¡Echa, pura vida, mi gente! Aquí les va la nota para cuidarnos bien en la etapa dorada. Últimamente he visto muchos compas mayores anduvieran medio apagaditos, quejándose de dolores y poca energía. Resulta que, aunque nos guste el café chorreadito y la gallina pinto, nuestro cuerpo pide cosas diferentes conforme pasa el tiempo. Como dice la Dra. Laura Muñoz León, nutricionista de Ucimed, la clave está en darle al cuerpo justo lo que necesita para mantenerse activo y con ganas de vivir.
Según la especialista, los cambios físicos que vamos experimentando no son pa’ llorar, sino pa’ ajustarnos. Lo primero que hay que entender es que los huesos necesitan más refuerzo. Imagínate, ahí le estás dando batalla a la osteoporosis, y eso no es divertido. Calcio, vitamina D… esos son los reyes de la mesa. La leche, el queso, el yogur; hasta el buen aguacate tienen sus cositas, ¡y eso que a algunos no les caen muy bien!, pero la verdad, son buenos para la salud. Además, un ratito de sol ayuda al cuerpo a producir su propia vitamina D, así que salir a caminar por el parque no solo te oxigena, sino que también te fortalece los huesos. Dejar pasar esto puede llevar a fracturas, dolores y, vaya, perder la independencia, y nadie quiere eso, diay.
Pero no todo es fortalecer los huesos, mi pana. El corazón también necesita amor. Ahí es donde entran las grasas buenas: frutos secos, aguacate (sí, de nuevo el aguacate, porque es oro puro), aceite de oliva... Todo eso ayuda a mantener las arterias limpias y el corazón latiendo fuerte. Estas grasas también tienen propiedades antiinflamatorias, entonces, además de cuidar el corazón, estás combatiendo el envejecimiento celular. ¡Eso sí es sacarle provecho a la comida!
Y ni hablar de la masa muscular. ¿Te acuerdas cuando levantabas pesas como si nada? Bueno, ahora hay que esforzarse un poquito más, pero vale la pena. La proteína es esencial para mantener la fuerza y poder hacer todas esas cositas que te gustan: subir escaleras, cargar las compras, jugar con tus nietos… No te faltará la proteína: huevos, pollo, pescado, legumbres… y recuerda, en cada comida principal. Un plato de lentejas o frijoles nunca le hacen daño a nadie, ¡al contrario, son un manjar!
La Dra. Muñoz León enfatiza que no se trata de cambiar drásticamente la dieta, sino de hacer ajustes inteligentes. Agrega un puñado de nueces a tu desayuno, cambia la mantequilla por aceite de oliva en tus ensaladas, asegúrate de comer suficiente proteína en cada comida… Son pequeños cambios que marcan una gran diferencia a largo plazo. Y claro, complementa todo esto con ejercicio físico regular. Caminar, nadar, bailar… lo que te guste, siempre y cuando te mantenga moviéndote. Porque, sinceramente, estar sentado viendo tele no es precisamente la fórmula para una vida larga y feliz.
Muchos adultos mayores piensan que a partir de cierta edad ya no pueden mejorar su estado físico o nutricional, pero eso es un mito. La edad es solo un número, y con una buena alimentación y ejercicio, podemos seguir disfrutando de la vida al máximo. Hay que romper con esa idea de que llegar a viejo significa resignarse a enfermedades y limitaciones. ¡Para nada, mi hermano! Podemos seguir siendo activos, independientes y llenos de energía, siempre y cuando nos cuidemos bien. Seamos conscientes de nuestras necesidades y tomemos el control de nuestra salud.
Al final del día, se trata de adoptar un estilo de vida saludable que nos permita vivir una vejez plena y activa. No se trata de restricciones extremas, sino de equilibrio y moderación. Disfruta de tus comidas, comparte con tus seres queridos y mantenete activo física y mentalmente. Eso sí, recuerda escuchar a tu cuerpo y consultar a un profesional de la salud si tienes alguna duda o preocupación. Porque, como dice el dicho, “más vale prevenir que lamentar”. Y, hablando en serio, ver a nuestros abuelos activos y contentos es ¡qué chiva!, ¿verdad?
