¡Ay, Dios mío! La cosa se puso bien picante en el ambiente universitario. Resulta que el TEC, apenas se estaban calmando las aguas después del cierre de campus por las amenazas de la semana pasada, recibió otro correo amenazante. Y eso no es todo, la UCR también tuvo que lidiar con una amenaza similar el domingo pasado, justo un mes después de la primera advertencia. ¡Qué brisa tan fría!
Para refrescarles la memoria, la semana pasada el TEC vivió días tensos. Recibieron dos correos electrónicos con amenazas de tiroteos, lo que llevó a cerrar todas sus instalaciones desde el viernes 14 hasta el miércoles 19 de noviembre. Imaginen el susto que se llevaron estudiantes, profesores y personal administrativo. El ambiente estaba cargado, vamos, ¡una torta! Todos pendientes de cualquier movimiento raro.
Este nuevo correo, al parecer, sigue la misma línea de los anteriores, aunque todavía no hay muchos detalles disponibles. Lo único claro es que las autoridades judiciales ya están enteradas y ampliaron la denuncia. El TEC ha sido súper proactivo en esto, mandándoles la info rapidito y pidiendo que le ponganletera a estos vándalos. Esperemos que el OIJ agarre a esos responsables pronto, porque así no se puede vivir, siempre con este miedo en el cuerpo.
Ahora, la otra parte de la moneda es la UCR. Que le vayan quitando las cosquillas. Esa universidad, que siempre ha tenido un rol importante en la vida cultural y política del país, también recibió una amenaza, y justo un mes después de que empezaran a sonar las alarmas. Esto demuestra que el problema es más profundo de lo que pensábamos inicialmente, y que alguien quiere meter zancadilla al sistema educativo nacional.
Lo bueno de toda esta movida es que tanto el TEC como la UCR han reforzado sus medidas de seguridad. Se habla de más vigilancia, control de acceso y protocolos de emergencia actualizados. Pero honestamente, ¿basta con eso? ¿Estamos realmente preparados para enfrentar una situación así? El debate es abierto, y la preocupación es palpable entre los universitarios y sus familias. Nadie quiere pasar por el susto de ver una tragedia en un lugar que debería ser de aprendizaje y crecimiento.
Muchos se preguntan si estas amenazas tienen motivos políticos o si simplemente se trata de actos aislados de personas trastocadas. Hay quienes señalan la polarización creciente del país y cómo esto podría estar incitando a reacciones extremas. Otros creen que es una cuestión de seguridad pura y dura, y que hay que mejorar la capacidad de respuesta de las fuerzas policiales y de seguridad. Digamos que hay de todo en la changüeta. El caso es que la incertidumbre reina, y la calma parece lejana.
Desde el TEC insisten en pedir a la ciudadanía que colabore con el OIJ. Por mínima que sea la información, dicen, puede ser crucial para esclarecer los hechos. Han puesto a disposición los números 800-800-0645 y WhatsApp 8800-0645 para recibir denuncias anónimas. ¡Y ojo!, aseguran que toda la información se manejará con la más estricta confidencialidad. Así que, si saben algo, no se guarden nada, pues podrían estar ayudando a prevenir una tragedia. ¡Qué te den!
En fin, la cosa está turbia, compañeros. Ante este panorama, me pregunto... ¿Creen que las universidades deberían implementar sistemas de identificación biométrica para controlar el acceso a los campus? ¿Sería invadir la privacidad de los estudiantes o una medida necesaria para garantizar la seguridad?
Para refrescarles la memoria, la semana pasada el TEC vivió días tensos. Recibieron dos correos electrónicos con amenazas de tiroteos, lo que llevó a cerrar todas sus instalaciones desde el viernes 14 hasta el miércoles 19 de noviembre. Imaginen el susto que se llevaron estudiantes, profesores y personal administrativo. El ambiente estaba cargado, vamos, ¡una torta! Todos pendientes de cualquier movimiento raro.
Este nuevo correo, al parecer, sigue la misma línea de los anteriores, aunque todavía no hay muchos detalles disponibles. Lo único claro es que las autoridades judiciales ya están enteradas y ampliaron la denuncia. El TEC ha sido súper proactivo en esto, mandándoles la info rapidito y pidiendo que le ponganletera a estos vándalos. Esperemos que el OIJ agarre a esos responsables pronto, porque así no se puede vivir, siempre con este miedo en el cuerpo.
Ahora, la otra parte de la moneda es la UCR. Que le vayan quitando las cosquillas. Esa universidad, que siempre ha tenido un rol importante en la vida cultural y política del país, también recibió una amenaza, y justo un mes después de que empezaran a sonar las alarmas. Esto demuestra que el problema es más profundo de lo que pensábamos inicialmente, y que alguien quiere meter zancadilla al sistema educativo nacional.
Lo bueno de toda esta movida es que tanto el TEC como la UCR han reforzado sus medidas de seguridad. Se habla de más vigilancia, control de acceso y protocolos de emergencia actualizados. Pero honestamente, ¿basta con eso? ¿Estamos realmente preparados para enfrentar una situación así? El debate es abierto, y la preocupación es palpable entre los universitarios y sus familias. Nadie quiere pasar por el susto de ver una tragedia en un lugar que debería ser de aprendizaje y crecimiento.
Muchos se preguntan si estas amenazas tienen motivos políticos o si simplemente se trata de actos aislados de personas trastocadas. Hay quienes señalan la polarización creciente del país y cómo esto podría estar incitando a reacciones extremas. Otros creen que es una cuestión de seguridad pura y dura, y que hay que mejorar la capacidad de respuesta de las fuerzas policiales y de seguridad. Digamos que hay de todo en la changüeta. El caso es que la incertidumbre reina, y la calma parece lejana.
Desde el TEC insisten en pedir a la ciudadanía que colabore con el OIJ. Por mínima que sea la información, dicen, puede ser crucial para esclarecer los hechos. Han puesto a disposición los números 800-800-0645 y WhatsApp 8800-0645 para recibir denuncias anónimas. ¡Y ojo!, aseguran que toda la información se manejará con la más estricta confidencialidad. Así que, si saben algo, no se guarden nada, pues podrían estar ayudando a prevenir una tragedia. ¡Qué te den!
En fin, la cosa está turbia, compañeros. Ante este panorama, me pregunto... ¿Creen que las universidades deberían implementar sistemas de identificación biométrica para controlar el acceso a los campus? ¿Sería invadir la privacidad de los estudiantes o una medida necesaria para garantizar la seguridad?