¡Ay, Dios mío! Parece que la cosa está más que fea para el turismo en Costa Rica, mi gente. Los operadores de turismo ya le están echando un buen empujón al Banco Central, pidiendo a gritos que revisen esta política cambiaria que nos tiene hasta las cachas. La verdad, no es ningún secreto que estamos pasando un momento difícil y esto no ayuda precisamente. Ya saben cómo es esta vaina, entre un lado y otro siempre hay bronca.
Según la Asociación Costarricense de Operadores de Turismo (ACOT), el colón está tan infladito que ya parece balón de fútbol. Estamos hablando de niveles de tipo de cambio que no se veían desde hace casi veinte años, con el dólar rondando los ¢485-¢492. Esto significa, mis panas, que los ingresos en colones de las empresas turísticas han dado un vuelco hacia abajo, perdiendo más del 30%. ¿Se imaginan eso? Un golpe duro al bolsillo.
Pero como si fuera poco, los gastos locales siguen por las nubes. Los salarios, las cargas sociales, los impuestos, el mantenimiento... ¡Todo anda subiendo! Imaginen la combinación: entradas que bajan y salidas que no paran de crecer. Esto está apretando los negocios hasta el tope, impidiendo invertir en mejorar la calidad de nuestros servicios y hasta poniendo en peligro el sustento de muchísimas familias que viven del turismo. ¡Qué sal!
Ahora bien, ni loco vamos a decir que la estabilidad económica no es importante. El Banco Central tiene su trabajo y sabemos que intenta mantener la inflación bajo control. Pero, ¿hasta dónde podemos sacrificar la competitividad de sectores clave como el turismo y las exportaciones? Porque, seamos honestos, esos son los motores que realmente mueven la economía del país y generan los billetes que necesitamos, chunches.
La ACOT, con toda la razón del mundo, está exigiendo un diálogo técnico con las autoridades económicas para buscarle solución a esta vaina. No es pedir mucho, ¿verdad? Necesitamos mecanismos de cobertura cambiaria para ayudar a los pequeños y medianos empresarios, opciones de financiamiento en dólares para que puedan respirar tranquilos y políticas que hagan que nuestro destino siga siendo atractivo y competitivo en el mercado internacional. No podemos jugar con fuego, bretes.
Y ojo, porque esto no afecta solamente a los hoteles y restaurantes lujosos. Impacta a los artesanos, a los guías turísticos, a los taxistas… A todos aquellos que dependen directamente del turismo. Es una cadena que si se rompe, puede tener consecuencias muy graves para muchas comunidades y familias que tienen en el turismo su principal fuente de ingresos. Hay que ponerle atención, diay.
Costa Rica ha demostrado ser resiliente a lo largo de los años, hemos superado crisis peores. Pero ahora mismo necesitamos condiciones macroeconómicas que nos permitan seguir creciendo y ofreciendo experiencias inolvidables a nuestros visitantes. Tenemos un producto turístico increíble, paisajes de postal, gente amable... Pero si seguimos así, con un colón incontrolado, corremos el riesgo de irnos al traste, mi pana. Es hora de actuar, sin dilaciones.
Entonces, mi gente, díganme: ¿creen que el Banco Central debería ceder ante las presiones de los operadores turísticos y flexibilizar su política cambiaria, aunque eso signifique renunciar a cierta estabilidad macroeconómica? ¿O creen que debemos aguantar la situación actual con la esperanza de que el colón se estabilice pronto? Déjenme sus opiniones aquí abajo, quiero leer qué piensan ustedes al respecto de esta vara complicada.
Según la Asociación Costarricense de Operadores de Turismo (ACOT), el colón está tan infladito que ya parece balón de fútbol. Estamos hablando de niveles de tipo de cambio que no se veían desde hace casi veinte años, con el dólar rondando los ¢485-¢492. Esto significa, mis panas, que los ingresos en colones de las empresas turísticas han dado un vuelco hacia abajo, perdiendo más del 30%. ¿Se imaginan eso? Un golpe duro al bolsillo.
Pero como si fuera poco, los gastos locales siguen por las nubes. Los salarios, las cargas sociales, los impuestos, el mantenimiento... ¡Todo anda subiendo! Imaginen la combinación: entradas que bajan y salidas que no paran de crecer. Esto está apretando los negocios hasta el tope, impidiendo invertir en mejorar la calidad de nuestros servicios y hasta poniendo en peligro el sustento de muchísimas familias que viven del turismo. ¡Qué sal!
Ahora bien, ni loco vamos a decir que la estabilidad económica no es importante. El Banco Central tiene su trabajo y sabemos que intenta mantener la inflación bajo control. Pero, ¿hasta dónde podemos sacrificar la competitividad de sectores clave como el turismo y las exportaciones? Porque, seamos honestos, esos son los motores que realmente mueven la economía del país y generan los billetes que necesitamos, chunches.
La ACOT, con toda la razón del mundo, está exigiendo un diálogo técnico con las autoridades económicas para buscarle solución a esta vaina. No es pedir mucho, ¿verdad? Necesitamos mecanismos de cobertura cambiaria para ayudar a los pequeños y medianos empresarios, opciones de financiamiento en dólares para que puedan respirar tranquilos y políticas que hagan que nuestro destino siga siendo atractivo y competitivo en el mercado internacional. No podemos jugar con fuego, bretes.
Y ojo, porque esto no afecta solamente a los hoteles y restaurantes lujosos. Impacta a los artesanos, a los guías turísticos, a los taxistas… A todos aquellos que dependen directamente del turismo. Es una cadena que si se rompe, puede tener consecuencias muy graves para muchas comunidades y familias que tienen en el turismo su principal fuente de ingresos. Hay que ponerle atención, diay.
Costa Rica ha demostrado ser resiliente a lo largo de los años, hemos superado crisis peores. Pero ahora mismo necesitamos condiciones macroeconómicas que nos permitan seguir creciendo y ofreciendo experiencias inolvidables a nuestros visitantes. Tenemos un producto turístico increíble, paisajes de postal, gente amable... Pero si seguimos así, con un colón incontrolado, corremos el riesgo de irnos al traste, mi pana. Es hora de actuar, sin dilaciones.
Entonces, mi gente, díganme: ¿creen que el Banco Central debería ceder ante las presiones de los operadores turísticos y flexibilizar su política cambiaria, aunque eso signifique renunciar a cierta estabilidad macroeconómica? ¿O creen que debemos aguantar la situación actual con la esperanza de que el colón se estabilice pronto? Déjenme sus opiniones aquí abajo, quiero leer qué piensan ustedes al respecto de esta vara complicada.