con esa hoja de vida reciente, el diputado está más salado que el agua de Puntarenas.
Lo más interesante es la jugada estratégica de Hidalgo. Esto no es solo un impulso del momento. El domingo, en la Asamblea Nacional del PUSC, hicieron que todos los candidatos a diputados firmaran un famoso “Compromiso Ético”. Básicamente, un papelito que dice: “si a usted le abren un juicio por un delito grave, agarra sus chereques y se va, sin hacer mucho escándalo”. ¿Y qué hace Hidalgo apenas 24 horas después? Usa ese mismo documento como un mazo para señalar a Bojorges. Es una movida de ajedrez clarísima para proyectar una imagen de "limpieza" y de que él viene a poner orden en la casa. El mensaje es: “conmigo no se juega”.
Ahora, imagínense la escena en la fracción del PUSC. Alejandro Pacheco, el jefe de bancada, tuvo que pedir dos recesos ayer en el Plenario. Uno se lo imagina sudando frío, con el teléfono en una oreja y a Hidalgo en la otra, tratando de manejar esta papa caliente. ¡Vaya brete le dejaron! La bancada ahora está entre la espada y la pared: o le hacen caso a su candidato presidencial y se echan de enemigo a Bojorges (que, nos guste o no, tiene su gente), o se hacen los locos y dejan a Hidalgo como un general sin ejército desde el día uno. Cualquiera de las dos decisiones va a dejar heridas profundas en un partido que, honestamente, no está para muchos tropezones más.
Al final, esto va más allá de Bojorges. Es el primer gran pulso de poder de Juan Carlos Hidalgo. Está intentando demostrar quién manda y cuál será la línea del partido de cara al 2026. La pregunta del millón es si esta purga, este intento de pasar la escoba, le va a funcionar para unificar al PUSC o si, por el contrario, va a terminar de dinamitar los puentes que quedan. El partido lleva años tratando de sacudirse su fama y sus fantasmas, y esta movida es, sin duda, la más arriesgada en mucho tiempo. Aquí es donde se va a ver de qué está hecho el nuevo liderazgo socialcristiano.
Y ahora, la pregunta para el foro: ¿Creen que Hidalgo está haciendo lo correcto para sanear el partido, aunque sea a la fuerza? ¿O se está jalando una torta al empezar una guerra civil en el PUSC antes de que la campaña siquiera caliente? ¡Los leo!
A ver, pongámonos en contexto, porque la vara es compleja. Hidalgo no se levantó un lunes con ganas de pleito porque sí. Su argumento es que sobre Bojorges pesan un montón de cuestionamientos éticos y legales, con la joya de la corona siendo esa investigación penal donde figura como acusado. O sea, no estamos hablando de que se parqueó mal. El nombre de Bojorges ha sonado más que una marimba en fiestas de Palmares, especialmente por sus supuestos enredos con la gente del caso “Madre Patria” y hasta por una mención de Celso Gamboa en un audio filtrado. Diay, con esa hoja de vida reciente, el diputado está más salado que el agua de Puntarenas.
Lo más interesante es la jugada estratégica de Hidalgo. Esto no es solo un impulso del momento. El domingo, en la Asamblea Nacional del PUSC, hicieron que todos los candidatos a diputados firmaran un famoso “Compromiso Ético”. Básicamente, un papelito que dice: “si a usted le abren un juicio por un delito grave, agarra sus chereques y se va, sin hacer mucho escándalo”. ¿Y qué hace Hidalgo apenas 24 horas después? Usa ese mismo documento como un mazo para señalar a Bojorges. Es una movida de ajedrez clarísima para proyectar una imagen de "limpieza" y de que él viene a poner orden en la casa. El mensaje es: “conmigo no se juega”.
Ahora, imagínense la escena en la fracción del PUSC. Alejandro Pacheco, el jefe de bancada, tuvo que pedir dos recesos ayer en el Plenario. Uno se lo imagina sudando frío, con el teléfono en una oreja y a Hidalgo en la otra, tratando de manejar esta papa caliente. ¡Vaya brete le dejaron! La bancada ahora está entre la espada y la pared: o le hacen caso a su candidato presidencial y se echan de enemigo a Bojorges (que, nos guste o no, tiene su gente), o se hacen los locos y dejan a Hidalgo como un general sin ejército desde el día uno. Cualquiera de las dos decisiones va a dejar heridas profundas en un partido que, honestamente, no está para muchos tropezones más.
Al final, esto va más allá de Bojorges. Es el primer gran pulso de poder de Juan Carlos Hidalgo. Está intentando demostrar quién manda y cuál será la línea del partido de cara al 2026. La pregunta del millón es si esta purga, este intento de pasar la escoba, le va a funcionar para unificar al PUSC o si, por el contrario, va a terminar de dinamitar los puentes que quedan. El partido lleva años tratando de sacudirse su fama y sus fantasmas, y esta movida es, sin duda, la más arriesgada en mucho tiempo. Aquí es donde se va a ver de qué está hecho el nuevo liderazgo socialcristiano.
Y ahora, la pregunta para el foro: ¿Creen que Hidalgo está haciendo lo correcto para sanear el partido, aunque sea a la fuerza? ¿O se está jalando una torta al empezar una guerra civil en el PUSC antes de que la campaña siquiera caliente? ¡Los leo!
