¡Ay, Dios mío! Aquí estamos otra vez con las mismas. Según la Asociación Bancaria Costarricense, ¡acumulamos ¢15,9 billones en ahorro bancario! Sí, quince mil novecientos millones de colones. Una cifra que da escalofríos a cualquiera que intente comprarse un chunche decente en este país.
Esto significa que crecimos un 4% respecto al año pasado y llevamos un acumulado del 30% en los últimos cinco años. Parece que todos nos hemos puesto las pilas, disciplinados con nuestros dineritos, pensando en el futuro... o quizás solo estamos asustados porque la economía anda medio brete y preferimos tenerlo seguro debajo del colchón, diay.
De esos ¢15,9 billones, la mayoría – unos ¢10,2 billones – están en moneda nacional, los coloncitos bien guardaditos. El resto, unos ¢5,7 billones, prefirieron irse al extranjero, seguramente buscando mejores intereses o simplemente calmando el pánico ante cualquier volatilidad mundial. Uno nunca sabe, ¿verdad?
Lo curioso es que, pese a toda esta plata parada, seguimos viendo cómo suben los precios del gallito, la verdura y hasta el pan francés. Me pregunto si tanta disciplina financiera realmente nos está beneficiando como sociedad o si solo beneficia a los bancos que están reventando con tanto dinero inactivo. Es pa' pensar, mae.
Daniela Gutiérrez, la economista de la ABC, dice que esto refleja una ‘tendencia positiva en la gestión financiera de las familias costarricenses’. ¡Ajá! Suena lindo, pero ¿qué tan real es eso cuando vemos a la gente batallando para llegar a fin de mes? A veces siento que estas estadísticas vienen de otro planeta.
Y claro, ahora viene el discurso de la digitalización bancaria. Nos dicen que gracias a las apps y plataformas online podemos administrar nuestro dinero más fácil que nunca. Pero ¿cuántos realmente tienen acceso a tecnología y conocimientos suficientes para aprovechar todas esas herramientas? No olvidemos que todavía hay mucha gente usando el banco como en los viejos tiempos, haciendo filas y papeleo.
Además, nos recuerdan que ahorrar, aunque sea poquito, es bueno para la economía del país. Reduce la dependencia del crédito, previene el endeudamiento y nos prepara para los imprevistos. Todo correcto, pero… ¿de qué sirve tener un buen fondo de emergencia si no puedes costearte un viaje al volcán o unas vacaciones en Guanacaste? Esa es la verdadera carga, mi pana.
Así que aquí estamos, con una billetera llena de números en la pantalla y la sensación de que, a pesar de todo, seguimos estancados en la misma rutina. Díganme, ¿ustedes creen que toda esta acumulación de ahorro se traducirá algún día en una mejora real en nuestra calidad de vida, o es solo una ilusión colectiva para sentirnos más seguros en medio del caos? ¿O tal vez, deberíamos salir y gastarnos un poco de esa plata, darle movimiento a la economía y disfrutar un poquito más la vida?
Esto significa que crecimos un 4% respecto al año pasado y llevamos un acumulado del 30% en los últimos cinco años. Parece que todos nos hemos puesto las pilas, disciplinados con nuestros dineritos, pensando en el futuro... o quizás solo estamos asustados porque la economía anda medio brete y preferimos tenerlo seguro debajo del colchón, diay.
De esos ¢15,9 billones, la mayoría – unos ¢10,2 billones – están en moneda nacional, los coloncitos bien guardaditos. El resto, unos ¢5,7 billones, prefirieron irse al extranjero, seguramente buscando mejores intereses o simplemente calmando el pánico ante cualquier volatilidad mundial. Uno nunca sabe, ¿verdad?
Lo curioso es que, pese a toda esta plata parada, seguimos viendo cómo suben los precios del gallito, la verdura y hasta el pan francés. Me pregunto si tanta disciplina financiera realmente nos está beneficiando como sociedad o si solo beneficia a los bancos que están reventando con tanto dinero inactivo. Es pa' pensar, mae.
Daniela Gutiérrez, la economista de la ABC, dice que esto refleja una ‘tendencia positiva en la gestión financiera de las familias costarricenses’. ¡Ajá! Suena lindo, pero ¿qué tan real es eso cuando vemos a la gente batallando para llegar a fin de mes? A veces siento que estas estadísticas vienen de otro planeta.
Y claro, ahora viene el discurso de la digitalización bancaria. Nos dicen que gracias a las apps y plataformas online podemos administrar nuestro dinero más fácil que nunca. Pero ¿cuántos realmente tienen acceso a tecnología y conocimientos suficientes para aprovechar todas esas herramientas? No olvidemos que todavía hay mucha gente usando el banco como en los viejos tiempos, haciendo filas y papeleo.
Además, nos recuerdan que ahorrar, aunque sea poquito, es bueno para la economía del país. Reduce la dependencia del crédito, previene el endeudamiento y nos prepara para los imprevistos. Todo correcto, pero… ¿de qué sirve tener un buen fondo de emergencia si no puedes costearte un viaje al volcán o unas vacaciones en Guanacaste? Esa es la verdadera carga, mi pana.
Así que aquí estamos, con una billetera llena de números en la pantalla y la sensación de que, a pesar de todo, seguimos estancados en la misma rutina. Díganme, ¿ustedes creen que toda esta acumulación de ahorro se traducirá algún día en una mejora real en nuestra calidad de vida, o es solo una ilusión colectiva para sentirnos más seguros en medio del caos? ¿O tal vez, deberíamos salir y gastarnos un poco de esa plata, darle movimiento a la economía y disfrutar un poquito más la vida?