¡Ay, Dios mío! Acá te va la nota, pura verdá. Resulta que anoche, doí, el río Bebedero en Santa Cruz, Guanacaste, decidió echarse unas gargantuas y se desbordó como nunca. Imagínate la bronca, pura agua barriendo todo a su paso en el sector de 27 de Abril. La Cruz Roja andaba como loca atendiendo llamadas y rescatando gente, porque varios changos quedaron atrapados en sus casas.
La cosa empezó alrededor de las siete y media de la noche, según reportan los compañeros de la Benemérita. Un aguacero bien pesado cayó encima de la zona alta y el río no aguantó más. Se salió de su cauce y le metió pa’ dentro a todo lo que encontraba: casas, carros, negocios... ¡Qué despiche! Don Pepe, que vive ahí cerquita, me contó que vio cómo el agua arrastraba hasta postes de luz, diay, qué miedo.
Lo bueno es que la Cruz Roja llegó rapidito y puso manos a la obra. Andaban con balsas y chalecos salvavidas, sacando a familias enteras de esas casitas que estaban rodeadas de agua. También llegaron equipos de Bomberos para ayudar con la evacuación y controlar la situación. Al parecer, nadie resultó herido gravemente, gracias a Dios, pero sí muchos vecinos quedaron con el corazón en la boca y sin poder recuperar sus cosas.
Y no es la primera vez que esto pasa por acá, vamos a ser honestos. El problema de las lluvias torrenciales es que golpea duro a Guanacaste todos los años. Ya saben, el relieve es como es, empinado, y cuando llueve mucho, el agua busca dónde ir y se lleva lo que encuentra. Muchos dicen que hay que hacer algo con los canales de drenaje y mejorar la infraestructura, pero parece que siempre llega la crisis para que alguien se acuerde.
Ahora mismo, todavía hay mucha agua acumulada en algunas zonas bajas y los trabajos de limpieza apenas empiezan. Hay barro por todas partes, muebles destruidos, electrodomésticos arruinados… Un panorama bien triste, mae. Las autoridades ya están evaluando los daños y prometen ayuda para las familias afectadas, pero entre tanto, ellos tienen que lidiar con el día a día y tratar de recuperarse de esta vara que les tocó.
Muchos vecinos me comentaron que se sienten frustrados porque han hecho denuncias al ayuntamiento sobre el peligro de vivir tan cerca del río, pero parece que no le dan bola. Dicen que deberían construir muros de contención o reforestar las riberas para evitar que el agua se desborde así. Pero claro, eso cuesta dinero y a veces los políticos prefieren invertir en otras cosas, ¿verdad?
Este tipo de situaciones nos recuerdan lo frágil que es nuestra vida y lo importante que es cuidarnos unos a otros. Ver a esos vecinos buscando entre los escombros, tratando de salvar lo que puedan, te da una tristeza terrible. Pero también te llena de orgullo ver cómo la comunidad se une para apoyarse mutuamente, compartiendo comida, ropa y ofreciendo alojamiento a quienes perdieron sus hogares. Eso sí es ser tico de pura cepa.
Bueno, cambiénlo. Con toda esta situación, ¿ustedes creen que el gobierno debería poner más atención a los sistemas de prevención de riesgos en las zonas propensas a inundaciones como Guanacaste? ¿O esperan a que se vayan al traste más comunidades para tomar cartas en el asunto?
La cosa empezó alrededor de las siete y media de la noche, según reportan los compañeros de la Benemérita. Un aguacero bien pesado cayó encima de la zona alta y el río no aguantó más. Se salió de su cauce y le metió pa’ dentro a todo lo que encontraba: casas, carros, negocios... ¡Qué despiche! Don Pepe, que vive ahí cerquita, me contó que vio cómo el agua arrastraba hasta postes de luz, diay, qué miedo.
Lo bueno es que la Cruz Roja llegó rapidito y puso manos a la obra. Andaban con balsas y chalecos salvavidas, sacando a familias enteras de esas casitas que estaban rodeadas de agua. También llegaron equipos de Bomberos para ayudar con la evacuación y controlar la situación. Al parecer, nadie resultó herido gravemente, gracias a Dios, pero sí muchos vecinos quedaron con el corazón en la boca y sin poder recuperar sus cosas.
Y no es la primera vez que esto pasa por acá, vamos a ser honestos. El problema de las lluvias torrenciales es que golpea duro a Guanacaste todos los años. Ya saben, el relieve es como es, empinado, y cuando llueve mucho, el agua busca dónde ir y se lleva lo que encuentra. Muchos dicen que hay que hacer algo con los canales de drenaje y mejorar la infraestructura, pero parece que siempre llega la crisis para que alguien se acuerde.
Ahora mismo, todavía hay mucha agua acumulada en algunas zonas bajas y los trabajos de limpieza apenas empiezan. Hay barro por todas partes, muebles destruidos, electrodomésticos arruinados… Un panorama bien triste, mae. Las autoridades ya están evaluando los daños y prometen ayuda para las familias afectadas, pero entre tanto, ellos tienen que lidiar con el día a día y tratar de recuperarse de esta vara que les tocó.
Muchos vecinos me comentaron que se sienten frustrados porque han hecho denuncias al ayuntamiento sobre el peligro de vivir tan cerca del río, pero parece que no le dan bola. Dicen que deberían construir muros de contención o reforestar las riberas para evitar que el agua se desborde así. Pero claro, eso cuesta dinero y a veces los políticos prefieren invertir en otras cosas, ¿verdad?
Este tipo de situaciones nos recuerdan lo frágil que es nuestra vida y lo importante que es cuidarnos unos a otros. Ver a esos vecinos buscando entre los escombros, tratando de salvar lo que puedan, te da una tristeza terrible. Pero también te llena de orgullo ver cómo la comunidad se une para apoyarse mutuamente, compartiendo comida, ropa y ofreciendo alojamiento a quienes perdieron sus hogares. Eso sí es ser tico de pura cepa.
Bueno, cambiénlo. Con toda esta situación, ¿ustedes creen que el gobierno debería poner más atención a los sistemas de prevención de riesgos en las zonas propensas a inundaciones como Guanacaste? ¿O esperan a que se vayan al traste más comunidades para tomar cartas en el asunto?