Ay, Dios mío... qué manera de empezar la semana, ¿verdad, maes? Aquí en Costa Rica seguimos sacudidos por la tragedia que le tocó vivir a una familia nicaragüense en Piedades Sur, San Ramón. Entre lágrimas y recuerdos agridulces, se les dio el último adiós en su patria, Nicaragua, después de que un deslizamiento de tierra les arrebatara la vida la semana pasada. Una verdadera pena, no hay otra.
La historia es así: Eddy Miranda, Karla Romero y su hijita de nueve años, habían venido buscando un pedacito de sueño tico, trabajando duro en labores agrícolas con la esperanza de darle una vida mejor a su familia. Se esforzaban por juntar pa’ construir una casita propia, pa’ que sus hijos crecieran tranquilos y seguros. Pero el destino, a veces, nos juega feísimas bromas, ¿no?
El pasado sábado, alrededor de las once y media de la noche, mientras todos estaban durmiendo plácidamente, un terraplén se vino abajo, arrastrando consigo la humildísima morada de madera donde vivía la familia. Las fuertes lluvias que azotaron la zona hicieron estragos, saturando el suelo y desencadenando este fatal desenlace. Una cosa lleva a la otra, vaya…
Las autoridades de respuesta, incluyendo la Cruz Roja, el Cuerpo de Bomberos y la Fuerza Pública, movilizaron un amplio operativo de rescate. Buscaron incansablemente entre los escombros, con la esperanza de encontrar sobrevivientes. Milagrosamente, tres personas que también se encontraban en la casa lograron escapar con vida, aunque con heridas y el alma hecha pedazos. La búsqueda se prolongó durante toda la madrugada del domingo, hasta que finalmente se confirmó lo peor.
En Juigalpa, Nicaragua, la comunidad entera estaba consternada. Cuando los féretros llegaron al templo local, la tristeza era palpable. Había gente llorando desconsoladamente, rezando y cantando alabanzas. Pero también hubo aplausos, maes. Sí, aplausos como un gesto de respeto y admiración hacia esta familia trabajadora que siempre buscó superarse. Me dio mucha impresión ver eso, te digo…
Según allegados, Eddy y Karla eran unos mae y una mae luchadores. Siempre dispuestos a echar una mano, trabajadores incansables y orgullosos de su descendencia nicaragüense. Tenían muchos proyectos, muchas ilusiones para el futuro, especialmente para sus hijos. Ahora, esos sueños se han quedado enterrados bajo tierra, junto a ellos. Que pena, verdaderamente que sí.
La repatriación de los restos mortales contó con el apoyo de las autoridades de Costa Rica y Nicaragua, quienes coordinaron todos los aspectos logísticos para facilitar el traslado de los cuerpos. También hubo ayuda de organizaciones sociales y grupos de voluntarios, demostrando una vez más la solidaridad que caracteriza a nuestros pueblos hermanos. Sin embargo, nada puede mitigar el dolor de la pérdida, ni devolver la vida a estas personas inocentes. Esta vara dejó un hueco enorme en dos países.
Y ahora, mi pregunta para ustedes, maes del foro: ¿Cómo podemos, como sociedad, prevenir tragedias como esta? ¿Es suficiente con simplemente ofrecer condolencias o debemos exigir medidas más contundentes para garantizar la seguridad de las comunidades vulnerables ante los efectos del cambio climático? Díganme qué piensan…”,
La historia es así: Eddy Miranda, Karla Romero y su hijita de nueve años, habían venido buscando un pedacito de sueño tico, trabajando duro en labores agrícolas con la esperanza de darle una vida mejor a su familia. Se esforzaban por juntar pa’ construir una casita propia, pa’ que sus hijos crecieran tranquilos y seguros. Pero el destino, a veces, nos juega feísimas bromas, ¿no?
El pasado sábado, alrededor de las once y media de la noche, mientras todos estaban durmiendo plácidamente, un terraplén se vino abajo, arrastrando consigo la humildísima morada de madera donde vivía la familia. Las fuertes lluvias que azotaron la zona hicieron estragos, saturando el suelo y desencadenando este fatal desenlace. Una cosa lleva a la otra, vaya…
Las autoridades de respuesta, incluyendo la Cruz Roja, el Cuerpo de Bomberos y la Fuerza Pública, movilizaron un amplio operativo de rescate. Buscaron incansablemente entre los escombros, con la esperanza de encontrar sobrevivientes. Milagrosamente, tres personas que también se encontraban en la casa lograron escapar con vida, aunque con heridas y el alma hecha pedazos. La búsqueda se prolongó durante toda la madrugada del domingo, hasta que finalmente se confirmó lo peor.
En Juigalpa, Nicaragua, la comunidad entera estaba consternada. Cuando los féretros llegaron al templo local, la tristeza era palpable. Había gente llorando desconsoladamente, rezando y cantando alabanzas. Pero también hubo aplausos, maes. Sí, aplausos como un gesto de respeto y admiración hacia esta familia trabajadora que siempre buscó superarse. Me dio mucha impresión ver eso, te digo…
Según allegados, Eddy y Karla eran unos mae y una mae luchadores. Siempre dispuestos a echar una mano, trabajadores incansables y orgullosos de su descendencia nicaragüense. Tenían muchos proyectos, muchas ilusiones para el futuro, especialmente para sus hijos. Ahora, esos sueños se han quedado enterrados bajo tierra, junto a ellos. Que pena, verdaderamente que sí.
La repatriación de los restos mortales contó con el apoyo de las autoridades de Costa Rica y Nicaragua, quienes coordinaron todos los aspectos logísticos para facilitar el traslado de los cuerpos. También hubo ayuda de organizaciones sociales y grupos de voluntarios, demostrando una vez más la solidaridad que caracteriza a nuestros pueblos hermanos. Sin embargo, nada puede mitigar el dolor de la pérdida, ni devolver la vida a estas personas inocentes. Esta vara dejó un hueco enorme en dos países.
Y ahora, mi pregunta para ustedes, maes del foro: ¿Cómo podemos, como sociedad, prevenir tragedias como esta? ¿Es suficiente con simplemente ofrecer condolencias o debemos exigir medidas más contundentes para garantizar la seguridad de las comunidades vulnerables ante los efectos del cambio climático? Díganme qué piensan…”,