¡Ay, Dios mío! Lo que pasó en La Carpio hoy te va a dejar boquiabierto. Un terraplén, sí, un pedazo enorme de tierra, se vino abajo cerca de la segunda parada y dejó a varias familias atrapadas bajo los escombros. El ambiente ahí era de pura tensión, mae, se sentía el miedo en el aire.
Según testigos, todo empezó alrededor de las cuatro de la tarde, cuando unas fuertes lluvias empaparon el terreno. El suelo ya estaba bastante inestable por trabajos de construcción que estaban haciendo en la zona, unos bretes que iban a mejorar el drenaje, aparentemente. Pero bueno, parece que no calcularon bien la fuerza de la lluvia y pum, tragedia.
Al principio, nadie sabía qué tan grave era la situación. Se escuchaban gritos, llantos... ¡Qué torta! La Cruz Roja llegó rapidito con sus ambulancias y equipos de rescate. Vimos camiones de bomberos llegando, sirenas a todo volumen, una movilización impresionante. Hasta la policía nacional andaba por allí tratando de mantener el orden, porque la gente estaba desesperada queriendo saber si sus familiares estaban bien.
Las primeras informaciones hablaban de unas cinco personas atrapadas, pero luego la cifra pudo haber aumentado, aunque todavía no tenemos confirmación oficial. Los bomberos trabajan contra reloj para remover los escombros y llegar hasta donde puedan estar las personas. Dicen que la tarea es complicada porque el barro hace difícil avanzar y además, siempre existe el riesgo de que otro trozo de tierra ceda.
Lo más duro es ver la cara de la gente, mae. Familias enteras esperando ansiosamente noticias de sus seres queridos. Algunos llorando desconsoladamente, otros rezando en voz alta. Uno siente un nudo en la garganta al ver tanto sufrimiento. Esta zona de La Carpio ya ha sufrido mucho, ahora esto encima...
La zona afectada está muy deteriorada, siempre ha sido una de esas áreas donde las condiciones de vida no son las mejores. Viviendas precarias, calles estrechas y poca infraestructura. Esto agrava aún más la situación, porque dificulta el acceso de los equipos de rescate y aumenta el peligro de derrumbes adicionales. Además, mucha gente vive de changueos diarios y ahora, con esto, perdieron todo.
Ya se han habilitado refugios temporales para acoger a las personas damnificadas. La comunidad se ha unido para ayudar, llevando comida, agua y ropa. Varios negocios locales también están colaborando con lo que pueden. Da gusto ver cómo nos apoyamos mutuamente en momentos difíciles, muestra la idiosincrasia tica, diay.
Esta desgracia nos obliga a reflexionar sobre la importancia de planificar adecuadamente proyectos de construcción e invertir en obras de mitigación de riesgos. ¿Deberíamos exigir mayor control y supervisión por parte de las autoridades municipales y nacionales? ¿Cómo podemos evitar que tragedias como esta vuelvan a ocurrir en nuestras comunidades?
Según testigos, todo empezó alrededor de las cuatro de la tarde, cuando unas fuertes lluvias empaparon el terreno. El suelo ya estaba bastante inestable por trabajos de construcción que estaban haciendo en la zona, unos bretes que iban a mejorar el drenaje, aparentemente. Pero bueno, parece que no calcularon bien la fuerza de la lluvia y pum, tragedia.
Al principio, nadie sabía qué tan grave era la situación. Se escuchaban gritos, llantos... ¡Qué torta! La Cruz Roja llegó rapidito con sus ambulancias y equipos de rescate. Vimos camiones de bomberos llegando, sirenas a todo volumen, una movilización impresionante. Hasta la policía nacional andaba por allí tratando de mantener el orden, porque la gente estaba desesperada queriendo saber si sus familiares estaban bien.
Las primeras informaciones hablaban de unas cinco personas atrapadas, pero luego la cifra pudo haber aumentado, aunque todavía no tenemos confirmación oficial. Los bomberos trabajan contra reloj para remover los escombros y llegar hasta donde puedan estar las personas. Dicen que la tarea es complicada porque el barro hace difícil avanzar y además, siempre existe el riesgo de que otro trozo de tierra ceda.
Lo más duro es ver la cara de la gente, mae. Familias enteras esperando ansiosamente noticias de sus seres queridos. Algunos llorando desconsoladamente, otros rezando en voz alta. Uno siente un nudo en la garganta al ver tanto sufrimiento. Esta zona de La Carpio ya ha sufrido mucho, ahora esto encima...
La zona afectada está muy deteriorada, siempre ha sido una de esas áreas donde las condiciones de vida no son las mejores. Viviendas precarias, calles estrechas y poca infraestructura. Esto agrava aún más la situación, porque dificulta el acceso de los equipos de rescate y aumenta el peligro de derrumbes adicionales. Además, mucha gente vive de changueos diarios y ahora, con esto, perdieron todo.
Ya se han habilitado refugios temporales para acoger a las personas damnificadas. La comunidad se ha unido para ayudar, llevando comida, agua y ropa. Varios negocios locales también están colaborando con lo que pueden. Da gusto ver cómo nos apoyamos mutuamente en momentos difíciles, muestra la idiosincrasia tica, diay.
Esta desgracia nos obliga a reflexionar sobre la importancia de planificar adecuadamente proyectos de construcción e invertir en obras de mitigación de riesgos. ¿Deberíamos exigir mayor control y supervisión por parte de las autoridades municipales y nacionales? ¿Cómo podemos evitar que tragedias como esta vuelvan a ocurrir en nuestras comunidades?