Ahora dime, ¿cuál es el cambio más grande que tú has hecho en tu dieta o rutina para sentirte mejor con el paso de los años, y crees que otros adultos mayores deberían considerar implementarlo en sus vidas?
Según la especialista, los cambios físicos que vamos experimentando no son pa’ llorar, sino pa’ ajustarnos. Lo primero que hay que entender es que los huesos necesitan más refuerzo. Imagínate, ahí le estás dando batalla a la osteoporosis, y eso no es divertido. Calcio, vitamina D… esos son los reyes de la mesa. La leche, el queso, el yogur; hasta el buen aguacate tienen sus cositas, ¡y eso que a algunos no les caen muy bien!, pero la verdad, son buenos para la salud. Además, un ratito de sol ayuda al cuerpo a producir su propia vitamina D, así que salir a caminar por el parque no solo te oxigena, sino que también te fortalece los huesos. Dejar pasar esto puede llevar a fracturas, dolores y, vaya, perder la independencia, y nadie quiere eso, diay.
Pero no todo es fortalecer los huesos, mi pana. El corazón también necesita amor. Ahí es donde entran las grasas buenas: frutos secos, aguacate (sí, de nuevo el aguacate, porque es oro puro), aceite de oliva... Todo eso ayuda a mantener las arterias limpias y el corazón latiendo fuerte. Estas grasas también tienen propiedades antiinflamatorias, entonces, además de cuidar el corazón, estás combatiendo el envejecimiento celular. ¡Eso sí es sacarle provecho a la comida!
Y ni hablar de la masa muscular. ¿Te acuerdas cuando levantabas pesas como si nada? Bueno, ahora hay que esforzarse un poquito más, pero vale la pena. La proteína es esencial para mantener la fuerza y poder hacer todas esas cositas que te gustan: subir escaleras, cargar las compras, jugar con tus nietos… No te faltará la proteína: huevos, pollo, pescado, legumbres… y recuerda, en cada comida principal. Un plato de lentejas o frijoles nunca le hacen daño a nadie, ¡al contrario, son un manjar!
La Dra. Muñoz León enfatiza que no se trata de cambiar drásticamente la dieta, sino de hacer ajustes inteligentes. Agrega un puñado de nueces a tu desayuno, cambia la mantequilla por aceite de oliva en tus ensaladas, asegúrate de comer suficiente proteína en cada comida… Son pequeños cambios que marcan una gran diferencia a largo plazo. Y claro, complementa todo esto con ejercicio físico regular. Caminar, nadar, bailar… lo que te guste, siempre y cuando te mantenga moviéndote. Porque, sinceramente, estar sentado viendo tele no es precisamente la fórmula para una vida larga y feliz.
Muchos adultos mayores piensan que a partir de cierta edad ya no pueden mejorar su estado físico o nutricional, pero eso es un mito. La edad es solo un número, y con una buena alimentación y ejercicio, podemos seguir disfrutando de la vida al máximo. Hay que romper con esa idea de que llegar a viejo significa resignarse a enfermedades y limitaciones. ¡Para nada, mi hermano! Podemos seguir siendo activos, independientes y llenos de energía, siempre y cuando nos cuidemos bien. Seamos conscientes de nuestras necesidades y tomemos el control de nuestra salud.
Al final del día, se trata de adoptar un estilo de vida saludable que nos permita vivir una vejez plena y activa. No se trata de restricciones extremas, sino de equilibrio y moderación. Disfruta de tus comidas, comparte con tus seres queridos y mantenete activo física y mentalmente. Eso sí, recuerda escuchar a tu cuerpo y consultar a un profesional de la salud si tienes alguna duda o preocupación. Porque, como dice el dicho, “más vale prevenir que lamentar”. Y, hablando en serio, ver a nuestros abuelos activos y contentos es ¡qué chiva!, ¿verdad?
Ahora dime, ¿cuál es el cambio más grande que tú has hecho en tu dieta o rutina para sentirte mejor con el paso de los años, y crees que otros adultos mayores deberían considerar implementarlo en sus vidas?
