¡Ay, Dios mío! Esto sí que puso a temblar a toda la familia. Resulta que la Escuela Manuela Santamaría Rodríguez, allá en Desamparados de Alajuela, recibió una lluvia de balas la madrugada del viernes. Sí, así como lo escuchan, ¡disparos a matar contra una escuela! Uno se queda pensando qué clase de gente puede hacerle semejante daño a un lugar donde los niños van a aprender y crecer. Se siente como si estuviéramos viviendo en otra película, ¿verdad?
Según nos cuentan, la cosa pasó alrededor de las tres de la mañana. Imagínense el susto que debieron haber pasado los vecinos si escucharon los estruendos. La alerta salió por medio de una circular de la Dirección Regional de Educación de Alajuela, explicando cómo quedó afectada la infraestructura: paredes agujereadas, aire acondicionado destruido, el techo dañado, ¡hasta el portón principal sufriendo! Como dicen por ahí, 'ni pa' perro'.
Lo peor es que, según las grabaciones de las cámaras de seguridad, los vándalos iban en un carro negro, ¡y le pegaron plomo sin siquiera bajarse! Eso demuestra la frialdad con la que planearon esto. El Organismo de Investigación Judicial (OIJ) ya está investigando el caso, recogiendo evidencia y tratando de identificar a los responsables. Esperemos que los agarren pronto y les caiga todo el peso de la ley.
Por supuesto, la directora de la escuela, Hellen Artavia, no se quedó con los brazos cruzados. Inmediatamente implementó una serie de medidas para proteger a los alumnos y al personal. Prohibieron que nadie se quede merodeando por el portón o cerca del Aula 2, que resultó bastante afectada. También movieron los escritorios de los auxiliares de seguridad a un lugar más seguro y recordaron a todos el protocolo a seguir en caso de escucharse disparos: correr, esconderse o defenderse. ¡Qué bronca tener que pensar en esas cosas!
Pero esto no es el único problema que enfrentamos últimamente. Recordemos que hace unas semanas varias universidades públicas recibieron amenazas de bomba y ataques armados, afortunadamente, nunca se concretaron. Eran correos electrónicos llenos de veneno, sembrando el pánico entre la comunidad estudiantil. Y ni hablar del Liceo de Flores en Heredia, donde comenzaron a circular rumores sobre una supuesta matanza planeada para el mes de octubre... ¡Esto está saliendo de control!
Además, hay que recordar el incidente en el Colegio Nocturno de Palmares, en Pérez Zeledón, donde un tipo armado amenazó directamente a los estudiantes. Parece que la inseguridad se ha instalado en nuestras escuelas, y eso no debería pasar jamás. Nuestros hijos merecen estudiar en un ambiente tranquilo y seguro, donde puedan concentrarse en aprender y desarrollar sus habilidades, no vivir con miedo constante. Es urgente que las autoridades tomen cartas en el asunto y garantice la seguridad de todos.
Para darle aún más complejidad a la situación, el Ministerio de Educación Pública (MEP) se la está mascando. Cuando preguntamos por información adicional, el director regional de Alajuela, Francisco Corella, se lavó las manos diciendo que el caso estaba siendo atendido por las autoridades competentes y que ellos no podían dar más detalles. ¡Diay, un poco de transparencia no estaría demás, mae! Sabemos que hay investigaciones en curso, pero la ciudadanía merece saber qué medidas se están tomando para prevenir futuros incidentes.
Y ahora me pregunto, ¿qué estamos haciendo realmente para combatir esta ola de violencia que amenaza nuestra educación? ¿Es suficiente la vigilancia policial? ¿Necesitamos más programas de prevención del delito? ¿Deberíamos involucrar a las familias y a la comunidad en la búsqueda de soluciones? ¿Cómo podemos recuperar la confianza en nuestras escuelas y garantizar la seguridad de nuestros niños? ¡Este es un tema que amerita una conversación profunda y seria en nuestro foro!
Según nos cuentan, la cosa pasó alrededor de las tres de la mañana. Imagínense el susto que debieron haber pasado los vecinos si escucharon los estruendos. La alerta salió por medio de una circular de la Dirección Regional de Educación de Alajuela, explicando cómo quedó afectada la infraestructura: paredes agujereadas, aire acondicionado destruido, el techo dañado, ¡hasta el portón principal sufriendo! Como dicen por ahí, 'ni pa' perro'.
Lo peor es que, según las grabaciones de las cámaras de seguridad, los vándalos iban en un carro negro, ¡y le pegaron plomo sin siquiera bajarse! Eso demuestra la frialdad con la que planearon esto. El Organismo de Investigación Judicial (OIJ) ya está investigando el caso, recogiendo evidencia y tratando de identificar a los responsables. Esperemos que los agarren pronto y les caiga todo el peso de la ley.
Por supuesto, la directora de la escuela, Hellen Artavia, no se quedó con los brazos cruzados. Inmediatamente implementó una serie de medidas para proteger a los alumnos y al personal. Prohibieron que nadie se quede merodeando por el portón o cerca del Aula 2, que resultó bastante afectada. También movieron los escritorios de los auxiliares de seguridad a un lugar más seguro y recordaron a todos el protocolo a seguir en caso de escucharse disparos: correr, esconderse o defenderse. ¡Qué bronca tener que pensar en esas cosas!
Pero esto no es el único problema que enfrentamos últimamente. Recordemos que hace unas semanas varias universidades públicas recibieron amenazas de bomba y ataques armados, afortunadamente, nunca se concretaron. Eran correos electrónicos llenos de veneno, sembrando el pánico entre la comunidad estudiantil. Y ni hablar del Liceo de Flores en Heredia, donde comenzaron a circular rumores sobre una supuesta matanza planeada para el mes de octubre... ¡Esto está saliendo de control!
Además, hay que recordar el incidente en el Colegio Nocturno de Palmares, en Pérez Zeledón, donde un tipo armado amenazó directamente a los estudiantes. Parece que la inseguridad se ha instalado en nuestras escuelas, y eso no debería pasar jamás. Nuestros hijos merecen estudiar en un ambiente tranquilo y seguro, donde puedan concentrarse en aprender y desarrollar sus habilidades, no vivir con miedo constante. Es urgente que las autoridades tomen cartas en el asunto y garantice la seguridad de todos.
Para darle aún más complejidad a la situación, el Ministerio de Educación Pública (MEP) se la está mascando. Cuando preguntamos por información adicional, el director regional de Alajuela, Francisco Corella, se lavó las manos diciendo que el caso estaba siendo atendido por las autoridades competentes y que ellos no podían dar más detalles. ¡Diay, un poco de transparencia no estaría demás, mae! Sabemos que hay investigaciones en curso, pero la ciudadanía merece saber qué medidas se están tomando para prevenir futuros incidentes.
Y ahora me pregunto, ¿qué estamos haciendo realmente para combatir esta ola de violencia que amenaza nuestra educación? ¿Es suficiente la vigilancia policial? ¿Necesitamos más programas de prevención del delito? ¿Deberíamos involucrar a las familias y a la comunidad en la búsqueda de soluciones? ¿Cómo podemos recuperar la confianza en nuestras escuelas y garantizar la seguridad de nuestros niños? ¡Este es un tema que amerita una conversación profunda y seria en nuestro foro!